Un cormorán de 40 toneladas asegura las Rías Baixas

La patrullera Corvo Mariño, santo y seña del Servicio Marítimo de la Guardia Civil, recorre cada día las aguas jurisdiccionales de la provincia ▶ La vigilancia de toda clase de actividades ilícitas, el rescate de personas o barcos en situaciones límite y el mantenimiento del orden público en el mar son sus cometidos

Instante en el que un guardia lanza un cabo al barco de acuicultura para su abordaje. GONZALO GARCÍA
photo_camera Instante en el que un guardia lanza un cabo al barco de acuicultura para su abordaje. GONZALO GARCÍA

"Trabajamos con información que nos facilitan el ECO Galicia o el EDOA de la Policía Judicial. Además, también inspeccionamos embarcaciones en base a sospechas, aunque en esos casos es más difícil". La patrullera Corvo Mariño (Cormorán, en castellano) vigila las aguas jurisdiccionales españolas entre la frontera portuguesa y el límite con la provincia de A Coruña. Santo y seña del Servicio Marítimo de la Guardia Civil de Pontevedra, alberga a un equipo cuyas competencias van más allá que ningún otro en el Instituto Armado: disuasión de actividades ilícitas (contrabando, primero, y narcotráfico, en la actualidad), vigilancia del cumplimiento de la legalidad en las actividades pesqueras, control de las embarcaciones de recreo, custodia y acompañamiento de los grandes transatlánticos que atracan en los puertos, salvamento y socorrismo en situaciones de emergencia, apoyo y seguridad para competiciones deportivas y actividades lúdicas y, en general, toda clase de servicios al ciudadano que surca las rías de Vigo, Pontevedra, Arousa y sus alrededores.

Los miembros del equipo destacan que la presencia de planeadoras es muy poco habitual actualmente ante la gran vigilancia

 

El teniente de la unidad, José Carlos González González, abrió las puertas de la patrullera a un equipo de este periódico para que le acompañase en un día de trabajo. A las nueve de la mañana, el cabo primero Rodríguez y los cuatro mecánicos marineros ya se hallaban en el punto de partida, en el muelle de trasatlánticos del puerto de Vigo. La base del Corvo Mariño está en Marín, pero los agentes se cuidan mucho de atracar siempre en la misma dársena para evitar posibles seguimientos por parte de delincuentes. Instantes después de las diez, los mecánicos marineros soltaron amarras y pusieron en marcha los dos motores de 1.000 cv cada uno que impulsan la turbina que empuja hacia adelante las 40 toneladas de peso de la embarcación. Las jornadas son de 24 horas, durante las que los integrantes del servicio no abandonan la patrullera. El primer destino, las islas Cíes.

"En Cíes controlamos que las navieras respeten los cupos y que las embarcaciones que están fondeadas tengan permiso para ello, entre otras cuestiones", indica el teniente González. Desde las islas, tras una inspección ocular sin incidencias, la Corvo Mariño se dirige a una zona de bateas. "A esta hora hay barcos trabajando en el mejillón. Vamos a realizar una inspección aleatoria". La lancha se abarloa a un barco de gran tamaño, unos 15 metros de eslora. En su interior, tres marineros trabajan en la preparación de los moluscos para su devolución al mar, a la espera de un cliente que los pague bien. El trato entre guardias y marineros es excelente. "¿Qué tal llevan la jornada?", pregunta el teniente. "Bien, ya ve", responde el patrón de la embarcación que está siendo inspeccionada. Dos funcionarios suben al barco y efectúan un recorrido para comprobar que todo está como debe. Al mismo tiempo, los otros comprueban la documentación, que incluye la identificación de las tres personas que se hallaban a bordo con el fin de comprobar que son las mismas que tienen contrato y licencia para la actividad que está desarrollando. "Hace algunos años había muchas infracciones de este tipo. En una ocasión nos encontramos con unos familiares de los titulares faenando, diciendo que éstos se habían ido a comer. Ahora esas cosas ya no se ven", según señala el cabo Rodríguez, patrón habitual de la Corvo Mariño, salvo cuando entre sus tripulantes se encuentra el teniente del equipo.

"Durante el período estival, la presencia de embarcaciones de recreo se multiplica y nos centramos en ellas", dice el teniente

 

"Fíjese en aquel barco que se encuentra amarrado a una batea. Es de pasajeros. Parece extraño que esté en ese lugar". Uno de los marineros informa a José Carlos González, que da la orden de efectuar una nueva inspección, en este caso en base a sospechas. "Lo normal es que no esté cometiendo ninguna infracción, pero vamos a comprobarlo".

El resto de la jornada tuvo como momento más tenso la denuncia a los conductores de unas motos de agua que se encontraban en la zona de baño de la playa de Samil. Fueron multados e instados a cesar en su actitud. Junto a ello, inspeccionaron otras cinco embarcaciones, cuatro de ellas de recreo, y una de acuicultura. El resultado, una infracción relacionada con el seguro obligatorio.

"Durante el período estival, la presencia de embarcaciones de recreo se multiplica, y nos centramos en ellas. El resto del año lo principal es el control de los pesqueros", explica el teniente. El cabo primero Rodríguez añade que "efectuamos maniobras conjuntas con el helicóptero y con los medios de salvamento de la Xunta de Galicia".

Otra de sus competencias es el acompañamiento a los grandes transatlánticos por la ría para evitar riesgos hasta el atraque

 

Las dos patrulleras del servicio (que cuenta, además, con embarcaciones neumáticas auxiliares para acceder a barcos de menor tamaño) efectúan más de un millar de inspecciones cada año. En el presente ejercicio rescataron a dos menores a la deriva en un velero en plena ría de Pontevedra, auxiliaron a los náufragos del catamarán que explotó en O Grove y vieron de cerca, para su desgracia, el fallecimiento de un parapentista en la zona de Cabo Home tras sufrir un accidente. Una de las maniobras de mayor riesgo en la etapa reciente tuvo lugar en la ría de Pontevedra. "Era un día de temporal y un hombre necesitaba la medicación para el corazón en Ons. Era una cuestión vital y tuvimos que salir, pero con el mar que había resultaba imposible atracar en la isla. Tuvimos que lanzar el fármaco desde el barco", recuerdan.

"En verano se nos requiere constantemente para preservar el orden público y mantener la seguridad en toda clase de eventos. Pero lo más difícil es cuando tenemos que enfrentarnos a situaciones límite en forma de rescates, auxilios, en puntos peligrosos, tanto para las víctimas como para nosotros. Y no solo somos nosotros, en el mar, toda persona está obligada a socorrer al resto", explica el teniente.

En cuanto al narcotráfico, señalan que las planeadoras solo se ven en contadas excepciones en la actualidad, más allá de los depósitos que se ubican en el astillero Rodman, en Moaña.

Imagen de la jornada al borde del cormorán de la Guardia Civil. GONZALO GARCÍAImagen de la jornada al borde del cormorán de la Guardia Civil. GONZALO GARCÍA2

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