"Estamos en un momento en el que la demanda de vinos Rías Baixas es alta y no tenemos existencias"

▶Ramón Huidobro Vega, secretario general de la Denominación de Orixe Rías Baixas afirma que la demanda de albariño de la D.O. Rías Baixas ha alcanzado cotas tan altas que, sin empezar siquiera la vendimia, muchas bodegas ya tienen la producción vendida. Varias incluso temen no pasar del verano "con el vino que tienen"
Ramón Huidobro Vega. DAVID FREIRE
photo_camera Ramón Huidobro Vega. DAVID FREIRE

SI HAY ALGUIEN que conoce al dedillo la evolución extraordinaria de los vinos de la Denominación de Orixe Rías Baixas es Ramón Huidobro Vega, secretario general de la entidad desde hace casi 21 años y uno de los principales artífi ces de las estrategias que han situado a los caldos pontevedreses como referente internacional.

En su despacho del Pazo de Mugartegui, donde se encuentra la sede del Consejo Regulador, cuenta que estudió Geografía e Historia por su pasión por la planifi cación y ordenación del territorio, un campo de juego donde cree que "una denominación de origen es uno de los ejemplos más claros". El primer encargo que recibió fue claro: "Crecer sin perder el horizonte de nuestros vinos y la calidad" y lo cierto es que las cifras parecen dar por cumplido el objetivo. En este tiempo, la D.O. casi ha multiplicado por cinco la producción y ya exportan 109 de las 180 bodegas.

Huidobro, cuyo cargo ha sido revalidado tras las recientes elecciones del Consejo, asegura que Rías Baixas atraviesa un "momento dulce", pero también advierte de que la situación obliga a hacer reajustes. La demanda de albariño está agotando las existencias, las hectáreas crecen mucho más lentas que los racimos y a pie de las viñas empieza a acusarse la falta de relevo generacional.

"La D.O. está en una senda de proyección importante, gracias a un trabajo constante de viticultores y elaboradores"

El Consejo Regulador de la Denominación de Orixe Rías Baixas ha iniciado mandato con la elección de nuevo presidente y vicepresidente. Seguro que hay muchos retos encima de la mesa, pero ¿cuáles son los más urgentes?
Hemos encargado un plan director a la consultora Boston Consulting Group, que nos dirá cuáles son los hitos más importantes que debemos cubrir en los próximos años, hasta 2030. Es un plan de futuro, aunque creo que ahora mismo la D.O. está una senda de proyección importante, con un posicionamiento que se ha adquirido gracias a un trabajo constante, minucioso y concienzudo de los viticultores y los elaboradores, siempre con el concepto de calidad como bandera. Creo que lo más importante es no perder ese horizonte y ser capaz de surfear esa ola. Aprovechar el momento dulce que se está viviendo y sembrar acciones que nos permitan seguir creciendo. Hoy tenemos un posicionamiento de tranquilidad en los mercados, pero la calma no es tanta, porque la demanda crece y al fi nal no tienes vino para ofrecer, lo que genera tensiones. Lo ideal sería poder encontrar el equilibrio entre la oferta y la demanda y mantenerlo en el futuro. Creo que ahí es donde tenemos que centrarnos. Luego hay más retos puntuales: crecer en mercados concretos, afianzar el mercado de Estados Unidos y Reino Unido, equilibrar los precios, lograr mano de obra para la vendimia....

"Lo que no puede ser tampoco es plantar sin orden, porque puede que tengas más uva que la que
seas capaz de transformar"

¿Cómo se puede equilibrar la balanza entre oferta y demanda?
Teniendo el control de la producción, y abriendo y cerrando ese control en base a las necesidades que vayan teniendo los mercados. Actualmente tenemos una limitación de crecimiento y desarrollo territorial, porque las fi ncas que están plantadas son las que son. Es cierto que eso va a crecer, porque se está plantando más, pero lo que no puede ser tampoco es que se plante sin orden ni criterio, porque entonces te puedes encontrar con que se te escape de las manos y tengas más oferta de uva que la que seas capaz después de transformar en vino y comercializar. Esto generaría crisis internas.

"Un 25% de crecimiento sería asumible en los próximos años con la demanda que hay. Podríamos absorber 5.300 hectáreas"

¿En una de sus últimas comparecencias aludió a un posible crecimiento del 25% en diez años. ¿Es el tope máximo o el recomendado?
Ahora mismo estamos en un momento en el que la demanda es alta, tanto en el mercado nacional como en el mercado internacional, y no tenemos existencias. Eso en un sector como el nuestro es un problema por muchas razones. No te permite crecer en el mercado, porque no tienes existencias; con lo cual, por mucha demanda que tengas, no vas a poder satisfacerla. Frustra a distribuidores y proveedores, y también a los productores, que trabajan con más tensión. Creo que un 25% de crecimiento sería asumible en los próximos años. En la actualidad estamos en unas 4.300 hectáreas, pero con la demanda que está habiendo, pienso que Rías Baixas sería capaz de absorber 5.000 o 5.300 hectáreas. Cuando entré en esta denominación en 2022, estábamos en las 2.900.

