Nueve crímenes sangrientos con siete muertes violentas

Miguel o do monte ingresó este lunes en el centro penitenciario de A Lama. Las dos muertes que llevan su firma, la de su hermana y la de su sobrina, elevan a siete el número de fallecidos en la provincia de Pontevedra de forma violenta en apenas doce meses
 
GON Paso a disposición del doble asesino de Soutomaior, lunes, 24 ago · 9:00–9:00. Xulgados de Redondela
photo_camera El presunto asesino de Soutomaior, este lunes, accediendo a la sede judicial de Redondela. GONZALO GARCÍA

Los meses de verano parecen un adecuado caldo de cultivo de crímenes violentos en la provincia de Pontevedra. Eso ha sido así, al menos, en 2019 y 2020, años en los que se han registrado dos sucesos que se saldaron con cinco personas fallecidas, todas ellas mujeres, aunque, eso sí, en circunstancias diferentes. El ingreso en prisión de Miguel Gil Rodríguez, Miguel o do monte, acusado del doble homicidio de Soutomaior, fue el último ejemplo del horror atroz que, en ocasiones, se presencia en determinadas situaciones, con más frecuencia en áreas rurales en el caso pontevedrés.

Miguel, el más reciente de los protagonistas de esta clase de secuencias, tenía un pasado delicado. Con problemas con las sustancias estupefacientes (por motivos de su adicción, no por tráfico, que se sepa) y antecedentes policiales que le mantenían en el punto de mira de la Guardia Civil, cometió un crimen que, sin embargo, nadie de su entorno habría imaginado. Ni sus vecinos, algunos de los cuales le ayudaban en el día a día (una pensión de poco más de 400 euros era su sustento), ni los miembros de su propia familia, como su hermana Raquel, pensaban que fuese capaz de apretar el gatillo. Ni siquiera de empuñar una pistola, como, según la investigación, hizo con agilidad para descerrajar varios disparos que acabaron con la vida de su hermana mayor, Genoveva, de 62 años, y de la hija de ésta (y sobrina suya), Noelia, de solo 23.

El acusado, que el lunes compareció en el Juzgado de Redondela, con competencias en el lugar en el que se produjo el crimen (en la zona de Monte do Coello, Lourido, Soutomaior), ingresó en el centro penitenciario de A Lama de forma incondicional. Allí (o en otra cárcel, si así lo decidiese Instituciones Penitenciarias) pasará los próximos meses, hasta el juicio. El suceso del viernes pasado dejó sin habla no solo a los lugareños de Lourido, una parroquia repleta de casas unifamiliares, sino a todos los habitantes de Soutomaior, comenzando por su primer edil, Agustín Reguera, que permaneció en el lugar de los hechos durante toda la tarde acompañando a los investigadores y, posteriormente, a los familiares y allegados de la víctima y del presunto homicida.

El motivo concreto que desencadenó el brutal desenlace solo lo conoce su protagonista, que, según su entorno más cercano, pudo haber actuado bajo la influencia de sustancias estupefacientes o bien afectado por un consumo anterior que le habría provocado alteraciones de tipo psiquiátrico. Manuel Otero, hermano de Genoveva, explicó que su allegada acudía a Soutomaior para darle de comer a unos perros que tenía en la finca familiar, donde vivía Miguel y donde se produjeron los hechos. El encausado tendría en su poder una escalera que le había prestado su hermana y la riña se habría producido, según una de las hipótesis, con la citada escalera como telón de fondo. Lo cierto es que las dos mujeres fallecieron en un pequeño patio interior que tiene la infravivienda en la que residía el homicida. La escalera estaba tirada en la entrada, a menos de diez metros del lugar en el que se produjeron los tiros.

Otro elemento que debe cerrarse con el avance de las investigaciones del grupo de Homicidios de la Comandancia pontevedresa es la presencia de la pistola en manos del detenido, pues carecía de licencia para el porte de la misma. Los agentes deben ahora investigar su procedencia. La Fiscalía y el juez atribuyen, a priori, al investigado, dos delitos de asesinato y uno más de tenencia ilícita de armas. Se enfrenta a penas que podrían superar con creces los 30 años de cárcel. Será la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, la que tenga la última palabra, previo veredicto del tribunal popular que se forme para las sesiones plenarias.

