La falta de personal obliga a cerrar antes de la hora las taquillas de Renfe

El contratiempo ocurrió en uno de los días de mayor tráfico de viajeros y cogió por sorpresa a decenas de usuarios, que tuvieron que recurrir al despacho de billetes a través de las máquinas
photo_camera El cierre de las ventanillas derivó a los usuarios a las máquinas del vestíbulo para adquirir sus billetes.. DP

"En los más de 30 años que llevo en la estación de Renfe de Pontevedra, jamás había ocurrido esto", comentaba, sorprendido, un operario de la empresa ferroviaria al ver cómo pocos minutos después de las 18 horas, las taquillas de información y despacho de billetes estaban cerradas a cal y canto. La explicación hay que buscarlas en la falta de personal, un problema que la plantilla viene arrastrando desde hace meses y que ayer llegó a su punto álgido.

Según explica Rafael Tenor, delegado de CC OO en Adif para Pontevedra, «la estación de Pontevedra lleva mucho tiempo con serios problemas para atender todos los turnos al completo», una parcela que es competencia directa de Renfe pero que la empresa ha eludido resolver, pese a las reiteradas advertencias de los sindicatos. «Prefiere mirar para otro lado en vez de lanzar una oferta de empleo público que cubra estas carencias», insiste el sindicalista.

El personal encargado de atender las taquillas en la estación pontevedresa asciende a nueve operadores. El horario de atención al público va desde las 6.30 horas hasta las 22 horas, repartido en turnos de mañana y tarde.

Cada ciclo debería estar integrado por dos personas, "pero sumando descansos, vacaciones, permisos y demás, la escasez de personal es tal que últimamente hay muchas ocasiones en que solo está un trabajador".

De hecho, el panorama este viernes era el siguiente: un empleado tenía licencia de paternidad, otro día de asuntos propios, tres descansaban, uno está de baja, otro de vacaciones y dos realizaron el turno de mañana, por lo que no quedaba nadie para dar el relevo por la tarde.

CIERRE. Este desajuste laboral provocó que sobre las 18.07 horas se cerrasen las puertas de las taquillas, una vez que el turno de mañana completó su jornada.

Minutos después, la estación pontevedresa fue un hervidero de usuarios, pues los viernes es uno de los días en que se registra mayor tráfico de viajeros, sobre todo por el regreso de universitarios. "Y además hay que tener en cuenta que aún hay gente de vacaciones, que se mueve mucho en tren, y que un importante volumen de trabajadores desplazados fuera de Pontevedra eligen este medio de transporte para volver a sus hogares cuando llega el fin de semana", puntualiza Rafael Tenor.

El estupor inicial dio paso a la resignación y al uso del único recurso que le quedaba a los viajeros para adquirir sus billetes: las máquinas expendedoras. "Es cierto que el servicio está asegurado, porque también los pueden adquirir en el propio tren o por Internet, pero no es lo mismo. La gente, sobre todo mayor, suele necesitar explicaciones, información y detalles que una máquina no te va a dar. Con el añadido de que si te equivocas al comprar, ya no hay vuelta atrás, mientras que en taquilla siempre puedes rectificar", subraya.

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