Cuestión de sexo

En la antesala del 8-M Diario de Pontevedra reúne a una mujer y un hombre que trabajan en campos donde el género contrario es mayoría
GON IMPORTANTE Despliegue de la pancarta conmemorativa del 8M. En la Casa Consistorial., martes, 3 mar · 13:00–13:00
photo_camera Miembros de la Corporación colocando la pancarta del 8-M. G. GARCÍA

Las profesiones ligadas a sexos son cosa del pasado. Hoy no hay ningún campo de trabajo que se ciña exclusivamente a un género y cada vez más hay ejemplos de personas que hacen carrera en el "campo contrario".

Los perjuicios por cuestión de sexo también ha ido a menos, pero no hay que escarbar mucho para comprobar que algunos siguen con pulso.

Diario de Pontevedra ha reunido dos testimonios de un hombre y una mujer que operan en terrenos donde el sexo opuesto es mayoría, en los que se refleja una percepción distinta. Estos trascienden un día después de que el Concello colocase este martes en la Casa Consistorial una pancarta del 8-M, que recuerda que hay motivos para seguir reivindicando el Día das Mulleres.

Unai Pardavila Vilas: "Non tiven problemas por ser un home, sempre fun unha máis"

Unai Pardavila Rivas ejerce como matrón. DAVID FREIRE

Unai Pardavila Rivas (Pobra do Caramiñal, 29 años) lleva cuatro años ejerciendo como matrón, la mayor parte de las veces en la unidad de Partos del Hospital Provincial.

Las mujeres son amplia mayoría en su hábitat de trabajo, tanto en la parte profesional como el ámbito de pacientes, pero jamás se ha sentido cuestionado por su sexo. Como mucho ha encarado bromas sobre si deben llamarle "matrón ou matrona". "O feito de que sexa un home matrón non é algo que chame a atención máis alá que nun momento puntual. Pero nunca tiven problemas por esta cuestión, sempre fun unha máis. De feito, en Enfermería as mulleres son maioría e é moi curioso que conforme van pasando os anos falo máis en feminino".

Algunos compañeros le pusieron sobreaviso cuando le tocó cubrir la baja de la matrona en Vilaboa, una figura que en este caso es especialmente demandada por la población extranjera, sobre todo musulmana, por temas que sobrepasan los temas de obstetricia. "Alí a matrona é como un filtro previo que lles orienta que facer en múltiples enfermidades. Algúns pensaban que neste caso igual tiña problemas por ser un home, porque a sociedade na que se criaron é máis machista, pero tampouco tiven dificultades. Aceptáronme moi ben".

El fallecimiento de fetos y bebés es de los tragos más amargos con los que convive su gremio

Unai empezó su actividad como matrón "por pura casualidade", empujado por el mismo destino que le llevó a cursar Enfermería. "En realidade eu empecei Bioloxía, pero non me gustaba e acabei en Enfermería. Rematei a formación no 2012, en plena crise, e como daquela contratábase moi pouco, comecei EIR (Enfermero Interno Residente). Non tiña nada claro que especialidade ía facer, pero como esta (Enfermería Obstétrico-Xinecológica) estaba consolidada e é das poucas que non se poden cubrir con enfermeiras xeralistas, decidinme por ela".

El área de maternidad nunca fue santo de su devoción, pero la percepción y la devoción por la profesión no tardaron en cambiar. La experiencia a pie de camilla le hicieron cambiar de opinión, hasta el punto de concluir que se trata de un oficio que "engancha moito ". Sobre todo, cuando llega la hora del parto, "un momento moi especial e moi intenso, no que vas xerando un vínculo moi forte coas mamás e os papás".

Como uno puede presumir, Unai también afronta episodios de esos en los que se forma un nudo en la garganta. El fallecimiento de fetos y bebés es de los tragos más amargos con los que convive su gremio, "unha parte moi dura, pero tamén interesante".

Sin embargo, y a pesar de la alta eventualidad (ha firmado más de 20 contratos en dos años y no se puede permitir el lujo de despegarse del teléfono), Unai lo tiene claro. Ahora mismo su prioridad número uno es "seguir traballando como matrón en Pontevedra".

Liliana Piñeiro Iglesias: "Alguno se negó a dejarme su coche por si quemaba el embrague"

Lliana Piñeiro Iglesias. DAVID FREIRE

Liliana Piñeiro Iglesias (Redondela, 40 años) lleva la batuta en el taller de coches de Pontecar y, al contrario del primer testimonio, sí se ha sentido cuestionada en multitud de ocasiones por ser una mujer en un ámbito predominantemente masculino.

La mayoría de quienes han puesto en tela de juicio su capacidad han sido varones y, particularmente, clientes: "Ahora escucho menos comentarios, pero cuando empecé eran bastante habituales. A muchos no les valía que yo les explicara lo que le pasaba al coche y lo que íbamos a hacer; sino que lo contrastaban con el jefe de taller porque no se fiaban. Alguno incluso se negó a dejarme su coche, porque decía que le iba a quemar el embrague. Al ser mujer y joven, lo tenía todo en contra".

Por el contrario, Liliana afirma no tener "ninguna queja" sobre el trato recibido por los compañeros de profesión. Es más, a todos ellos les agradece la paciencia y los consejos recibidos desde que puso un pie dentro de un taller, hace ya más de 15 años.

Desde niña siempre le han gustado "los coches y las motos", entre otras cosas, porque su padre trabajaba en un taller

En realidad, Liliana se formó como administrativa, pero en 2005 empezó a buscar trabajo y se topó con una oferta de empleo en un concesionario como recepcionista de taller. El puesto no entraba ni de lejos en sus primeras quinielas, pero finalmente, superó con éxito la entrevista y fue contratada por una empresa de Vigo. "Al principio metía mucho la pata, pero tuve un jefe de taller que me enseñó muchísimo de todo y unos compañeros súper colaboradores. Ellos me enseñaron a ejercer como recepcionista, que básicamente consiste en recepcionar los coches, actuar como intermediaria entre la marca y el cliente, verificar que se cumplen los estándares, elaborar presupuestos y explicarle al cliente qué le hemos hecho a su vehículo".

Desde hace tres años trabaja en Pontevedra, donde se ha ganado el pulso la etiqueta de jefa de taller. Ella es la que organiza y distribuye el trabajo entre los técnicos y, "de vez en cuando", realiza tareas más vinculadas con la mecánica, como cambio de baterías, reprogramaciones y diagnósticos, todo ello "gracias a lo que me han enseñado los compañeros".

En su trayectoria, afirma que no ha percibido diferencia salarial por desempeñar la misma función que un hombre, pues "es algo que siempre estuvo regulado por convenio del metal".

Desde niña siempre le han gustado "los coches y las motos", entre otras cosas, porque su padre trabajaba en un taller y porque sus tíos, con los que se crió, también eran devotos del mundo del motor. Eso sí, jamás se imaginó "trabajar de esto, más que nada, porque no veía capacitada y ni me lo planteaba".

Los inicios estuvieron repletos de dudas y tropiezos, y más de una vez Liliana se "volvía loca para explicar qué le sucedía al coche". Sin embargo, este es un capítulo pasado. Ahora tiene respuesta para todo.

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