"La danza es mi vida"

La bailarina pontevedresa Mercedes Fernández se prepara en el Conservatorio Internacional de Praga para entrar en el cuerpo de baile de una compañía de Centroeuropa
La bailarina Mercedes Fernández. RAFA FARIÑA
photo_camera La bailarina Mercedes Fernández. RAFA FARIÑA

"TANEC je muj zivot". "La danza es mi vida". Mercedes Fernández está aprendiendo checo. Es la condición que puso el Conservatorio Internacional de Praga a esta pontevedresa de diecionueve años para seguir formándose en la capital centroeuropea como bailarina. Su sueño, asegura, es ingresar en una compañía de danza profesional y representar las grandes obras de ballet clásico por los escenarios de todo el mundo.

Su pasión empezó cuando tenía ocho años en la Escuela de Danza Déborah de Pontevedra."Fue gracias a mi madre que me inculcó todo lo que tiene que ver con el arte", dice. "Ella es mi manager de la danza", añade Mercedes. Con la piedra y las puertas históricas de la zona monumental de Pontevedra como escenario, la joven va adoptando algunas de las figuras que conoció de la mano de Déborah Alfaya y hoy practica entre siete y ocho horas cada día en la República Checa, dando buena muestra de su talento sobre las puntas de los pies. Al tiempo, va relatando su viaje desde la Boa Vila hasta el corazón del ballet clásico.

RAFA Hola Rafa Quedé mañana a las 11 con una chica para hacer fotos para una entrevista. Es una bailarina y va a venir con tutú y todo. Quedamos en el cruceiro de la Leña para hacer las fotos.

"De pequeña me gustaba la danza, pero entonces no pensaba que fuese a dedicarme a ello de manera profesional", relata. Sin embargo, tras diez años de formación en escuelas y academias de baile desde niña, con varios premios en certámenes internacionales, se dio cuenta de que era el camino que quería seguir. "Cuando tuve quince años supe que si quería dedicarme profesionalmente a la danza tenía que salir de Pontevedra".

Primero se presentó a las pruebas del Conservatorio Profesional de Danza Carmen Amaya de Madrid, donde resultó seleccionada. Ese verano realizó un curso de danza en otro centro de Portugal donde le ofrecieron una beca para que se quedara. Finalmente, terminó el bachillerato específico de Danza en la ciudad lusa de Leiria. "Aquí no tienes esa posibilidad, va por separado. Allí me dieron más facilidades. Estamos todo el día bailando. Estuve dos años y después terminé y me fui a Praga".

En la capital checa participó en la representación de El Cascanueces, con dos papeles solistas durante varias semanas. "En cuanto surgió la oportunidad me fui sin pensármelo dos veces", confiesa. Y allí decidió seguir su carrera, así que se presentó a las pruebas del Conservatorio Nacional de Praga, donde fue pasando distintas etapas hasta resultar elegida.

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La pandemia la encontró en su aventura centroeuropea. Estuvo año y medio sin regresar a Galicia ni ver a su familia. Tiempo que ha aprovechado para estudiar checo y francés, introducirse en el folclore de aquel país y conocer otros bailes. Su día a día transcurre entre las clases y los ensayos, (de ocho de la mañana a ocho de la tarde) presenciales a veces, online durante el confinamiento. "Ahora me queda un año y cuando termine tendré que prepararme para hacer audiciones. Me gustaría quedarme en Centroeuropa, es el epicentro de la vida cultural. Allí nació este arte de la danza y se vive de otra manera", cuenta Mercedes, que comparte apartamento con una estudiante de Erasmus francesa. El poco tiempo libre que le queda lo aprovecha para acudir a uno de los cuatro teatros de la capital checa que diariamente tienen representaciones a precios asequibles para los estudiantes.

Lo que más echa de menos a más de 2.000 km de casa es la comida y "a mi familia". Se muestra "agradecida" a su primera profesora y a su entorno "que me sigue apoyando para que pueda dedicarme a mi pasión". Y reivindica más apoyo en España para que quien quiera formarse en danza pueda hacerlo sin tener que marcharse fuera del país como ella. "Mucha gente con un gran potencial deja de bailar porque no tiene el apoyo suficiente. Aquí hay muchísimo talento. Las administraciones le dan prioridad a otras cosas, pero la danza gusta mucho", insiste.

Antes de quitarse el tutú y coger un avión de vuelta a Praga, Mercedes confiesa que su próxima meta es entrar en una compañía de baile y, quizás, con el tiempo, convertirse en primera bailarina, pero tiene claro "que eso no es lo más importante, mientras estés haciendo algo que te guste".

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