"Estamos hartos, no somos delincuentes"

Los cientos de jóvenes que cada viernes por la noche acuden fieles a su cita en O Campiño’ están cansados de que se les demonice "solo porque nos gustan los coches"
Concentración nocturna de jóvenes y coches en O Campiño
photo_camera Concentración nocturna de jóvenes y coches en O Campiño

DIEZ Y MEDIA de la noche. Las oscuras calles del polígono industrial de O Campiño empiezan a registrar una peregrinación de vehículos con un destino en común: el amplio aparcamiento situado junto a la nave de Comasa. Hace frío, el suelo está húmedo y amenaza lluvia, pero nada arredra a unos jóvenes que cada viernes, desde hace más de 10 años, acuden fieles a un escenario que nada tiene que ver con los tradicionales puntos de encuentro de adolescentes en un fin de semana. "Unos se van de botellón o al bar. Nosotros venimos aquí porque aquí somos felices", explica Gisela, que, pese a su juventud, es una de las veteranas del grupo.

"Nos conocemos todos, sabes quién es cada uno porque llevamos mucho tiempo viniendo. Aunque a veces aparece alguien nuevo y se integra sin problema. Aquí no se margina a nadie", asegura Christian, otro de los habituales desde los inicios de las quedadas. El joven matiza. "No son quedadas, porque no convocamos a nadie. La gente sabe que nos reunimos todos los viernes y cada uno sube cuando le apetece, pero es falso que haya convocatorias por whatsapp para hacer carreras ilegales ni nada parecido, como se ha dicho por ahí".

Se refiere a los comentarios que generó la última intervención en el polígono de la Guardia Civil de Tráfico, el pasado fin de semana, que se saldó con 14 conductores denunciados por "imprudentes exhibiciones de conducción evasiva, con bruscos acelerones y derrapajes sobre el asfalto, poniendo en evidente riesgo tanto la integridad física de los pilotos como de los demás usuarios y de los espectadores", según refleja el atestado oficial.


"La gente debe pensar que aquí estamos haciendo carreras continuamente en plan ‘Fast and Furious’, y para nada"


Una versión que indigna a Rubén, otro de los clásicos. "La gente debe pensar que aquí estamos haciendo carreras continuamente en plan ‘Fast and Furious’, y para nada. Venimos, charlamos de nuestras cosas y nos vamos. No hacemos ningún daño ni molestamos a nadie. Estamos hartos de que nos vean como maleantes, como delincuentes".

LOS DERRAPES. Sin embargo, todos los jóvenes reconocen que, "de vez en cuando", se realizan maniobras que, pese a ser vistas como una inocente exhibición de habilidad, constituyen una infracción del Reglamento General de Circulación. Son los famosos derrapes, que conllevan multas de hasta 500 euros y la retirada de seis puntos del carné.

Hace años, estas piruetas eran algo habitual. Los jóvenes aprovechaban la amplia explanada que se encuentra frente al aparcamiento para cruzar vertiginosamente sus coches, desatando la algarabía general. Pero la presión policial y el temor a las sanciones obligaron a abandonar estas prácticas, convirtiéndolas en esporádicas. Ahora, solo unos pocos se animan a dejar un derrape como tarjeta de despedida. "Es como una tradición. Lo hacen justo cuando se marchan, una vez y punto". Pero, obviamente, siempre hay alguna excepción.

A medida que avanza la noche, se multiplica la afluencia de coches y jóvenes (pocos son los que superan los 30 años) hasta que a la una de la madrugada se contabilizan más de 80 vehículos y cerca de 300 personas. "Normalmente somos más, pero hoy hay poca gente, por la lluvia y por lo que pasó el fin de semana pasado", aclaran los presentes.

A todos les une la pasión por el motor, por las mejoras mecánicas, por la adrenalina de la velocidad... No proliferan los caros deportivos —"aunque una vez vino un Porsche"— sino coches con varios años sobre el chasis que han sido cuidadosamente tuneados para ganarse la admiración general.

FALTA DE APOYOS. Christian y Gisela integran 'Volando bajo competición', empresa dedicada a la organización de concentraciones. "Llevo tiempo haciendo todo tipo de gestiones para conseguir un recinto donde organizar una prueba dentro de la más absoluta legalidad, donde la gente pueda disfrutar de los coches con seguridad y con todos los seguros en vigor. Incluso serviría para crear empleo. Pero en cuanto lo planteo me dicen que no, que estamos locos y que somos unos inconscientes", se lamenta el joven.

Le trasladó a Xestur utilizar el amplio solar donde se iba a construir la Cidade do Transporte, actualmente en desuso, pero recibió la misma negativa que le dieron los concellos a los que les expuso la idea. Tampoco la empresa privada ve con buenos ojos su iniciativa. "Todo son pegas y obstáculos. La única opción que nos dejan es seguir viniendo a O Campiño".

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