Manuel Ruibal, sepulturero: "El Covid-19 nos obliga a efectuar los enterramientos contrarreloj"

El sepulturero municipal señala que los sepelios se realizan con el estado de alarma en una o dos horas tras del fallecimiento
Un operario de cementerios con el equipo de protección. DP
photo_camera Un operario de cementerios con el equipo de protección.

Con los cinco cementerios municipales –San Mauro, Campañó, Bora, Lourizán y Ponte Sampaio– cerrados como medida preventiva para frenar el avance del Covid-19, la brigada municipal que atiende estos camposantos continúa al pie del cañón. Su trabajo -a caballo entre la vida y la muerte- resulta más imprescindible que nunca en la actual situación de crisis sanitaria por cuanto es el personal que está cualificado para efectuar los enterramientos de las personas que fallecen, algunas de ellas a causa del nuevo virus.

"Estamos trabajando sin ningún problema, si bien tenemos que adoptar las medidas se seguridad que establecen los decretos dictados por las administraciones para evitar contaminarnos y llevar el coronavirus para nuestras casas. Hay que tomar todas las precauciones posibles para evitar contagiar a mi familia", explica Manuel Ruibal, que posee una experiencia de 23 años como sepulturero.

La situación de estado de alarma declarada por el Gobierno central para contener la pandemia modificó la normativa funeraria para permitir efectuar enterramientos a la hora o a las dos horas del fallecimiento, mientras que antes del decreto los cadáveres tenían que esperar 24 horas antes de recibir sepultura.

DOS OPERARIOS POR TURNO. La reducción del tiempo de espera para proceder a la inhumación obliga a los operarios municipales a trabajar contrarreloj, máxime cuando son únicamente dos los trabajadores por cada turno. "Tenemos la suerte de que el Concello nos dotó de los equipos de protección individual (EPI) necesarios para desarrollar nuestro trabajo en los sepelios con todas las garantías".

En este sentido, Ruibal personaliza ese agradecimiento en el director general de Recursos Humanos del Concello, José Manuel González Abal, porque "desde el primer momento estuvo en contacto con nosotros para interesarse por si nos hiciera falta algún otro material de protección. Tenemos todo lo necesario: guantes, mascarilla, trajes de buzo y gafas, el equipo necesario para atender con total seguridad a los casos de sepelios de personas fallecidas a consecuencia del Covid-19".

El pasado miércoles 25 los operarios de cementerios enterraron en el cementerio de Lourizán a una de las personas que murieron a consecuencia del nuevo virus. Como establece el decreto que regula las actividades funerarias en el actual estado de alarma, la asistencia a la inhumación estuvo restringida a un máximo de 25 personas, incluidas las de la empresa funeraria y los propios trabajadores municipales. "Solo pueden acudir al entierro en el cementerio los familiares más cercanos de la persona fallecida", puntualiza el sepulturero.

"Reconozco que es triste que en un momento tan duro como el de despedir por última vez a un familiar vaya a haber parientes y amigos que no puedan acompañar al féretro, pero hay que asumir esta restricción porque es por el bien de todos", subraya Ruibal.

"Aunque nuestro trabajo nunca nos deja de sorprender -añade-, en estos momentos resulta especialmente duro al ver a la familia prácticamente sola en un momento de máximo dolor por la pérdida de su ser querido fallecido", sentencia el sepulturero.

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