Tras siete años de relación en Ponte Caldelas, decidió romperla. En ese momento, la víctima comenzó todo un vía crucis en el que se vio obligada a cambiarse de domicilio hasta en cuatro ocasiones para evitar el acoso constante de su excompañero sentimental, que no aceptaba la ruptura. El desenlace, ya por la vía judicial, ha sido la condena al individuo, que ahora tiene 58 años, a penas de 120 días de trabajos en beneficio de la comunidad, además de sendas órdenes de alejamiento y de prohibición de comunicarse con la víctima por espacio de dos años.
Los hechos relatados se iniciaron en el verano de 2016, cuando la mujer optó por poner fin a la relación de pareja. "El acusado, tras no aceptar la ruptura y con el ánimo de impedir que su expareja desarrollase libremente su vida, comenzó a ponerse en contacto con ella, tanto por teléfono como en persona, reiteradamente, pretendiendo que ella retomara la relación con él". Ella, que no accedió, acabó por bloquear el número de teléfono de su expareja para evitar el contacto.
"Una vez que le bloqueó, empezó a seguirla por la calle y cuando era sorprendido se escondía para evitar ser visto", explica el dictamen, que relata que "acudía con frecuencia desde Ponte Caldelas a Pontevedra, donde residía en aquel momento su expareja. "Merodeaba casi todos los días" apostándose en portales cercanos para comprobar si estaba y con quién estaba, o bien "pasaba continuamente con su furgoneta por la zona".
Ante esa situación, la víctima trasladó su residencia a Vilanova de Arousa al tiempo que cambiaba sus hábitos, dejando de salir sola. Al poco tiempo fue descubierta por el acosador cuando se dirigía a la sucursal bancaria de esa localidad, por lo que volvió a residir en Pontevedra y de allí a Cambados, ya en julio de 2018, momento en el que interpuso la denuncia.
Tras analizar con detalle el dictamen, la Sección Segunda de la Audiencia Provincial decidió confirmar la sentencia dictada en A Parda. El condenado tiene una última opción de recurso, ahora ante el Tribunal Supremo.
Entre los distintos actos de acoso directo destacaron uno en el que el encausado se dirigió a su expareja desde su furgoneta para que se subiese a hablar con él y, ante la negativa de ella, cogió un fruto que había sobre la acera y se lo lanzó. Sucedió en Pontevedra. En otro de los episodios denunciados siguió a su excompañera sentimental hasta localizarla, observándola desde el exterior, cuando se hallaba en el interior de una entidad crediticia de Vilanova.
En otra ocasión, también en Pontevedra, el acosador localizó a su víctima en la calle Fernández Ladreda, escondiéndose tras unos arbustos tras ser visto.