Inmaculada Paz Andrade: "Cuando las mujeres pierdan el miedo llegarán a donde quieran llegar"

No oculta su felicidad por ser la próxima doctora honoris causa de la UVigo, pero tampoco su malestar por no poder seguir ejerciendo como investigadora para la institución compostelana. Enamorada de Santiago, lleva a Pontevedra en el corazón a través de los versos de su abuelo. Orgullosa de su carrera, confiesa que su vocación siempre fue Medicina

Inmaculada Paz Andrade. CEDIDA
photo_camera Inmaculada Paz Andrade. CEDIDA

Feliz. Así asegura sentirse la catedrática de Física Aplicada de la Universidade de Santiago Inmaculada Paz-Andrade (Pontevedra, 1928), tras la decisión del Consello de la Universidade de Vigo de nombrarla doctora Honoris Causa junto a Jacquelyn Campbell, experta en violencia de género de la Universidade Johns Hopkins. "Es la máxima distinción de la UVigo, me siento profundamente feliz", reconoce Ada, como prefiere que la llamen esta investigadora pontevedresa, nieta del escritor Juan Bautista Andrade y sobrina del empresario, periodista y escritor Valentín Paz-Andrade.

La última vez que hablamos con usted para anunciarle que recibiría el Premio Pontevedreses de Honra, hace tres años, la encontramos en su despacho de la Universidade. Pero ya no está ahí.
Yo no recogí mi despacho. A mí me dijeron que lo dejara, que era vieja. Me echaron del despacho hace dos años y medio. Sin embargo, sigue publicando. Sí, claro. Yo todavía estoy publicando porque tengo las ideas muy claras. Publico con mis discípulos, mis exalumnos, que ahora son profesores. De hecho, este año vamos a un congreso mundial que se celebra cada cuatro años en Coimbra sobre investigación de incendios, vamos a mandar un trabajo muy interesante.

Hace tres años también reivindicaba que si le dejaran seguiría trabajando. En otros países los investigadores no llegan a retirarse nunca, ¿no?
Hay países donde a los investigadores, tengan la edad que tengan, se les deja seguir investigando. Rita Levi-Montalcini, que se murió el 30 de diciembre de 2012, estaba de catedrática de la Universidad de Roma y le pagaban como a una catedrática más. El japonés Isamu Akasaki, que descubrió los LED, por lo que le dieron el premio Nobel, es de mi edad y sigue trabajando en la Universidad de Kioto como si nada. No pretendo compararme con los premio Nobel, pero si puedes aportar un poco y no te dejan te cabreas.

Actualmente es usted profesora -investigadora Ad Honorem en la Universidade compostelana.
Cuando te jubilas eres emérita primero, seis años. Es gracioso porque cuando se hicieron los estatutos de la Universidade de Santiago, cuando se aprobó eras emé- rito hasta que te murieras. Ahora apareció el término Ad Honorem, pero no te da derecho a nada.

Será nombrada honoris causa en reconocimiento a su labor como referente mundial en microcalorimetría, termogénesis y calorimetría diferencial de barrido.
Eso son tres técnicas que han servido para estudiar miles de cosas y con aplicaciones muy interesantes. Trabajé en Manchester con Skinner, éramos un equipo muy bueno. Ese profesor era francamente un cerebrón e hicimos investigaciones muy importantes con aplicaciones inéditas para la industria del petróleo, por ejemplo. Uno de los últimos proyectos por los que se reconoce su trayectoria es por la investigación de los incendios. Eso fue ya al final de mi vida académica. Fue importantísimo. Desarrollé un índice de peligro de incendios para poner coto al asunto en Galicia. En ese proyecto trabajamos muchos investigadores. Obtuvimos un mapa de incendios específico para Galicia que prevé el riesgo. Veías perfectamente dónde había peligro al día siguiente y hasta tres días, cuando las previsiones meteorológicas eran fiables. Cuando lo sean durante más días la aplicación de este mapa será real durante más tiempo y funcionará perfectamente.

Cuenta con importantes premios a sus espaldas, como la Insignia de oro de la Universidade de Santiago o el Premio Maria Wonenburger, que reconoce a las mujeres que destacan en el ámbito científico.
Y hay otro premio en el que nadie se fija. La Real Sociedad Española de Física otorga todos los años su Medalla de Oro de Física y yo fui la primera mujer a la que se lo dieron.

