En el mes de septiembre de 1999, un inmueble de la calle Torrecedeira, en Vigo, fue escenario de uno de los crímenes más brutales de la historia de Pontevedra. Su autor, Francisco Javier Santos Triñán, acabó con la vida del hijo de su pareja, que aún no había cumplido los tres años de edad, tras propinarle una brutal paliza y agredirle sexualmente. Los hechos se saldaron con una condena de 19 años de cárcel que posteriormente ascenderían a 25 (por orden del Tribunal Supremo). El procesado, que había obtenido sus primeros permisos penitenciarios con el beneplácito del Juez de Vigilancia Penitenciaria, se ha encontrado con la oposición frontal de la Fiscalía Provincial de Pontevedra, que aprecia un claro riesgo de reincidencia en el delito por parte de un individuo que ya lleva cerca de 20 años entre rejas.
El dictamen parte de una decisión unánime de la Junta de Tratamiento del centro penitenciario de A Lama. El Ministerio Público se basa en los informes técnicos unidos al expediente, que indican que el preso presenta "rasgos de la personalidad que apuntan a trastorno antisocial de la personalidad que estaría relacionado con su grave actividad delictiva, asesinato y agresión sexual a víctima especialmente vulnerable, los cuales todavía no se han modificado".
Los mismos informes detallan que el encausado presenta adicción a sustancias estupefacientes e indican que 20 años después aún no ha satisfecho las responsabilidades civiles por su crimen, "cuando podría haber afrontado pagos parciales de la misma".
Aunque el interno sí cumple otros requisitos, "ello no conlleva en absoluto el automatismo de la concesión" del permiso, detalla la Audiencia.
El fiscal añade que en el acusado "ante un fallo de los mecanismos de control aparece la impulsividad y la agresividad, con bajo nivel de tolerancia a la frustración que se acentúa bajo los efectos de sustancias tóxicas. Prioriza necesidades a responsabilidades y tiene baja empatía".
Santos Triñán cumplirá íntegra la condena que se le impuso el 18 de septiembre de 2024.
