El edificio que ardió el 1 de febrero de 2016 entre Michelena y A Ferrería será rehabilitado en su integridad. Así lo ha confirmado a este periódico el abogado de la propietaria del inmueble, que asegura que el proyecto de restauración tendrá sello pontevedrés. El estudio de arquitectura Rodríguez y Pintos se ha hecho cargo del diseño de la reforma por encargo de la dueña de dicha construcción, que en principio se destinará a oficinas y a bajo comercial.
Aunque no existen plazos concretos, la intención de la propiedad es iniciar los trámites ante el Concello cuando se disponga del proyecto definitivo. Las mismas fuentes señalan que ya se están llevando a cabo trabajos topográficos, como mediciones georreferenciadas de toda la instalación.
La reforma del edificio, que fue pasto de las llamas hace cinco años, deberá cumplir los requisitos del plan de conservación del casco viejo
La reforma no se antoja sencilla, sobre todo por su tramitación urbanística. De hecho, el edificio está incluido en el plan de conservación del casco histórico de Pontevedra, el denominado Peprica, que exige más requisitos que otras obras convencionales.
Aunque está afectado por el Peprica, no todo el inmueble tiene el mismo grado de protección. La parte situada en el número 12 de Michelena, en el que ardió la zapatería Cuplé, plantea menos dificultades porque el nivel de conservación es inferior. En la actualidad, la parte inferior de la fachada está plagada de carteles y su entrada está bloqueada con cadenas. En la parte superior hay dos ventanas, ambas tapiadas.
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La parte de la construcción que plantea más dificultades urbanísticas es la ubicada en el número 6 de la Rúa dos Soportais de A Ferrería, en la que se quemó la tienda de telas La Moda Ideal, en cuya trastienda se originó el incendio debido a un cortocircuito. Aquí, el grado de conservación es uno de los más elevados: el estructural. Esta condición obligaría a que la obra de restauración incluyese la recuperación de la galería exterior, que se vino abajo como consecuencia del incendio de 2016, y de la estructura original, compuesta fundamentalmente por grandes vigas de madera.
Aunque el Concello tramitó en su día la declaración de ruina, esta nunca llegó a aprobarse, tal y como confirman fuentes municipales. Esta catalogación lleva implícita dos medidas: el desalojo de los posibles inquilinos de una construcción y la revisión a la baja del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI).
La división impulsada en 2018 por la propiedad se dejó caducar. Esta situación no afectará a la reforma del edificio, que será total.
