El plan b de Ence si se ve obligada a cerrar su complejo industrial en Lourizán es crecer en Navia y trasladar a Asturias las cerca de 450.000 toneladas de celulosa que ahora mismo salen de la fábrica pontevedresa.
En estos términos se lo expuso el presidente de la compañía, Ignacio de Colmenares, a los inversores durante la primera reunión mantenida tras la sentencia de la Audiencia Nacional que retiró a la empresa la prórroga de 60 años para seguir ocupando la costa pontevedresa.
La compañía lo tiene claro. Primero presentarán recurso, como ya advirtieron tras conocer el fallo judicial, para que el Tribunal Supremo les devuelva este permiso que garantizaría su permanencia en la ría hasta 2073. En caso de perder este litigio, intentarían recurrir ante la justicia europea.
Pero si se viesen abocados a cerrar la planta pontevedresa, las preferencias no pasan, precisamente, por reubicarse dentro de Galicia. Ni siquiera con fondos europeos por medio. La intención expresada por Colmenares a los mercados es trasladar directamente la capacidad productiva de su planta gallega a la asturiana.
Ence ya tiene incluidas en su plan estratégico 2019-2023 tanto la diversificación de la producción en la biofábrica de Navia hacia una celulosa para uso textil y productos absorbentes, como la construcción de una planta de cogeneración energética en Almería.
El proyecto de Navia supondrá una inversión de 495 millones de euros, tiene dos años de plazo de ejecución, creará 1.250 puestos de trabajo y no solo será autosuficiente energéticamente, sino que producirá más electricidad renovable de la que consumirá durante el proceso.
La empresa ya dispone de terrenos, tramitación ambiental avanzada y gran parte de la ingeniería desarrollada. Y además, opta a recibir el apoyo de los fondos europeos. La idea es aumentar esta nueva línea, que en principio estaba diseñada para producir 340.000 toneladas de celulosa, hasta casi las 500.000, que es el total máximo de capacidad instalada en el complejo de Lourizán.
Complejo de Lourizán
Ence ya creció en Navia en 2019 con un proyecto que permitió aumentar la capacidad de producción de la biofábrica en 80.000 toneladas, hasta alcanzar las 685.000 millones de kilos de celulosa al año, lo que supuso un incremento del 13% en su capacidad productiva.
En lo que no está pensando la compañía en estos momentos es en un traslado dentro de Galicia, después de que la consultora Idom rechazase todos los posibles emplazamientos por carencias técnicas estratégicas para el desarrollo industrial de Ence.
Ademas, esta salida de Galicia hacia Asturias permitiría mantener a los madereros gallegos como abastecedores. Ahora mismo, la empresa trabaja directamente con un tercio de toda la madera que se corta en Galicia –en torno a 3,3 millones de metros cúbicos al año–, a lo que habría que sumar la materia prima que otros maderistas llevan directamente a sus plantas, tanto a la pontevedresa como a la asturiana de Navia. Según los datos que maneja el sector, el grueso del eucalipto que se corta en los distritos forestales más productores –Ferrol-Ortegal. A Mariña lucense y Terra Chá– ya están nutriendo a la factoría asturiana. El año pasado, en estas tres áreas se cortaron 2,33 millones de metros cúbicos de eucalipto, el 42% del total de Galicia. El resto, salvo el que se envía en tren hacia Portugal, viene a parar a Pontevedra.
Con este esquema, parece evidente que los productores más afectados por el futuro de la planta de Lourizán serían los de distritos forestales como Santiago-Meseta interior, Barbanza, Fisterra, Deza-Tabeirós, Caldas-O Salnés y Vigo-Baixo Miño.