Estudian el rescate de las dos toneladas de cocaína del narcobuque

Los GEO, que hallaron 3.000 kilos en un habitáculo conectado a la cubierta, no pudieron descender a la planta por estar inundada 
La cubierta del barco, ya con agua, cuando empezaba a hundirse. CNP/GC/VA
photo_camera La cubierta del barco, ya con agua, cuando empezaba a hundirse. CNP/GC/VA

Los GEO no pudieron llegar hasta el segundo habitáculo elegido por los narcotraficantes para esconder el alijo de más de 5.000 kilos de cocaína que transportaron desde aguas del mar Caribe hasta Galicia a bordo del carguero Nehir. Sí lograron salvar tres toneladas, ubicadas en una dependencia conectada a la cubierta, y preservar la vida de los nueve tripulantes, georgianos y turcos, que habían abierto varias vías de agua en el carguero con la intención de borrar todas las huellas de su actividad delictiva. El hundimiento del barco (que volcó apenas dos horas y media después del abordaje) fue tan rápido que los 80 fardos restantes (se recuperaron 92) ya flotaban cuando la Policía pensó en buscarlos, pues se hallaban cuatro plantas por debajo de cubierta.

Ante esta insólita situación y dado que el carguero, de 52 metros de eslora, aún permanecía este miércoles semihundido, visible desde los medios aéreos, la Policía Nacional y la Guardia Civil pusieron sobre la mesa la posibilidad de acudir al lugar para recuperar la droga. El cuartel general de los Greco, en la Comisaría, y el del ECO Galicia, en la Comandancia, tuvieron sobre la mesa esa posibilidad, que, por ahora, está descartada. Los buzos del Instituto Armado consideran la maniobra demasiado arriesgada, pues las cámaras de aire que mantienen al narcobuque entre dos aguas le convierten en una trampa mortal de primera magnitud. En esta situación, indican los especialistas, la presencia de cualquier persona en el interior de la embarcación podría provocar el completo hundimiento de la misma, y su inestabilidad desaconseja la maniobra, pues la caída al fondo del mar implicaría el arrastre de los submarinistas que estuviesen llevando a cabo las tareas de recuperación de la droga.

Un segundo factor en contra es la ubicación del carguero, que no se halla en absoluto cerca de tierra, sino que está mar adentro, en una zona en la que las condiciones en cuanto a climatología y oleaje son de lo más adversas, a unas diez horas de navegación desde un puerto gallego.

Por todo ello, y pese a que la Dirección Antinarcóticos (Diran) de la Policía Nacional de Colombia asegura al 100 por 100 la presencia de la cocaína en las bodegas (circunstancia, además, corroborada por testigos presenciales), en estos momentos parece casi imposible afrontar un ejercicio que conlleva más riesgos que beneficios. De hecho, las tres toneladas de cocaína aprehendidas son más que suficientes para acreditar el delito, y el reproche penal es el mismo para quien transporta 3.000 que para quien transporta 6.000 kilos de sustancias estupefacientes.

¿LO HARÁN LOS NARCOS? Una hipótesis que se plantea de forma paralela a la que descartan, al menos por ahora, la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, es la de que narcotraficantes a sueldo de la poderosa organización que fletó el monumental alijo arriesguen su vida para hacerse con 80 fardos valorados en unos 80 millones de euros en el mercado ilícito europeo. En principio, y dadas las circunstancias relatadas, parece una idea que nadie afrontaría, pero en vista de los antecedentes, con personas en Galicia y en Sudamérica que se aventuran a cruzar el Atlántico en un semisumergible, cualquier cosa puede suceder. Los pilotos de planeadoras de las Rías Baixas tienen capacidad y pericia más que sobrada para navegar a alta velocidad hasta el lugar en el que sigue el barco, y las organizaciones disponen de infraestructura como para fletar otro tipo de embarcaciones tipo pesquero, carguero o mercante, que podrían pasar por allí de casualidad. Lo difícil, en cualquier caso, sería la maniobra de la extracción de la cocaína, una tarea complicada incluso en las aguas tranquilas de un puerto, cuanto más en medio de la Fosa Atlántica.

En cuanto a la operación, coordinada por el Juzgado Central Número 1 de la Audiencia Nacional, se da por cerrada. Los investigadores del Greco Galicia, del Eco Galicia y del Servicio de Vigilancia Aduanera centraron sus esfuerzos desde un primer momento en una organización criminal con base en la comarca pontevedresa de O Salnés como receptora de la mayor parte del alijo. Todos ellos unieron sus esfuerzos para determinar su identidad, pero se encontraron con un enemigo que afectó por igual a los narcos gallegos y a las autoridades: el temporal Karim. Ello hizo que los lancheros no pudiesen salir y, consecuentemente, que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no pudiesen detectarles, más allá de la presencia de una planeadora embarrancada contra una zona rocosa en el término municipal de Corcubión.

undefinedEl Nehir pasó frente a las Rías Baixas, lugar previsto para el trasvase de la mercancía, a mediados de la semana pasada, pero el temporal y, tal vez, alguna filtración que llegó a oídos de los siempre bien informados capos gallegos, hizo que no se produjese la parte final del viaje de la droga en el punto pactado.

A partir de ese momento, los responsables de efectuar el seguimiento del narcobuque optaron por organizar un abordaje antes de que se alejase demasiado de las costas españolas, conscientes de que su travesía le llevaba a Holanda. Allí pretendían colar la mercancía pactada con la tercera organización criminal implicada en el negocio ilícito, afincada en los Países Bajos. La actuación de Policía, Guardia Civil y Aduanas apoyándose en el buque Serviola de la Armada Española sirvió para impedir la conexión entre Colombia, Galicia y Holanda, los tres puntos claves para el tráfico de cocaína a nivel internacional a día de hoy.

En esta operación concreta, además, apareció un actor del que pocas veces se habla pero igualmente importante: el continente africano. No en vano, el Nehir, abanderado en la República de Palau y a nombre de una sociedad aparentemente instrumental radicada en Libia, viajaba con una tripulación de individuos no profesionales del mar, georgianos y turcos, y permaneció atracado en un puerto de Mauritania hasta que recibió la orden de partir hacia Latinoamérica para cargar la droga. En el momento de su partida, además, apagó todos los sistemas de control y balizas por GPS que exigen las autoridades internacionales para la seguridad marítima, por lo que, oficialmente, el carguero sigue en el puerto africano, aunque haya ido al Caribe y pasado por las Rías Baixas antes de acabar hundido.

TODOS A PRISIÓN. El edificio judicial de A Parda, en Pontevedra, acogió este miércoles la toma de declaración por videoconferencia de todos los detenidos en el marco de la operación bautizada policialmente Bocagrande Soler/Bocanegra.

Las comparecencias llevaron su tiempo, pues los representantes legales de todos los investigados, la mayor parte de ellos de oficio, participaron en las mismas de forma telemática.

Finalmente, y tras escuchar a todas las partes, el Juzgado Central 1 de la Audiencia Nacional, a instancias de la Fiscalía Antidroga, decretó el ingreso incondicional de todos ellos en la prisión provincial de A Lama.