¿A qué se debe esa alta demanda de albariño?
Cuando los sectores trabajan bien y se entienden bien, las cosas salen bien. Y creo que esa paz interna que hay entre bodegas, viticultores y las personas que forman parte de esta D.O, se transmite a los mercados. Es un sector donde hay mucha colaboración y cooperación entre todos. A eso se le suma un producto que está bien valorado por los consumidores y una variedad de uva que, aunque no es exclusiva de este territorio, aquí tiene una expresión diferente por las condiciones meteorológicas, las características del suelo y el saber hacer de los viticultores (...). Tenemos todos los componentes para que las cosas funcionen.

¿En qué porcentaje superan los pedidos al stock?
Es difícil saberlo, porque no puedes calcularlo. Pero sí es cierto que las bodegas dicen que si tuvieran equis mil litros más, los tendría vendidos. Ahora mismo el miedo que tienen las bodegas es quizás no ser capaces de pasar el verano con el vino que tienen. Tienen que dosificar porque hay una campaña de navidad que es fuerte, otra en verano que también lo es, y luego están esos períodos intermedios donde se tira más de las exportaciones, que son las que te permiten equilibrar y evitar esos picos. Sinceramente, las bodegas están vendiendo de manera contenida, porque subir los precios tampoco es bueno. El consumidor no entiende las subidas, ni el importador ni el distribuidor, aunque todo ha subido de precio: la uva, el papel, el cartón, el vidrio, el corcho, la mano de obra, la electricidad... Y si sales al mercado es para por lo menos empatar, no para perder.

"En la cosecha de 2021 la uva se pagó a un precio de medio de 1,70 y 1,80 euros, y en esta última a un promedio de 2,50"

¿Cuánto se ha revalorizado el coste de producción desde el estallido de la invasión rusa a Ucrania?
No lo sé exacto, pero mucho. En la cosecha de 2021 la uva se pagó en esta denominación a un precio medio de entre 1,70 y 1,80 euros, y en esta última se abonó a un promedio de 2,50.

Por la demanda.
Y por los costes que tiene la viticultura últimamente: tratamientos, mano de obra... O lo repercutes o te mueres.

"Hay bodegas que están buscando alternativas, elaborando en otras D.O. y apostando por otro tipo de productos"

"No me atrevo a calificarla todavía, pero creo que la cosecha de este año es  extraordinaria y va a dar mucho que hablar"

Algunas de las grandes bodegas dicen que antes de iniciar la próxima vendimia ya tienen todo vendido. ¿Es algo puntual o un fenómeno ya extendido?
Esa situación no se la he oído a una sola bodega, se le ha oído a muchas, por eso tienen que racionalizar sus ventas y buscar alternativas. Hay bodegas que están elaborando en otras denominaciones de origen y apostando por otro tipo de productos. Y también es cierto que esto está ayudando a subir un poco el listón cualitativo de los vinos. No me atrevo a calificarla todavía porque no es labor mía, pero creo que la cosecha de este año es extraordinaria y que va a dar mucho que hablar. El problema está en esa tendencia de vinos para guardar, que evolucionan tan positivamente y que además son tan agradables con una serie de años. Estamos perdiendo esas opciones, porque no tenemos esa capacidad. Necesitamos un colchón de existencias que nos permitan inventar nuevos vinos, desarrollarlos o guardarlos para que evolucione, pero la situación actual no nos permite hacerlo. Bajo mi punto de vista, creo que el equilibrio perfecto sería mantener siempre sobre un 15% de existencias.

Que hoy no existen.
No. En el año 2021 terminamos con dos millones menos de existencias, que nos comimos de la cosecha anterior. Y este año creo que nos hemos quedado a pre. De la cosecha pasada quedaron en bodegas unos 150.000 litros.

Esas bodegas que están recurriendo a otras denominaciones: ¿a dónde se están yendo?
Se está apostando mucho por otras denominaciones gallegas, como Monterrei, pero también se han hecho operaciones en el Bierzo o La Rioja. Las bodegas están planteándose esa diversificación para intentar ofrecer un porfolio amplio que no te desequilibre de cara al importador.

¿Y qué ha ocurrido al revés? ¿Cómo ha sido la incorporación a las Rías Baixas de bodegas de otras denominaciones y grupos de capital foráneo? Es una convivencia pacífica, ha distorsionado el mercado...
Hay bastantes bodegas que eran de fuera y se implantaron aquí hace años. Esa transición ha sido correcta. Nunca ha habido problemas y espero que no los haya. Entiendo ese temor del sector a que afecte algo que entienden que han hecho ellos, pero hasta ahora el talante de todas las empresas que han venido es muy bueno. Otra cuestión es si ahora entran bodegas nuevas y quieren crecer, porque necesitan acceso a la uva y, si no la hay, habrá que ver qué pasa. Si distorsionan los precios de la uva ofreciendo precios más altos pueden desequilibrar la situación, pero espero que esto no pase.

