Premio Fin de Carreira

Brianda Otero: "La difusión del patrimonio sirve para concienciar sobre su protección"

Un viaje a Italia y la restauración del Pórtico da Gloria la animaron a sacarse "la espinita" y matricularse en la Escola de Restauración tras pasar por la Universidad. Cuatro años después recibe el Premio Fin de Carreira por su expediente. "Me pasaría la vida aprendiendo", afirma
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photo_camera Brianda Otero. DP

Brianda Otero Moreira (O Porriño, 1992) contesta a través del correo electrónico desde Bolonia, donde se encuentra realizando la estancia de su tesis en la Universidad de esta ciudad italiana. Graduada el pasado curso en la Escola Superior de Conservación e Restauración de Bens Culturais de Galicia, situada en Pontevedra, acaba de lograr uno de los seis premios Fin de Carreira que otorga la Consellería de Educación a titulados en enseñanzas artísticas, dotado con 3.500 euros. Su especialidad es la escultura. "Evidentemente el esfuerzo y dedicación tienen un peso importante, pero sobre todo yo diría la pasión. Eso sí, el camino hubiera sido mucho más difícil si no hubiera tenido en este recorrido a personas tan maravillosas como mis compañeras, profesores que nos han transmitido ese entusiasmo, mi círculo más cercano, mi familia. Sin todo ello, no hubiera llegado a tener de media un 8,84, y no hubiera optado al premio", admite.

Se graduó con 29 años. ¿No fue Restauración su primera opción tras terminar el instituto?
Antes de matricularme en la Escuela hice Historia del Arte en la Universidad de Santiago y el Máster en Estudios Medievales, y luego trabajé un año en el Museo de Pontevedra con el Plan de Práctica Laboral de la Deputación. La decisión de cursar estos estudios fue por una conjunción de motivos. Pero, sobre todo, era una espinita que tenía desde que acabé Bachillerato. Dudé muchísimo sobre si estudiar Historia del Arte o Conservación. Por otra parte, durante todos estos años, iba a los museos y si tenía la oportunidad de ver un trabajo de restauración me saltaba la lagrimilla. Esto me pasó en un viaje que hice con mis hermanos a Italia casi unos meses antes de matricularme, y en la visita que hicimos a la capilla Scrovegni tuvimos la suerte de ver antes de entrar un vídeo con los trabajos de restauración que habían llevado a cabo. Coincidió también con el final de los trabajos en el Pórtico da Gloria, y la difusión de los estudios. El contacto con estos trabajos me emocionó tanto que me dije: tengo que hacer esto.

¿Por qué eligió la especialidad de escultura?
Al principio no lo tenía muy claro, porque también me llamaba la atención la de documento gráfico y la de pintura mural me parece de lo más interesante. Es un drama, me pasaría la vida aprendiendo, pero había que decidir y fui práctica. En escultura había algunos materiales que me gustaban más o menos, pero todos al final tenían un atractivo. Y la tridimensionalidad de estas piezas es algo que cautiva, ¿no? También todo sea dicho, me acuerdo de pasar por los pasillos los primeros años, ver las piezas que tenían en los talleres de 4º de escultura, y quedar fascinada. Al principio tenía dudas, pero pasé un par de veces por delante y se me quitaron.

Se graduó a finales de abril, pero no perdió el tiempo desde entonces.
Fueron unos meses un poco frenéticos. Al día siguiente de graduarnos cogimos un avión mi compañera y yo y nos fuimos algo más más de un mes al Museo Nacional de Arte de Cataluña. Estuve en el taller de inorgánicos con Àlex Masalles, encantadísima. Fue una experiencia absoluta. Hemos aprendido un montón, y no puedo estar más que agradecida al museo, y sobre todo a mi tutor durante ese mes de prácticas. Al volver entregué, con muy poco margen de tiempo, el Trabajo Fin de Estudios, que en mi caso fue sobre la carpintería de armar policromada en Galicia. Lo presenté al mes siguiente, en pleno proceso de oposiciones, a las que me presenté por primera vez para ver la mecánica.

"De nada sirve invertir en una gran restauración si no se plantean estrategias de mantenimiento"

Y ahora trabaja en su tesis.
Sí, y no me queda mucho, más o menos seis meses. Evidentemente ocupa gran parte de mi tiempo. Estuve dos semanas en el Instituto Warburg en Londres, fundamental para estudiar la influencia de la Antigüedad en los distintos períodos históricos. Al volver de allí estuve en Córdoba con otra compañera de la Universidad de Santiago porque formamos parte del proyecto de investigación de la Biblioteca Digital Ovidiana, que trabaja con las ediciones ilustradas del poeta romano Ovidio en las bibliotecas españolas. Y ya desde el 20 de septiembre estoy en Bolonia, haciendo la estancia de la tesis en la Universidad. Estoy a ratos metida en bibliotecas consultando los manuscritos de mi tesis doctoral o bibliografía específica.

