El corazón indomable de Camela conquista a una Pontevedra entregada

El dúo formado por Ángeles y Dioni puso toda la carne en el asador para ofrecer una actuación digna de protagonizar el último gran día de las Festas da Peregrina
El concierto de Camela en Pontevedra. RAFA FARIÑA
photo_camera El concierto de Camela en Pontevedra. RAFA FARIÑA

Quedaba un largo rato para el comienzo del concierto y la Praza de España ya estaba abarrotada. Filtrarse entre la gente parecía una misión imposible y la última fila empezaba a alejarse cada vez más del escenario. Familias, gente mayor, de mediana edad y en el transcurso de la adolescencia se daban cita en un espectáculo que parecía no entender de generaciones.

Cuando las luces del escenario se apagaron, señal inequívoca de que la función estaba a punto de comenzar, las palmas comenzaron a batirse. Tan solo unos segundos después, los Camela, envueltos en un espectáculo de luces intermitentes que entremezclaban azul, blanco y rosa, pisaban un escenario que ya habían conquistado incluso antes de llegar.

Corazón indomable abrió el concierto. Fue la prueba fehaciente de que la gente no solo había ido a Praza de España por curiosidad, sino que tenía la lección bien aprendida: en cuanto Ángeles les pasó el micrófono, las miles de gargantas congregadas en la zona comenzaron a recitar las estrofas de la canción sin más guía que la propia música.

Al terminar la pieza, Ángeles fue la encargada de dirigirse al público desde la palabra, mientras Dioni lo hacía con la elocuencia de una gesticulación sincera y agradecida con la respuesta de la ciudad. "Buenas noches, Pontevedra. ¿Cómo estáis?", preguntó de forma retórica la artista de San Cristóbal de los Ángeles. Lo que no se esperaba, claro, era la respuesta del público: un grito unísono que aunaba una -probablemente- retahíla de respuestas distintas en su forma, pero no en su fondo. El público estaba pletórico, con ganas de más. "Muchísimas gracias a todos por estar aquí. Deseamos que lo paséis de lo mejor", concluyó Ángeles antes de volver a la acción.

Un deseo, el de que el público lo pasase lo mejor posible, que ya habían comenzado a cumplir minutos antes. Y que siguieron cumpliendo, cómo no, durante el resto del concierto.

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