Conectados para el narcotráfico

PRIMERA CONDENA EN FIRME A LA DUPLA PARRA-DURÁN ▶Entre los once penados tras la operación Vitriolo destacan Emilio Andrés Parra y Julio Durán, afincados en Barcelona y Pontevedra, jefes de las células criminales de cada una de las zonas y socios desde hace décadas
Parte de la cocaína que fue incautada a la organización criminal en el seno de la operación Vitriolo. UNIDAD CENTRAL OPERATIVA
photo_camera Parte de la cocaína que fue incautada a la organización criminal en el seno de la operación Vitriolo. UNIDAD CENTRAL OPERATIVA

Emilio Andrés Parra lleva años, décadas, trabajando de la mano de narcotraficantes gallegos y, en concreto, al lado de pontevedreses como Julio Durán. Sin embargo, no ha sido hasta 2020 cuando los tribunales han considerado acreditados tales vínculos que, según las autoridades, les han reportado pingües beneficios a través de la introducción de grandes alijos de cocaína en Europa y su posterior distribución.

En 2007, uno y otro obtuvieron grandes beneficios tras recurrir ante el Tribunal Supremo las elevadísimas penas de prisión que les había impuesto la Audiencia Nacional por su implicación en un intento de introducción de cerca de 500 kilos de cocaína por vía marítima. El pontevedrés salió absuelto (la AN le había impuesto 16 años de cárcel), mientras que Parra, barcelonés que se mueve por varias provincias españolas, fue el único condenado en firme (12 años). El Alto Tribunal atendió a la reclamación efectuada por la representación legal de Francesc Tarrés, hermano del multicampeón mundial de trial, que ponía en tela de juicio los métodos de interceptación de las comunicaciones empleados por los investigadores antes de su autorización judicial.

La sentencia de la operación Vitriolo, cuyos detalles ofreció este periódico el lunes pasado, incluye penas en firme que rozan los 80 años de prisión para los once condenados. Emilio Andrés decidió cooperar ya en la Audiencia Nacional y reconocer los hechos, lo que le valió para quedarse con una condena de siete años que, probablemente, ya habrá extinguido a estas alturas; Durán, sin embargo, optó por defenderse y recurrir ante el Supremo pensando, tal vez, que la fortuna volvería a estar de su lado. Grave error por su parte, pues acaba de ser condenado a doce años de prisión.

Los acusados (junto a Durán y Parra destacan, por lo que a gallegos se refiere, el también pontevedrés Francisco Javier Vázquez, además de vecinos de Carnota, Redondela, Cangas y Tui) formaban parte de una organización criminal que conseguía introducir ingentes cantidades de cocaína oculta en contenedores desde Brasil, Ecuador, Perú, Colombia y República Dominicana. No es de extrañar que algunos de los especialistas del Equipo Contra el Crimen Organizado de Galicia (ECO Galicia) considerasen esta operación, que estalló en 2013, como la más relevante de cuantas han llevado a cabo. Horas de vigilancias, kilómetros de seguimientos y todo ello superando la presencia de filtraciones en el seno de la Comandancia (cuyos responsables han sido juzgados y condenados) se tradujeron en un gran éxito policial.

Los criminales tenían los contactos precisos en diversos puertos españoles para conseguir recepcionar las sustancias estupefacientes lejos del control de las autoridades. "Mantenían contactos con estibadores y con personal que trabajaba en los puertos", detalla la sentencia. Barcelona principalmente, pero también Vigo y Valencia, eran sus entradas predilectas. Antes de ser detenidos se habían reunido en Pontevedra y Sanxenxo para intentar abrir una nueva vía a través de Marín. La Guardia Civil lo evitó.

El grueso de los alijos (fueron decomisados 1.300 kilos de cocaína en varios envíos, pero se piensa que lograron introducir varias toneladas más) entraron en Europa a través de la Zona Franca de Barcelona. Con anterioridad, Emilio Andrés Parra ya había negociado los precios con los sudamericanos. El grupo tenía capacidad económica suficiente como para financiar parte de los cargamentos y contaba con socios que adquirían partidas al por mayor, especialmente en Galicia.

Ahí entraba en acción Julio Durán. Este vecino de la Boa Vila contaba con toda la confianza del cabecilla, con quien había trabajado prolíficamente en el pasado. Por ello, había establecido un canal de distribución de cocaína desde Barcelona hasta el Noroeste Peninsular. Vázquez, el segundo pontevedrés, ejercía de mula a su servicio, pero Durán no se quitaba de en medio: viajaba en persona en el vehículo lanzadera que aportaba seguridad a su compañero.

Uno y otro cayeron con diez kilos de droga en la Autovía de las Rías Baixas, ya en la provincia de Pontevedra. Fue su última conexión conocida.

Soplos. Santórum les avisó de los seguimientos
La operación Vitriolo se vio afectada en su día por los soplos procedentes del interior de la Comandancia de la Guardia Civil, que, tal y como quedó acreditado en el posterior juicio celebrado en la Audiencia Provincial, iban a parar a oídos del ahora prófugo Juan Carlos Santórum. En aquel momento se supo que el vilanovés se reunió con Andrés Emilio Parra, cabecilla de la organización, para advertirle de los seguimientos a los que estaba siendo sometido y, en concreto, avisarle de que iba a ser detenido por los alijos ocultos en contenedores. Se de la circunstancia de que Santórum no solo no cesó en su actividad, sino que, según la Policía, se convirtió en uno de los mayores capos de la ría.

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