Ecos tomasistas

Se cumplen diez años de la última presencia de José Tomas en Pontevedra. Diez años en los que su recuerdo se ha mantenido flotando en el aire como el éter de la necesidad de una fiesta que busca siempre a un redentor para su refresco ante las dudas
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photo_camera José Tomás. JAVIER CERVERA

Escribir de José Tomas es escribir en piedra. Dejar constancia del paso por el territorio de los mortales de un ser eterno que, desde un toreo de espacios imposibles, cambió el signo de la historia de la tauromaquia. En tiempos de dudas, de tormentas permanentes alrededor del mundo del toro, la figura de José Tomás supone siempre uno de esos bálsamos que la fiesta necesita para recuperar su hegemonía, para catapultar sus indudables posibilidades artísticas y, sobre todo, para captar la atención de un público que parece haberse dejado llevar por las confusiones, evidentes en más de uno, para darle la espalda a la pasión por el toreo.

Se cumplen diez años de la última presencia de José Tomás en Pontevedra, diez años en los que no ha pasado una sola feria sin que se plantease el deseo imposible del regreso al coso de San Roque del dios de piedra de Galapagar. Pero José Tomás se ha dedicado a otra cosa, a su vida, algo perfectamente respetable y a de vez en cuando arrastrar su leyenda eterna por algún coso escogido previamente en el que ningún mimbre quedase suelto (ganaderías, taquilla, imagen...) para renovar esa gloria. Siempre quedará en el debe del torero su mayor implicación desde su posición hegemónica con la fiesta para su defensa ante tanto enemigo, ante tanto desertor. En su maleta, junto a orejas, rabos y gestas convertidas en instantes imborrables del toreo, también hallamos sus compromisos con el toreo en Barcelona, en San Sebastián, sus tardes de Las Ventas, pero el tiempo ha ido dejando a José Tomás como esa figura de cera eterna ante al toro. El ademán impasible, la figura recta como una vela ante la embestida del burel y el tiempo que, en ese instante convertido ya en eterno, parece abstraernos hacia otra dimensión.

En 2009 José Tomás toreó por última vez en el coso de San Roque, la tercera presencia consecutiva tras su regreso a los ruedos en 2007 (en 1997 y 1998 ya había toreado en Pontevedra) con una cuidada gira que incluía a Pontevedra junto a dieciseis ciudades más. El año siguiente fue el de su espectacular tarde en Las Ventas del mes de junio para, en agosto, estar de nuevo en Pontevedra y repetir salida por la puerta grande, con una plaza atestada de gente procedente de los rincones más variados y muchos, muchos políticos de izquierda y de derecha, esos mismos que ahora reniegan del mundo del toreo como de la peste. Un triunfo que no se pudo repetir en 2009 con un ganado de El Torreón imposibilitado para la lidia.

Siempre quedará en el debe del torero su mayor implicación desde su posición hegemónica

"El toreo de verdad", "De otra galaxia", fueron algunos de los titulares escritos en este mismo me dio tras el paso de José Tomás por A Moureira. Tardes que quedan para la historia de la plaza y de un aficionado que está ansioso de que surga de nuevo otra figura que le de vigor a una fiesta que necesita como el comer la renovación del escalafón y la presencia de nuevos toreros. Ojalá estemos, con el sevillano Pablo Aguado, asistiendo en esta temporada al surgimiento de una figura y su próxima presencia en Pontevedra sirva para presentar en sociedad al nuevo talento de la tauromaquia.

En aquellos tres años consecutivos en Pontevedra también pudimos comprobar de cerca la personalidad de José Tomás, ya que en dos ocasiones recibió por parte de la peña La chaquetilla el premio Manolete a la mejor faena del año anterior, teniendo el detalle con los aficionados de recogerlo durante su presencia en Pontevedra en sendos actos celebrados en El Cafetín, con la presencia de numerosos seguidores con los que no dudó en hacerse fotografías quien marcó una época en la historia del toreo más reciente.