VALGA. El 16 de septiembre de 2019, hace poco menos de un año, se produjo uno de los crímenes más impactantes de los últimos años en la provincia. Las reacciones de repulsa llegaron de todas partes, incluido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que mostró su solidaridad con la familia de las víctimas. El detenido, actualmente en prisión preventiva y a la espera de juicio, conocía bien las rutinas de sus víctimas. Sabía que su exmujer, Sandra, llevaba a los niños al colegio a primera hora de la mañana, y que partía de la vivienda que un día fue su casa, cuyas inmediaciones conocía a la perfección. Igual que Miguel Gil, empleó una pistola para matar a su excompañera sentimental, para posteriormente dar muerte a María Elena, su exsuegra, y a Alba, su excuñada. Un crimen machista de manual se saldó con tres muertes y concluirá en un juicio más pronto que tarde que servirá para imponer a Abet una de las mayores condenas que prevé el Código Penal vigente. La prisión permanente revisable impuesta en su día de forma pionera a David Oubel, que acabó con la vida de sus hijas a no muchos kilómetros de distancia de Valga (en Moraña) está muy presente en su horizonte próximo.

PEREGRINO ALEMÁN. Pocos días antes del triple crimen de Valga tuvo lugar en la ciudad de Pontevedra, en plena calle Benito Corbal, un altercado que acabó con un peregrino de origen alemán fallecido y dos ciudadanos detenidos por la Policía Nacional. En este caso, según las primeras hipótesis, el objetivo aparente de las otras personas no era acabar con la vida de la víctima, que, a sus 42 años, no pudo superar las lesiones cerebrales que le supuso uno de los golpes que se produjo en la citada reyerta. El caso levantó una gran polvareda sobre la seguridad ciudadana en la capital, pero lo cierto es que fue un episodio aislado dentro de un escenario relativamente tranquilo. Las peleas nocturnas no son escasas en la zona de marcha pontevedresa (cuando existía el ocio nocturno), pero es extraño que alcancen consecuencias tan graves.

DOS TENTATIVAS. Tras los meses de confinamiento, la provincia de Pontevedra fue escenario de al menos dos episodios delictivos calificados inicialmente como homicidios en grado de tentativa, ocurridos uno al Norte y otro al Sur. El primero de ellos, que tuvo lugar en Vigo a principios del mes de junio, tuvo todos los ingredientes de un crimen pasional. El investigado, que fue detenido, apuñaló en varias ocasiones a otro hombre que se había encontrado con su pareja, dejándole malherido. Por suerte, las posteriores noticias indican que sobrevivió.

El segundo de los sucesos que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad consideraron homicidio en grado de tentativa se produjo en A Estrada. Allí, según las primeras pesquisas, fue una mujer la que intentó acabar con la vida de un hombre cuchillo en mano, sin acabar de lograr su propósito. Los hechos están siendo investigados por la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra.

MUTILACIÓN Y SUICIDIO. Con la violencia de género como telón de fondo, aunque en este caso la víctima directa no fuese una mujer, se produjo un crimen que llamó mucho la atención en todo el país y en el vecino. Ocurrió en Ponte de Lima, al Norte de Portugal, pero sus protagonistas son vecinos de Vigo. El presunto autor del crimen se tiró al vacío por el puente de Rande. Sus restos mortales fueron encontrados el miércoles pasado en el agua, a la altura de Moaña.

Horas antes se había desplazado a Portugal, donde se encontraba su exmujer de vacaciones con su nueva pareja. Precisamente el acompañante fue la víctima de un crimen terrible: el hombre que acabaría por lanzarse desde el viaducto que sobrevuela la ría de Vigo le mató después de destrozarle los genitales con un arma blanca en la localidad lusa.

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