¡Eso ya lo veremos!: así conquistó el PP la Diputación de Pontevedra

Acostumbrado a ejercer la política contra todo pronóstico, Alfonso Rueda se trabajó durante años los partidos judiciales de la provincia con un único objetivo; arrebatarle la Diputación al PSOE. En el laboratorio estratégico del PP gallego, alguien le dijo al presidente durante la precampaña que conquistar el 28-M esa atalaya habitada por la socialista Carmela Silva parecía una misión imposible. "¡Eso ya lo veremos!", le contestó
El comité provincial del PP, el pasado miércoles, recibió con aplausos a rueda, al ritmo del Glory Days de Bruce Springsteen, tras el 28-M. DAVID FREIRE
photo_camera El comité provincial del PP, el pasado miércoles, recibió con aplausos a Rueda, al ritmo del Glory Days de Bruce Springsteen, tras el 28-M. DAVID FREIRE

Quería la Diputación y ya la tiene. Contra todo pronóstico, como le ha ocurrido casi siempre en su ya dilatada carrera política, Alfonso Rueda hizo valer su apuesta personal frente a todas las quinielas políticas y periodísticas. Al PP le han salido ahora los números, pero el presidente del partido lleva haciendo las cuentas desde 2016.

Entonces, también contra todo pronóstico, Alberto Núñez Feijóo le encomendó sustituir a Rafael Louzán al frente del PP en la provincia de Pontevedra. Las urnas habían expulsado a Louzán de la Diputación un año antes y el ciclo político del PSOE se afianzaba con más votos, más alcaldías y todo el poder en la institución provincial.

Muchos interpretaron el nombramiento de Rueda como un castigo de Feijóo. Pero seguramente el presidente gallego ya sabía que si alguien podía darle la vuelta a ese mal pronóstico, ese era su eterno número dos.

A la encomienda dedicó Rueda sus últimos siete años, consciente de que teñir de nuevo de azul el mapa político provincial no era una tarea precisamente sencilla. En medio, y de nuevo contra todo pronóstico, Feijóo dejó la Xunta para irse a Madrid y en dos meses Alfonso Rueda acabó investido al frente de la Xunta y elegido presidente del PPdeG con el 97,2% de los votos de su partido.

Asumió las nuevas responsabilidades, pero jamás perdió de vista el objetivo de recuperar la Diputación en Pontevedra. El trabajo ya estaba diseñado. Primero había que poner fin a la sangría de su partido en Vigo, que en dos elecciones frente al huracán de Abel Caballero pasó de 13 a 7 concejales y de 7 a 4. Para ello construyó una nueva candidata, Marta Fernández-Tapias, a la que formó en Santiago bajo su directa supervisión y después en la delegación viguesa de la Xunta. El pasado domingo el PP recuperó 4.672 votos y un concejal en la ciudad olívica, mientras Caballero perdía 18.742 votos. El todopoderoso socialista vigués mantuvo sobrado su alcaldía, es cierto, pero el partido judicial le entregó al PP uno de los tres diputados que le faltaban para asaltar la Diputación.

Y fue así porque también se mejoró el resultado en O Val Miñor, donde Gondomar y Nigrán eran y son feudos del PSOE. Quedaba Baiona, y Rueda convenció al exconselleiro de Sanidade Vázquez Almuiña para que dejase la Autoridad Portuaria de Vigo y se pelease de nuevo por esa alcaldía. Almuiña no solo recuperó el bastón de mando en las urnas, sino que lo hizo con 2.017 nuevos votos y cinco concejales más para el PP. La misión estaba cumplida.

Luego venía el partido judicial de Pontevedra, otro hueso duro de roer. Aquí el diputado a ganar para el PP en la Deputación se dirimía en la capital. Y Rafa Domínguez, otro clarísimo hombre de Rueda, ganó las elecciones, subió 3.656 votos y dos concejales, superó en tres mil votos al BNG, en más de ocho mil al PSOE, y abrió el camino del nuevo escaño provincial. Había que apuntalarlo con el resto de concellos del partido judicial. Y así lo hicieron las mayorías absolutas de Jorge Cubela en Cerdedo-Cotobade (10 concejales de los 13 posibles) y de Ángel Moldes en Poio, donde el PP sumó dos concejales más y 1.138 votos nuevos. Tanto Moldes como Cubela también son productos de la factoría Rueda, igual que David Carrera en A Lama, donde había que reemplazar a Jorge Canda tras 20 años de gobierno y se logró mantener el resultado.

