Los puestos en las policías locales de Galicia se venden muy caros. Un exigente examen teórico (que tuvo lugar el 20 de enero en Silleda) es el primer paso para los aspirantes, que se cuentan por cientos. De ellos, 320 consiguieron el billete para el penúltimo escalón (restaría el análisis psicotécnico), las rigurosas pruebas físicas que, como cada año, se celebran en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva de Pontevedra. Las dominadas, siempre difíciles en momentos de alta tensión, el salto horizontal, la natación y, sobre todo, los 50 metros lisos, son las dificultades a las que se enfrentan el miércoles y este jueves los opositores, en busca de una de las 70 plazas que ofrecen municipios de toda Galicia.
La importancia de la cita se reflejaba en los rostros de cada uno de los candidatos a las plazas, que recibieron al visita de Santiago Villanueva, director xeral de Emerxencias e Interior. La Xunta de Galicia asumió en 2017 la gestión integral de las pruebas de acceso a policías locales de toda la Comunidad Autónoma, un modelo al que se han adherido la mayor parte de los municipios, aunque sigue habiendo algunos (el ejemplo más próximo es Vigo) que prefieren seguir organizando el proceso siguiendo sus propias reglas.
La prueba que supuso una criba mayor fue la de siempre: los 50 metros lisos. El rigor del cronometraje eléctrico hace que los candidatos a funcionarios tengan que entrenarse durante meses, incluso años, y sigan corriendo el riesgo de no recorrer la distancia en el tiempo máximo exigido.
El salto horizontal también requiere adiestramiento, lo mismo que las dominadas. Se echa en falta un poco de flexibilidad, en especial en aspirantes que se quedan muy cerca de los mínimos, acompañadas de la obligación de mantener el estado físico a lo largo de los años, una vez que se alcanza el puesto. Ambas cosas mejorarían el servicio.
Entre tanto, los opositores ponen toda la carne en el asador para superar cada uno de los obstáculos que les separan de su sueño.