Día 12: Los silencios de una ciudad confinada

El almuerzo marca un punto de inflexión en la fotografía diaria: las colas ante el súper y la farmacia dan paso, con la siesta, a una urbe desierta, sin ruidos, que solo despierta para aplaudir a sus héroes ►Las denuncias de la Policía Local por no cumplir las obligaciones de la cuarentena rozan el centenar
Trabajadores y policías, juntos, en la Residencia de Campolongo. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Trabajadores y policías, juntos, en la Residencia de Campolongo. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

"Es algo increíble, como pasar del día a la noche. Nada que ver". Es la sensación de un policía nacional acerca de la transformación que vive Pontevedra tras el almuerzo. Una descripción que comparte la cajera de un céntrico supermercado. "No lo entendemos, pero por la mañana esto es una avalancha, y siempre a la misma hora; pero por la tarde no hay casi nadie", agrega.

La explicación a este contraste puede estar en matiz que da el agente mientras patrulla por Michelena, flanqueado por dos militares de la Brilat: "Es que la gente está más concienciada, se da cuenta de que esto es muy serio y se queda en casa".

Basta un breve paseo por las calles más céntricas para verificar que la Boa Vila borra al mediodía, de un plumazo, su habitual bullicio y da paso a un mutismo casi absoluto, solo roto por el trinar de algún pájaro también confinado.

Los contadísimos viandantes que rompen el fantasmal skyline –casi todos correa en mano– explican que "por las mañanas hay más gente que trabaja. También se aprovecha para las compras del día y así después ya no hay que salir de casa".

En ocasiones, surge un estallido de empatía y agradecimiento, en forma de concentraciones policiales ante un centro social o sanitario. Como este miércoles en la Residencia de Mayores de Campolongo.

Mientras, la cajera insiste: "Es increíble, pero la gente prefiere hacer cola en la calle en vez de venir ahora (son las 18.35 horas) que no hay casi nadie".

Tras el repostaje del mediodía, Pontevedra se sumerge en una larga siesta. La quietud en las calles solo se rompe, muy de vez en cuando, por el paso de alguna furgoneta de reparto. Y por los pasos de las patrullas policiales, que continúan con su ronda.

Pero todo cambia a las ocho de la tarde. La hora mágica, el momento de la dispersión y de la solidaridad. Miles de personas se asoman a sus fachadas para fundirse en un sonono aplauso a sus héroes, los héroes del Covid-19: sanitarios, policías... trabajadores en general cuyas obligaciones al servicio de los demás les impiden resguardarse en casa.


8:00. NORMALIDAD EN LA PLAZA

Normalidad en la Plaza. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

El Mercado de Abastos mantiene su actividad diaria, pese a la crisis sanitaria, y numerosos ciudadanos se acercan cada día para adquirir los productos más frescos. [Foto: JAVIER CERVERA-MERCADILLO]


10:00. COLAS EN LOS SUPERMERCADOS

Un grupo de personas espera en fila para entrar en el Hiper Froiz. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

La inmensa mayoría de las compras en los supermercados se realizan por la mañana, para sorpresa de los trabajadores, lo que genera largas colas en los accesos exteriores. [Foto: RAFA FARIÑA]


13:00. INTENSIDAD DEL CONTROL POLICIAL

Intensidad del control policial. RAFA FARIÑA

La gravedad de la situación obliga a intensificar los controles policiales para verificar que solo se realizan los desplazamientos autorizados. Quedarse en casa, la mejor opción. [Foto: RAFA FARIÑA]


13:30. PRESENCIA DE LA BRILAT

Presencia de la Brilat. RAFA FARIÑA

Los soldados de la Brilat refuerzan a diario la labor policial en toda la geografía gallega y también Asturias. Este miércoles, además de en Pontevedra, estuvieron en Ourense, Oviedo y Gijón. [Foto: RAFA FARIÑA]


17:00. LA ALTERNATIVA CANINA

La alternativa canina. GONZALO GARCÍA

Paser al perro es, para muchos, la única ocasión del día para salir a repirar un poco de aire puro. Algunos, en exceso.Pero la presión policial también ha frenado la picaresca. [Foto: GONZALO GARCÍA]


17:45. UNA CIUDAD FANTASMAL

Gutiérrez Mellado se queda sin actividad. RAFA FARIÑA

El centro urbano se queda prácticamente desierto después de comer. Calles otrora con bullicio y frenesí se han quedado mudas, pétreas y estériles de transeúntes. [Foto: RAFA FARIÑA]