Europa, una caja de sorpresas que cabe en la Alameda

El IES Valle Inclán celebró el aniversario de la Declaración de Schuman. Los árboles de Croacia, Estonia e Italia fueron los mejor decorados

"¡Hay galletas gratis en Croacia! ¡Y en Filandia regalices!", anunciaba emocionado un chaval corriendo por la Alameda. Precisamente en las dos puntas se encontraban dos de los árboles que más éxito tuvieron este jueves en la celebración del Día de Europa, una iniciativa del IES Valle Inclán con motivo de 69 aniversario de la Declaración de Schuman. Este instituto no puede dejar pasar la efemérides, pues acoge una Escuela Embajadora Júnior del Parlamento Europeo (EEPE) de la que forman parte unos 150 alumnos de 4º de ESO y 1º de Bachillerato y que coordina la docente Ana Santos.

La programación comenzó con un concierto de música coral en varios idiomas distintos en las escaleras del centro, a cargo de estudiantes de 2º y 3º de ESO. A la misma hora el Teatro Principal acogía la representación de la pieza Refuxiodiados.

La avenida de Montero Ríos se convirtió en una alegre pista de baile gracias al concurrido flashmob creado por Concha Orgaz, de A Redeira. Además de numerosos alumnos del Valle Inclán, de alguna docente y de estudiantes de intercambio, también contó con la participación de varias madres porteando a sus bebés y de dos mujeres en sillas de ruedas.

Un quinteto de gaiteiros amenizó la inauguración de Alameda Europea. Más de 15 artistas de Pontevedra, como Antón Sobral o Ana Corzo, así como colaboradores del coworking Arroelo y del proyecto We are all timebankers de la asociación Ticket2 Europe, aportaron sus ideas para que el alumnado de la EEPE decorara 29 árboles. Cada uno se dedicó a uno de los 28 países de la UE y el último, a la propia Unión Europea, donde se realizó una votación para que los visitantes eligieran sus diseños favoritos. Los resultados finales fueron ajustadísimos.

GALLETAS. En primer lugar se situó el de Croacia. Dos de sus representantes fueron Uxía y Dania, apoyadas por la artista Mercé Barrientos. Además de repartir galletas papreñak, una receta típica de ese país, decoraron el tronco con barquitos de papel, que se convertían en enormes cruceros de fieltro al pie del árbol para simbolizar el transporte turístico a las islas. A su lado, cruces y velas representaban el cementerio de Vukovar, uno de los epicentros más sangrientos de la guerra de los Balcanes.

Distintos elementos que configuraban el color de las respectivas banderas fueron las señas de identidad de todos los árboles. El segundo más votado fue el de Estonia. A su lado, Cristina y Leo explican el sentido de las placas base que tienen sobre la mesa y que las hormigas de cartón que trepan por el tronco representan el "trabajo en equipo" de este país con más de 2.000 islas y donde un tercio de la población es atea. Una voz en off recuerda, en estonio, que "las hormigas tecnológicas trabajan por un país digital".

Todos ellos admiten que este trabajo les sirvió para descubrir características de países europeos que desconocían. También es el caso de Irene, portavoz del árbol de Italia, tercero, que lucía una colcha de calceta con los colores de su bandera, el mismo material en el que Ana Alfonsín les ayudó a tejer una vespa, una pizza, un Pinoccio y otros elementos típicos del país transalpino.

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