Con Vigo y Pontevedra conseguidos, faltaba ganar otro diputado más sin perder ninguno de los obtenidos en 2019. Y Rueda apostó por el partido judicial de Tui. En esta ciudad se inventó su propio candidato, Nicolás Montes, al que le encargó pacificar al PP local y recuperar la calle. Montes respondió el domingo con tres concejales más y 1.515 votos nuevos. Y en A Guarda, otro cabeza de cartel esculpido en los últimos años, Roberto Carrero, mejoró la marca del PP en dos ediles y sumó 566 papeletas.

Para obrar el milagro de la Diputación, nada podía fallar después en el resto de la provincia. Y todo rodó mejor de lo previsto. Los candidatos y candidatas dieron la talla. En Cangas, el veterano José Enrique Sotelo subió 3 concejales y 1.836 votos; en Redondela, Javier Bas creció en un edil y 891 votos; y en Marín, María Ramallo mantuvo su mayoría absoluta pese a bajar tres concejales y cerca de 400 votos. En el Deza, José Crespo, otro veterano, mejoró su mayoría con un edil nuevo y casi mil votos más que en 2019; lo mismo que hizo José López en A Estrada, sumando un nuevo edil y casi 300 sufragios extras.

Antes, en diciembre de 2021, el líder de los populares gallegos ya había culminado en O Porriño otra operación política de calado: una moción de censura ganada con la abstención de un expopular independiente que puso el bastón de mando en manos de Alejandro Lorenzo, el joven político a quien Rueda encomendó la reconquista de este concello histórico para el PP. El 28-M, Lorenzo recuperó ocho concejales y 2.698 votos y apuntaló otro partido judicial clave, apoyado en la sobrada mayoría absoluta de Nidia Arévalo en Mos.

Rueda gastó también la baza de su directora xeral de Turismo, Nava Castro, a la que envió a Ponteareas para mejorar el marcador en un complejo partido judicial formado por nueve municipios. Castro creció mil votos, dos concejales y puede recuperar la alcaldía respaldada por dos candidaturas independientes.

Los populares rompían así el maleficio de las últimas tres elecciones locales y sumaban tres asientos en la Diputación, suficientes para desbancar a la socialista Carmela Silva del sillón presidencial compartido con el BNG desde hacía ocho años.

El objetivo, contra todo pronóstico, se alcanzó. Apoyado en su nuevo presidente provincial, Luis López, y su secretaria general, Luisa Piñeiro, los populares de Alfonso Rueda se fueron a dormir el 28-M con 414 concejales en la provincia, 49 más que hace cuatro años, y con 27.130 votos nuevos. Su gran rival, el PSOE, perdía 32 ediles y 30.492 votos en una jornada que también resultó positiva para el BNG: los nacionalistas recuperaron 13.416 votos y 23 concejales.

Esa noche, en la sede compostelana del PPdeG, alguien se acercó a felicitar al presidente del partido por la reconquista de la Diputación. "De verdad que parecía imposible, Alfonso", comentó el veterano asesor. "Ya te dije que lo veríamos", contestó Rueda.

El relevo de Carmela Silva, para después del día 17 de junio
La orden es tajante en la sede gallega del PP: las declaraciones sobre el futuro de la Diputación de Pontevedra, para después de los plenos constituyentes de los concellos, algo que según la Ley Electoral sucederá el próximo 17 de junio.

¿Quiere decir eso que no se abrirá el debate de la presidencia de la institución hasta entonces? Evidentemente no, pero quien filtre el contenido de las conversaciones internas que ya han comenzado se arriesga a algo más que un simple tirón de orejas. Por el momento, las especulaciones quedan en manos de la prensa y de los analistas políticos que coronan las tertulias, Y allí se quedarán hasta que el líder de los populares gallegos decida. El período de escucha ha comenzado y quienes mejor conocen al presidente creen que el margen de los posibles aspirantes se ciñe en realidad a una limitada lista con dos o tres nombres. De momento, Rueda opta por lucir la discreción propia de Núñez Feijóo para estos nombramientos.