Fin del narcosubmarino: más de 60 años de prisión tras una travesía que hizo historia

La Audiencia sentencia once años de cárcel para cada uno de los tres tripulantes de la nave aparecida en Aldán en noviembre de 2019, nueve años para el cabecilla del grupo encargado de recoger la droga y siete para los otros tres miembros del clan. El fallo judicial también impone multas que suman 3.400 millones de euros para los siete procesados
Imagen de las grúas retirando del agua el narcosubmarino localizado frente a las costas de O Morrazo. RAFA FARIÑA
photo_camera Imagen de las grúas retirando del agua el narcosubmarino localizado frente a las costas de O Morrazo. RAFA FARIÑA

Una vez más, pagan los platos rotos los mensajeros. Ocurre en la vida real y, casi en cada ocasión, en las operaciones internacionales sobre tráfico de estupefacientes. La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra ha condenado a penas de entre siete y once años de prisión a los siete acusados por el caso del narcosubmarino de Aldán, el primer semisumergible que se incauta en Europa después de cruzar el Atlántico de Oste a Este cargado de cocaína, en este caso con tres toneladas. Los hechos sucedieron el 24 de noviembre de 2019 y fueron revelados en exclusiva mundial por Diario de Pontevedra.

Los tres tripulantes han sido condenados a once años de prisión y multas que suman 1.800 millones de euros. Dos de ellos, de nacionalidad ecuatoriana y enviados desde Cali por parte de los dueños de la droga, declararon en el juicio que se involucraron en la aventura oceánica por pura necesidad económica. El tercero, contratado desde Galicia por la organización que iba a recoger el alijo (y que no salió al tener acceso a un chivatazo), también reconoció los hechos, y tampoco delató a sus jefes. Todos ellos aseguraron temer por sus vidas en caso de cantar.

La sentencia ha sido muy dura, además, con los tres amigos del piloto del semisumergible (el gallego, de nombre Agustín) y con el padre de uno de ellos. El juez, a instancias del fiscal Antidroga, Pablo Varela, entiende que conformaron un grupo delictivo con el objetivo de recoger la carga, "o al menos parte de ella", y también de rescatar a los tripulantes. Manejaban información del lugar exacto al que se acercaría la embarcación, en la playa de O Foxo, muy cerca de Cabo Home. Penas de siete años de prisión para tres de ellos y de nueve para Iago S., el más allegado a Agustín y la persona a la que el tripulante acudió una vez que supo que quienes le habían contratado le iban a dejar en la estacada. Y multa de 400 millones para cada uno.

El caso, en la vía judicial, se cierra de nuevo con sombras importantes. Los chivatazos en el seno de las Fuerzas de Seguridad volvieron a ofrecer importantes réditos a los grandes capos de la droga de Galicia. Y no solo a ellos, sino a otros grupos de narcos que podrían haber salido a alta mar en busca de la droga, pero que no lo hicieron.

Todos sabían que el Che (así se llamó al semisumergible) estaba marcado. Y nadie quería exponerse. Nadie salvo cuatro personas sin experiencia alguna en esta clase de operaciones a gran escala ni la mínima infraestructura para llevarlas a cabo. Personas que utilizaban sus propios teléfonos para comunicar con el satelital del semisumergible. Personas que sabían muy poco, o nada, de cómo funciona el tráfico de cocaína a estos niveles y a las que les espera, salvo sorpresa por parte del Tribunal Supremo, una larga estancia en prisión.

Una vez más, los responsables se han quedado fuera. Los responsables del narcosubmarino no han sido condenados, ninguno de ellos. Los capos están en Cali, por una parte, y en la comarca de O Salnés, por otra, disfrutando de los millones de euros que genera para sus economías sumergidas el tráfico internacional de cocaína.

En vista de lo elevadísimo de las penas impuestas, los condenados recurrirán la sentencia ante el Tribunal Supremo. Los tres tripulantes consideran que el reconocimiento de lo sucedido y el arrepentimiento, además del hecho de ser meros trabajadores de organizaciones criminales, obreros del narco, debe servirles para obtener una condena más corta.

