El desprendimiento de un andamio corta más de ocho horas el tráfico por la autovía

El viento arrancó la estructura metálica de sus anclajes y la dejó oscilando y con riesgo de un desplome que no se llegó a producir
El andamio desprendido de la fachada por el viento. POLICÍA LOCAL
photo_camera El andamio desprendido de la fachada por el viento. POLICÍA LOCAL

Tremendo susto primero y molesto contratiempo después el sufrido por los inquilinos del número 33 de la avenida de Marín, en Estribela, a raíz del desprendimiento de una parte del andamio que sirve como respaldo a los trabajos de mejora de la fachada.

Todo comenzó sobre la una de la madrugada, cuando los servicios de emergencia tienen conocimiento de que las fuertes rachas de viento han arrancado de sus anclajes la parte superior de la estructura, de enormes dimensiones, y amenaza con desplomarse sobre la calzada.

A la zona llegan agentes de las policías locales de Pontevedra y Marín, de la Policía Nacional y los Bomberos. La primera decisión conjunta que se adopta es cortar al tráfico la autovía en ambos sentidos, pues una hipotética caída del andamio podría ocasionar un grave accidente.

La estructura dañada estaba compuesta por un esqueleto metálico de cinco pisos de altura y una malla que lo recubre para evitar la caída de cascotes a la vía pública.

Sin embargo, rachas de viento registradas en el lugar durante la noche de más de 42 kilómetros por hora fueron minando la eficacia de los agarres hasta acabar por soltarlos, dejando sin sujeción un tramo de unos 15 metros por la cara frontal de la fachada. El andamio que se encuentra en el lateral del edificio, aparentemente, no sufrió desperfectos gracias a la pantalla que ejerció contra el viento el muro contiguo.

ASUSTADOS. Algunos vecinos, alarmados por el estruendo, salieron a las ventanas para saber lo que había ocurrido; otros incluso bajaron a la calle en pijama y zapatillas. Tras comprobar que no había peligro para la integridad del inmueble, todos fueron requeridos por los Bomberos para que retornasen a sus domicilios.

Mientras, una grúa de grandes dimensiones intentó retirar los hierros más peligrosos y afianzar, en la medida de lo posible, la estructura para que dejase de estar a merced del viento y pudiera colapsar.

No obstante, esta tarea de consolidación no se pudo completar hasta primera hora de la mañana, cuando se personaron en el lugar los operarios de la empresa que lleva a cabo la reforma de la fachada y los responsables del mantenimiento y correcta instalación de la estructura.

Mientras, el tráfico por la autovía permaneció totalmente cortado: ocho horas y media en sentido Pontevedra-Marín y diez horas y media en sentido inverso. Con el levantamiento del toque de queda a las seis horas, el tráfico rodado fue desviado por la avenida de Montero Ríos.

LARGAS RETENCIONES. El peor momento llegó sobre las 8 de la mañana, cuando coincidieron numerosos conductores que se dirigían a su lugar de trabajo con el traslado de los niños a los colegios, autobuses incluidos, lo que dio origen a kilométricas retenciones que llegaron hasta el templo nuevo de Marín.

A este contratiempo hay que sumar el sufrido por los propios vecinos del edificio afectado, puesto que no pudieron salir ni entrar hasta que los obreros garantizaron la estabilidad del andamio, lo que no se produjo hasta pasadas las 9.30 horas. Una patrulla de la Policía Local montó guardia toda la noche para evitar que se produjesen nuevos incidentes.

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