También ha sido la primera mujer catedrática de Física de la USC. Ha abierto puertas que antes permanecían cerradas a las mujeres.
Y habría llegado antes de no ser por el franquismo. Pero ese es un tema del que no quiero hablar.

En aquella época la universidad, el ámbito científico, eran mundos de hombres ¿no?
Mira, la mujer si es inteligente llegará a donde quiera, incluso al cielo. Quiero decir que no es cuestión de ser hombre o mujer. Yo nunca las vi abajo, estuve siempre rodeada de mujeres muy inteligentes que llegaron muy lejos. Yo creo que cuando las mujeres pierdan el miedo llegarán a donde quieran. Yo sí, fui abriendo camino, pero los demás me siguen. Tengo 12 o 14 discípulos que son catedráticos. Tengo amigas que estaban en la Autónoma de Barcelona que están jubiladas y con carreras brillantes. El mundo de hombres lo perforas y sales y si corres un poquito les adelantas. Pero no les gusta nada, les dan unas pataletas horribles. No les gusta nada que los adelantes.

¿Lo perforas y ya está? ¿El techo de cristal? Dígame cómo se hace. En mi caso, callando y publicando, callando y trabajando y marchándome fuera. Publicando con los mejores investigadores de fuera. Yo tuve un equipo magnífico y llegué a donde llegué gracias a ese maravilloso equipo de chicos y chicas que trabajaba conmigo. Tanto aquí como en Manchester.

Fuera de Galicia inició su carrera en Marsella.
Sí. En Francia no tenía equipo. En Marsella trabajaba con Clavet, me fui a especializar con él, que era el mejor en microcalorimetría del mundo, pero se murió a los cuatro años de llegar allí. Había sido durante la guerra director de una fábrica de explosivos y tuvo una lesión cardiaca y, de repente, cuando ya estaba convertido en un líder mundial en el ámbito de la ciencia, poco antes de jubilarse, le dio un infarto y se acabó. Era un hombre inteligentísimo. Tenía un instituto fantástico, con unos medios increíbles, me facilitó la labor todo lo que pudo. No me quedé huérfana porque me presentó a Skinner e hice mucha amistad con él. Primero le mandé dos colaboradores y después me dije «¿y por qué no ir tú?». Me fui yo a trabajar con él porque aquí las cosas no eran fáciles. Lo que hay que hacer cuando llueve es abrir el paraguas y cuando escampa cerrarlo. Y yo lo hice.

​Ha desarrollado una importante carrera científica que empezó estudiando Ciencias Químicas, pero realmente lo que usted quería era ir a la facultad de Medicina.
Sí, pero mi madre no me dejó precisamente porque era una mujer. Me vine a Santiago como me podía haber ido a la China. Aquí no había más que Químicas. Mi vocación es la medicina y la verdad es que aún sigue siendo. Me quedó esa espina. Hice una carrera tremenda, y a lo mejor en Medicina o si hubiese escogido Farmacia, que no me atraía tanto, no lo hacía tan bien. ¿Sabes? A mí me gusta hacer las cosas bien y si aquí no puedo conseguirlo me voy fuera a buscar una oportunidad. Es una forma de triunfar como otra cualquiera en la vida.

Desde entonces siempre que ha vivido en Galicia ha estado en Santiago.
Sí. Desde los 17 y, fíjate, tengo 89. Aquí acabaré mis días. Me pasé dos cursos completos en Manchester y durante 22 años iba dos, tres o cuatro meses. Al final era medio curso en Santiago y medio en Inglaterra, porque allí se trabaja muy bien. Hay mucha tranquilidad. Pero viene a menudo a Pontevedra. Sí claro. Voy a menudo a ver a mi hermano y a mis sobrinos, que no me puedo olvidar de ellos. Y paso por la calle que reconoce a mi abuelo, el poeta Juan Bautista Andrade. Si nunca leíste poesías suyas te recomiendo que las leas. Es magnífico. Era un poeta extraordinario.

Dijo en una entrevista que "igual de triste es no invertir en investigación como hacerlo y no aprovechar trabajos ya desarrollados". ¿Cómo ve la investigación que se hace ahora en Galicia?
Ese es uno de los temas que tocaré en el discurso que daré en la Universidade de Vigo, así que no te voy a decir nada, ven ese día y ya verás lo que pienso.

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