A la cuna de la abuela un siglo después

Lidia Díaz es descendiente de emigrantes. Su abuela Esclavitud, su padre José y los ocho hermanos de éste dejaron Cerponzóns en 1920 para buscar una mejor vida en Argentina. Este miércoles ella regresó a la parroquia natal para conocer los lugares que frecuentaron sus familiares hasta que tomaron la decisión de afincarse en Buenos Aires

Lidia Pérez junto a su marido, Leonardo Simis
photo_camera Lidia Pérez junto a su marido, Leonardo Simis

A la tercera fue la vencida. Lidia Díaz conoció por fin San Vicente de Cerponzóns, la cuna de su abuela, Esclavitud Ruibal. "Es muy emocionante estar pisando las mismas escaleras que ella recorrió durante buena parte de su vida, hasta que emigró a Argentina", señaló este martes mientras subía los peldaños del atrio que conducen hasta la iglesia parroquial.

Lidia, acompañada de su marido, Leonardo Simis, viajó desde Buenos Aires hasta Pontevedra con el objetivo principal de visitar la parroquia natal de su abuela, de su padre José Díaz Ruibal y de los ocho hermanos de éste, todos ellos emigrantes afincados en el país sudamericano.

Después de una travesía de más de más de 12.000 kilómetros, Lidia (siempre acompañada de su marido, que compartió la emoción que sentía ella) efectuó un recorrido por los lugares más emblemáticos de Cerponzóns de la mano de miembros de la asociación de vecinos O Chedeiro. "Se me saltan las lágrimas pensar que yo habría podido nacer aquí, en Cerponzóns, si mi abuela y su familia no hubiera decidido hacer las maletas en 1920 para buscar mejor fortuna en Argentina, y lo lograron. Les fue muy bien a todos ellos".

"Estar en Cerponzóns es una forma de cumplir el deseo de mi padre, es como haberle traído de vuelta desde Argentina", dice Lidia

Algunos de sus tíos volvieron a Cerponzóns "pero solo de visita" y regresar a Argentina. Su padre no pudo hacerlo porque, según Lidia, "se fueron complicando las cosas. Se casó relativamente joven y las obligaciones van pesando".

Lidia y su marido, que el próximo viernes 7 regresarán al país albiceleste, habían estado por primera vez "de pasada" en Pontevedra hace 40 años. En aquella ocasión aún no eran conocedores de la existencia de Cerponzóns, la parroquia donde la abuela Esclavitud había nacido en 1873.

Tras el fallecimiento de su padre, a finales de la década de los 70, Lidia encontró entre sus papeles la partida de nacimiento que su abuela había obtenido en el Consulado de España en Argentina ratificando su nacionalidad española. El documento decía Origen: Cerponzóns.

A partir de ahí Lidia comenzó a investigar para saber dónde estaba situada esa parroquia para poder conocer un poco más sus raíces. "Sabía que Cerponzóns estaba en Galicia, pero nada más, así que escribí al Archivo de Pontevedra y me contestaron que seguramente se trataba de la parroquia de San Vicente de Cerponzones", relata.

Con la ayuda de las nuevas tecnologías y de las redes sociales, Lidia desarrolló la labor de búsqueda de la tierra de su abuela y en la que su padre vivió hasta los cinco años, antes de emigrar a Buenos Aires con el resto de la familia. "Comencé la búsqueda a través de Internet y me conecté en algunos foros con el apellido Ruibal, con el que tenía más posibilidades de encontrar pistas. Escribí a un blog de Cerponzóns y finalmente contacté con Juan José Esperón (directivo de la asociación de vecinos O Chedeiro), que está haciendo una labor muy importante para ponernos en contacto a los emigrantes y tenernos informados de las noticias de la parroquia", subraya Lidia.

"La primera vez que estuvimos en Pontevedra –explica– recuerdo que me puse a llorar porque hacía muy poco que había fallecido mi padre, que no pudo volver nunca a su parroquia natal. Falleció a los 61 años, justo cuando pensaba en regresar a España acompañado de mi madre, Magdalena Galetto. Por eso, poder estar por fin en San Vicente de Cerponzóns es una forma de cumplir el deseo de mi padre, es como haberle traído de vuelta".

El segundo viaje de Lidia y su marido a Pontevedra tuvo lugar en 2015. En esa ocasión ya tenían constancia de que Cerponzóns era una parroquia de la Boa Vila pero no consiguieron localizarla. "Vimos carteles de otros lugares pero no logramos dar con el de Cerponzóns. Tuvimos que coger el vuelo de regreso a Buenos Aires con esa espina clavada", se lamenta. Por eso, el sentimiento que la pareja tuvo este martes al pisar por primera vez Cerponzóns fue "indescriptible". Según indicaron Lidia y Leonardo, "es algo así como recorrer el Camino de Santiago, pero en este caso el Camino de Cerponzóns".

"Estar en esta parroquia, cuna de mi abuela, mis tíos y mi padre es como estar en casa. Es una sensación muy emocionante, tanto como cuando oigo en Argentina el sonido de la gaita", sentencia Lidia.

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