PONTEVEDRANDO... PXA Body Art

El tatuaje honesto

Conocí a Pedro Pérez este miércoles y en cosa de un cuarto de hora lo convertí en mi mejor amigo

Pedro Pérez posando en su estudio de la calle Laranxo. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Pedro Pérez posando en su estudio de la calle Laranxo. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

¿Estudias o trabajas? Esa pregunta tan recurrida, que todo mozo o moza espera que le haga una media naranja, a Pedro Pérez se la hicieron sus padres cuando él tenía 16 años. Lo cierto es que no se la formularon como una pregunta, sino como una afirmación: o estudias o trabajas. Así que Pedro se puso a trabajar en una bocatería. 5 años después, a los 21, se jugó la vida, los pocos ahorros que había hecho en la bocatería y la casa de sus padres, pidió un préstamo y montó PXA Body Art, un estudio de tatuajes en la rúa Laranxo. "Al principio pasaba las noches echando cuentas. O la cosa salía bien o mi futuro sería pasarme los siguientes 10 años trabajando en lo que fuera y dedicando hasta el último céntimo a devolver el préstamo para que no nos embargaran la casa".

Tenía la confianza de su familia y bastante práctica poniendo piercings. "En casa, a amigos con poco sentido común". Trabajaba también para cuatro de los cinco estudios que había entonces por Pontevedra. "Sobre el papel a mí me daban las cuentas para abrir mi propio estudio, pero luego resultó ser más duro de lo que parecía. Los alquileres de un local comercial son más caros que los de una vivienda, lo mismo que la luz, el agua, todo.

Desde aquel día de 2008, Pedro no ha vuelto a comer. Lo juro. Ha cenado y desayunado regularmente, pero no ha vuelto a comer. Entra en el estudio por la mañana y trabaja, según el día, 12, 13 o 14 horas. "Aprovecho esas horas a mediodía para contestar correos, contactar con tatuadores, mandar presupuestos".

Pedro Pérez posando en su estudio de la calle Laranxo. JAVIER CERVERA-MERCADILLO (2)

Actualmente gestiona un equipo de 35 personas: él y cuatro tatuadores fijos y otros 30 repartidos por medio mundo que colaboran con PXA Body Art. Cada mes recibe a unos 10, que vienen a Pontevedra a trabajar. Entre sus clientes, Neymar, Quaresma, Iago Aspas, Pepe Solla, Melendi o David Bisbal. Hay un poco de todo: quienes buscan a un tatuador concreto porque les gusta su trabajo; otros que le dicen a Pedro qué tipo de trabajo quieren y él les busca al tatuador adecuado; y luego los que no tienen muy claro lo que quieren y prefieren escuchar sugerencias. "Luego también los hay que ven un catálogo y en dos segundos, a la cuarta foto que ven ya se han decidido. Yo les digo que así no, que hay que pensárselo y tenerlo claro, que una decisión para toda la vida no se debe tomar a la ligera. Es como si alguien entra en un local de copas proponiendo matrimonio eterno a la primera persona con la que se cruza".

El tatuaje, creo yo, es más que otra cosa un compromiso que una o uno adquiere consigo mismo. Una vez hecho, ahí queda. No es un juego. Tiene que ser algo con lo que uno se identifique, se sienta representado. El pelo se puede teñir, cortar o dejar crecer. La ropa, el estilo, puede cambiarse o adaptarse a modas, pero un tatuaje queda ahí para siempre.

El mundo de los tatuajes ha evolucionado mucho en los últimos tiempos. Cuando yo era joven, sólo se veían tatuajes de corazones, nombres de novias o de mamás, o rollos en plan: "Sé flexible como un junco pero firme como un roble", cosas que Pedro describe así: "Lo que hacían en la cárcel o en el mar". Y en la mili, añadiría yo. En PXA Body Art se especializaron desde el principio en el tatuaje realista, esos que parecen tal cual una fotografía. Tiene su riesgo. Si uno se tatúa unos caracteres asiáticos, lo que estaba muy de moda hasta no hace demasiado tiempo, nadie sabe lo que significan, ni el tatuado, ni el público en general ni puede que el tatuador; pero si el tatuaje es el retrato hiperrealista de una persona degollada saliendo entre unas cortinas todo el mundo puede interpretarlo en un sentido u en otro cualquiera, pero a nadie se le escapa.

Pues es lo que ofrece Pedro: muestra quién eres, qué quieres representar, cómo quieres ser y cómo esperas que te vean. Identifícate. No es fácil, eso lo sabemos todos. Una cosa es describirse a uno mismo en un momento determinado. Eso lo sabemos hacer todos. Otra cosa muy diferente es que uno sea para siempre lo que ha decidido ser, y no hay manera máas honesta de ser alguien que escribiéndolo en la piel. La piel no miente cuando quien escribe o dibuja sobre ella lo hace honestamente.

Luego, por encima de todo, están las personas: las que tatúan y las que se tatúan. Unas ponen la piel y otras escriben sobre ella sentimientos, sensaciones y sobre todo belleza eterna. Y para plasmar la belleza sobre el cuerpo de otra persona hace falta, sobre todo, buena gente como Pedro Pérez. Yo lo conocí este miércoles y en cosa de un cuarto de hora lo convertí en mi mejor amigo. Si algún día quiero expresar quién soy yo a través de mi cuerpo, llamaré a Pedro Pérez, porque todo esto es, más que nada, una cuestión de sinceridad y de honestidad.

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