¿Qué planes de futuro tiene al terminar la tesis? ¿Ve complicada la inserción laboral en este sector?
La verdad es que ahora mismo estoy tratando de centrarme en terminar la tesis, porque me queda muy poco. Pero, aun así, mientras tanto no me cierro puertas en absoluto. Intento estar atenta a las licitaciones, a las oportunidades que pueda haber, porque tampoco te van a traer el trabajo a la puerta de casa. También hay que moverse un poco porque la inserción laboral francamente fácil no la veo. Aunque tampoco quisiera ser catastrofista y ponerme en imposibles.

¿Considera que la sociedad está concienciada respecto a la necesidad de proteger el patrimonio?
Es una muy buena pregunta. La respuesta daría para mucho y tiene también muchos matices. Me gustaría pensar que sí, pero desgraciadamente creo que falta mucho para poder llegar a afirmar que estamos concienciados con el cuidado del patrimonio. Es verdad que cada vez surgen más iniciativas en relación el patrimonio y su cuidado, muchas nacen de asociaciones o incluso en las redes sociales, y generan una respuesta en general positiva. Pero honestamente queda muchísimo por hacer.

Uno de los ejemplos más recientes son los ataques al patrimonio por parte de los activistas climáticos. ¿Qué opina de estas actitudes?
Esto engloba mucho más que el propio cuidado del patrimonio e interpela a muchos más actores que a los conservadores. Estoy convencida de que se puede defender esta causa, que es necesaria, sin dañar nuestro patrimonio. Es más, es que debería ser precisamente al contrario: se debería entender el patrimonio como un marco que permita encontrarnos, dialogar, mirar, escuchar, descubrir e incluso debatir, y no un instrumento para confrontar, o con el que enfrentarse. En parte, esto tiene que ver con la valoración y por consiguiente también con la educación patrimonial y cultural. En los últimos años se ha venido insistiendo en la difusión y en la educación patrimonial como un instrumento eficaz para el cuidado del patrimonio, pero es una carrera de fondo que no va a producir resultados inmediatos.

"El activismo climático, que es necesario, puede defenderse sin dañar nuestro patrimonio"

¿Qué solución propone?
Creo que vale la pena apostar por la difusión patrimonial y no dar un paso atrás, porque es también una manera concienciar y a la vez ejercer una protección. Pensemos que en el momento en que se conocen y se valoran los bienes patrimoniales es en realidad cuando se empiezan de alguna manera a proteger. Es difícil que la sociedad valore realmente su patrimonio si no lo conoce. Y esto es algo que pude constatar en mi trabajo de fin de estudios sobre las techumbres de madera policromadas en Galicia. Desgraciadamente, en las últimas décadas hemos perdido algunas por falta de mantenimiento y de valoración social e institucional. La difusión aquí tiene un papel importante.

¿Y qué papel juegan las instituciones en este sentido?
En relación con el cuidado del patrimonio, las instituciones deberían escuchar un poco más a los profesionales porque a veces me da la sensación de que se solucionan los problemas a base de parches por no intentar consensuar, que lleva mucho más esfuerzo. Soy consciente de que la gestión del patrimonio, y las intervenciones en patrimonio, entrañan muchas dificultades. Pero por regla general, los proyectos de restauración con un entendimiento entre las partes y con una buena coordinación tienen un resultado positivo. Y, por otra parte, yo diría que quizás deberían asumir, y por tanto actuar en consecuencia, que restaurar o intervenir no implica paralizar un proceso de deterioro. Creo que es pertinente preguntarse si es eficaz, por ejemplo, efectuar una gran inversión en la restauración de un monumento y olvidarse, o distribuirla en labores de mantenimiento en un mayor número de edificios. La inversión pública en patrimonio y en su restauración es imprescindible, pero de nada sirve plantear una gran restauración, con toda la inversión que eso conlleva, si no se plantean estrategias de mantenimiento. Estar cada cierto tiempo interviniendo sobre la obra, precisamente por no hacer un mantenimiento, repercute negativamente sobre la misma. Estás sometiendo al patrimonio a una nueva intervención, a un estrés. Por tanto, el mantenimiento es otro punto importante para el cuidado del patrimonio y que en realidad interpela en gran medida a las instituciones.

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