En agosto de 2008, el pesquero Ratonero estaba ya bajo vigilancia. Los agentes de Aduanas sabían que la embarcación patroneada por José Luis Devesa iba a actuar de nodriza de la lancha rápida de Fernando Prado, primo de Sito Miñanco y uno de los pilotos más veloces del momento en las Rías Baixas. Eran necesarios más de 10.000 litros de combustible para que la planeadora pudiese recorrer las más de 1.000 millas entre el punto de encuentro con el barco que transportó la droga desde Sudamérica (unas cuatro toneladas de cocaína) y las costas pontevedresas. Los protagonistas de esa secuencia reconocieron la semana pasada, con pequeños matices, la organización de un plan que resultó fallido y que se saldó con los fardos de droga en el agua, la planeadora varada y en llamas en A Lanzada y la mayor parte de los responsables del entramado, incluido Rafael Bugallo, O Mulo, entre rejas.
El Ratonero (y su patrón) cayeron en manos de la Policía, pero sus andanzas no concluyeron ahí. El marco legal vigente en aquel momento permitió que Devesa retomase el negocio en cuanto salió de prisión (se hallaba preso de forma preventiva) por los citados hechos que se están juzgando estos días en Pontevedra. El pesquero seguía en sus manos y sus contactos con los colombianos permanecían intactos.
Así, a principios de enero de 2012, el patrón grovense ya había trazado un nuevo plan que incluía el transporte de unos 2.200 kilos de cocaína desde el Oeste de Cabo Verde hasta las proximidades de Galicia. Así lo relata en su investigación el exfiscal Antidroga de Pontevedra, Luis Uriarte, que señala a Jorge Cono Barral y a José Antonio Búa Padín (también entre los procesados por el caso de A Lanzada) como dos de sus socios.
En este caso, al Ratonero se le acumuló el trabajo. Por una parte, tenía que recoger la cocaína en altamar. Por otra, debía administrar combustible a la planeadora que llegaba desde Pontevedra para acercar los fardos a la costa.
El 20 de febrero de 2012, el pesquero volvía a caer en manos de las autoridades. Los agentes del SVA detuvieron a Devesa y al resto de la tripulación y, en un sagaz operativo, se mantuvieron a la expectativa en el punto de encuentro. Dos días después apareció en escena la planeadora con el citado Búa acompañado por José Manuel Cores y por Baltasar Vidal, Saro, quienes, inconscientes de lo que sucedía, establecieron contacto con el Ratonero. Instantes más tarde avistaron al Petrel (el buque de Aduanas), por lo que emprendieron una vertiginosa huida que concluyó con la lancha varada en el archipiélago de Madeira. Allí permanecieron agazapados durante horas, hasta que cayeron en manos de la policía portuguesa.
Tras estos hechos y con el nuevo ingreso en prisión de Devesa y de sus colaboradores, el destino del Ratonero fue distinto. El fiscal pidió inmediatamente el decomiso del pesquero (o su equivalente en dinero) y su adjudicación al Estado a través del Fondo del Plan Nacional contra la Droga.
Pocos meses después del operativo policial, el 9 de mayo de 2012, el Juzgado de Instrucción 3 de Vigo dio por concluido el proceso de subasta que, en tiempo récord, sirvió para que el narcobuque saliese del mercado ilícito de una vez por todas. Con un precio de salida de 11.000 euros, un particular (que, al parecer, pretendía dedicarlo a la pesca en la zona de A Coruña), pujó hasta los 55.000, cantidad que fue a parar al citado fondo estatal. Asumió, además, la hipoteca que pesaba sobre el barco desde que fue adquirido por Devesa.
La Policía sospecha, además, que el Ratonero fue empleado para varios alijos más que no pudieron ser detectados y que llegaron a las costas pontevedresas.
El pesquero de la cocaína
El Ratonero, embarcación empleada por la red de O Mulo que está siendo juzgada en la Audiencia, ha vuelto al mar para labores pesqueras. Sin embargo, antes de ser subastada, su patrón, José Luis Devesa, la cargó con dos toneladas de droga