El impacto: "En nuestro caso el dinero permea y llega a 6.000 familias"

Aparte de la facturación: ¿cuál es el impacto económico de la D.O.?
Es complicado de calcular, porque tiene un gran impacto social. En nuestro caso el dinero permea y llega a 6.000 familias, porque tenemos 5.000 viticultores, más las bodegas, las personas que trabajan en ellas... Además en un territorio que es rural y que probablemente, si no existiera esto, quizás no tendría otros ingresos.

La facturación en sí se mueve en los 200 millones.
La estimada se mueve entre 190 y 200 millones.

Otro reto al que aludía era cubrir la falta de mano de obra. Muchos sectores acusan la falta de relevo generacional. ¿El vino también?
Cuando hablo de mano de obra me refiero a trabajos puntuales, como la vendimia, pero el reemplazo generacional y el envejecimiento es un tema que me preocupa. En Rías Baixas tenemos una paridad absoluta en viticultores: el 46,9% son hombres, el 45,95% mujeres y el 7,11% personas jurídicas: empresas, comunidades de bienes... En cambio, por edades vemos que el 40% de los hombres y el 23% de las mujeres tienen más de 60 años. Y que en la franja de 18 a 30 años solo tenemos 47 hombres y 149 mujeres.

¿Está prevista alguna estrategia?
No, pero me da la sensación de que le hemos hecho poco caso a esta pirámide de edades y que a partir de ahora tenderemos que empezar a pensar cómo le damos una vuelta.

Uno de los problemas recientes que han tenido que encarar las bodegas es la falta de botellas. Se ha normalizado ya el suministro?
Todavía no.

Sin embargo, pese a esto, el Brexit, la pandemia, los aranceles, la crisis de suministros... La D.O. no ha parado de crecer. ¿Cuál es su fórmula para el triunfo? ¿La excepcionalidad de sus caldos?
Y la diversificación de mercados. Cuando nadie quería las exportaciones, nosotros estábamos trabajando en los mercados de exportación. Además, influye la fuerza que tienen nuestras variedades.

La elección del nuevo presidente ha supuesto la salida de Juan Gil de Araújo. Cómo valora su papel en los últimos once años?
Quizás no sea la persona indicada para hacerlo porque hablo desde dentro, pero para mí fue una satisfacción trabajar con él. He aprendido mucho y creo que parte de la clave del éxito es que, además de trabajar, dejó trabajar. Ha hecho una labor de imagen importante, pero también creo que igual que lo hizo él, lo hará el nuevo presidente, Isidoro Serantes.

"En Santo Domingo es donde estamos vendiendo más caro y en México somos exponente"

La curva de la exportaciones no para de crecer y ya supera el 35% de la producción. ¿Acabará la D.O. vendiendo más vino fuera que dentro del territorio nacional?
Creo que eso sería un error o por lo menos ‘a priori’, porque considero que tienes que tener fortaleza local para poder jugar en otros territorios. Pienso que lo que no deberíamos hacer nunca es desabastecer nuestro mercado natural y creo que todo el mundo lo tiene en la cabeza. No me gustaría que esta denominación perdiera, por ejemplo, el mercado gallego por extenderse a otros mercados. Ni tampoco perder plazas importantes como Madrid, Málaga, Barcelona o la cornisa cantábrica por afianzarnos en mercados internacionales. No sería inteligente, porque estarías perdiendo la base de tu fortaleza. Si los de aquí no hablan bien de ti, es complicado que los de fuera entiendan lo que tú eres. Creo incluso que el hecho de que se hable muy bien de nuestros vinos en Galicia y España es lo que nos ayuda a vender fuera.

Decía antes que uno de los retos era afianzar el mercado en Estados Unidos. ¿Por qué?
Porque es un mercado que ahora mismo está generando tendencia, por eso es importante para nosotros, porque te da caché y categoría. Que nuestros vinos estén situados en los mejores restaurantes de Nueva York, Washington, Florida o California te da prestigio y lo necesitamos para seguir creciendo en imagen. Independientemente de que nuestro vino sea extraordinario y tenga unas cualidades organolépticas y físico-químicas magníficas, tenemos que tener también el apoyo de que la gente hable bien de el.

¿Cuál es último mercado en el que se ha introducido la D.O.?
Es difícil hablar de últimos mercados, pero estamos muy contentos porque estamos viendo que hay un mercado donde llevamos poco tiempo trabajando y donde estamos teniendo grandes éxitos en los últimos años. Es Santo Domingo, en la República Dominicana. En los últimos dos años tuvimos varias acciones y lo que te dicen los sumilleres es que nos hemos convertido en el vino de referencia. Es un mercado pequeño, pero donde tenemos, probablemente, el posicionamiento de valor más alto de toda la denominación. Es el mercado donde estamos vendiendo más caro. Y en México, por ejemplo, nos hemos convertido en exponente de los vinos blancos, por encima de los vinos franceses.

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