Enrique Espiño: "Rogamos a las víctimas que nos llamen; en menos de cinco minutos estaremos en el centro"

El interlocutor sanitario de la Policía Nacional de Pontevedra lleva poco más de cuatro meses en el cargo, pero ya ha tenido tiempo de inspeccionar todos los centros de salud y de reunirse con algunos de los principales responsables del sector para informarles de la importancia de que cuenten con él cuando lo crean necesario

Enrique Espiño, jefe provincial de Seguridad Privada del CNP. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Enrique Espiño, jefe provincial de Seguridad Privada del CNP. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Hay más problemas que llamadas a la Policía...

Es cierto. Nosotros estamos 24 horas de servicio. Si nos llaman de Montecelo tardaremos menos de cinco minutos. Rogamos que nos llamen. Lo importante es que tranquilicen a las personas.

Tampoco hay muchas denuncias.

Solo tuvimos tres en este tiempo (desde octubre), y se produjeron 13 agresiones. Tenemos el problema de que los hechos no se denuncian. El personal sanitario es muy reticente a ello. En ocasiones prefiere denunciar directamente en el juzgado, lo que supone un gran retraso para nosotros.

¿Solo tienen competencia en los centros sanitarios?

No. También nos ocupamos de las agresiones que se producen fuera de servicio, cuando los profesionales son atacados en la calle.

¿Han tenido algún caso grave?

Una señora le dio una bofetada a una doctora, pero hubo unos condicionantes particulares.

¿Cómo se debe actuar ante una posible agresión?

Nosotros aconsejamos la contención verbal por parte de los profesionales para desactivar la actitud de los posibles agresores. Así nos dará tiempo de llegar. Solo con nuestra presencia se resuelven la mayor parte de ellas, salvo que haya una agresión física.

¿Cuáles son sus atribuciones?

La inspección y el control de todos los establecimientos obligados a contar con medidas de seguridad de la provincia. Ya teníamos un contacto directo con empresas y hospitales, por eso nos nombran interlocutores sanitarios.

¿En qué ha centrado su trabajo estos primeros meses?

Recorrí todos los centros. Montecelo, Provincial, Quirón, Santa María, A Parda y Adeslas, en Pontevedra. En Montecelo tenemos más conflictividad, pero el riesgo es medio, pues allí hay dos vigilantes. A Parda lo califiqué de riesgo alto por estar abierto las 24 horas y no contar con ningún tipo de seguridad. Allí tenemos que estar más atentos que en ningún otro sitio. Cada seis meses haremos una nueva valoración en función de los datos que recopilemos.

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