Los cuatro amigos de Agustín siguen pensando que son inocentes. Cierto es que ninguno de ellos contaba con los medios para realizar tamaña descarga de cocaína, pero el tribunal considera probado que al menos intentaron hacerlo. ¿Delito intentado? Esa será, posiblemente, su estrategia a partir de ahora. Conocida la sentencia, todos ellos se arrepentirán de no haber aceptado el acuerdo que les ofreció antes del juicio el fiscal, que les condenaba a penas mucho más bajas que las que ahora reciben, en todos los casos.

La travesía que hizo historia...

Las fuerzas del orden y la delegación del Gobierno presentaron el narcosubmarino y la droga incautada en una comparecencia en el puerto. DAVID FREIRE
[Las fuerzas del orden y la delegación del Gobierno presentaron la embarcación y la droga incautada en una comparecencia en el puerto. DAVID FREIRE]

El alijo salió de Colombia tras el visto y place de Otoniel. La DEA tenía el control sobre un cargamento de 150 fardos que alcanzaría los 4.500 kilos de cocaína. El transporte se puso en marcha en octubre de 2019, con varias semanas de retraso. Una gran organización gallega invirtió en origen aportando mucho dinero que llegó a manos del Clan del Golfo. Los sudamericanos aportaban la mercancía (posteriormente se comprobó que los 150 fardos solo pesaban 3.000 kilos) y a dos de los miembros de la tripulación de la embarcación elegida para el viaje: un semisumergible de más de 20 metros de eslora con capacidad para cruzar el Atlántico sin repostar.

El tercer tripulante llegaría a Brasil, punto de partida del narcosubmarino, desde las Rías Baixas. El clan gallego optó por un veterano transportista. El elegido llegó, vio y abandonó. Pensó que no debía jugarse la vida a bordo de aquel batiscafo de fabricación casera. Y la salida de la droga se retrasó.

Mientras, en Galicia, la Policía Nacional tenía en el punto de mira a la organización que iba a recibir el cargamento. De sus investigaciones, iniciadas un año atrás, se desprendía que el Clan Santórum era el elegido. En las diligencias de la operación del Karar, posterior al semisumergible, presuntos miembros del clan con base en Vilanova de Arousa comentaron que tenían que cobrar "lo del submarino" en una conversación interceptada desde la Comisaría de Pontevedra.

La Brigada Central de Estupefacientes tiene claro que lo de los narcosubmarinos no es nada nuevo, al contrario. Llevan 15 años surcando el Atlántico de Oeste a Este. Y las pesquisas sobre este asunto en concreto estuvieron en manos de la Udyco Central, hasta que la National Crime Agency emitió un aviso al centro de coordinación a nivel europeo, con sede en Lisboa. La DEA aportó datos similares.

Los teléfonos satélite que manejaban en la embarcación llegaron al Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado, que los hizo llegar a Guardia Civil, Policía Nacional y Vigilancia Aduanera. En esta misma fase, la información se desangró. Todos en Galicia supieron casi de inmediato que el semisumergible que acabaría en el fondo de la ría de Aldán estaba marcado. Y nadie en las Rías Baixas saldría a por él.

Mientras, el plan B de la organización pontevedresa ya estaba en marcha. Agustín Á., vecino de Vigo, aterrizó en Brasil. Le dijo a sus amigos más próximos que se iba de viaje. Cuando contactaron con él, ya no respondía. Hasta que fue el propio Agustín quien dio señales de vida el 19 de noviembre, cinco días antes de la caída de la droga. "Soy AGS, necesito ayuda".

El receptor del mensaje en su teléfono particular y vía SMS fue su amigo Iago S., también vigués pero residente en Palma de Mallorca. Agustín, al servicio del gran clan gallego que había comprado parte del cargamento ilícito, sí se aventuró a pilotar el batiscafo. Lo hizo junto a dos primos ecuatorianos que, como el pontevedrés, alegaron precariedad económica extrema como excusa ante el delito.

Complicaciones desde el principio

Imagen del narcosubmarino en el agua. DP
[Imagen del narcosubmarino en el agua. DP]

A principios de noviembre, el que posteriormente sería el primer narcosubmarino transoceánico incautado ya estaba en el agua. Con el motor ensamblado en Macapá (lo más probable es que el casco también se fabricase en la Amazonia), los tres jornaleros iniciaron una singladura llena de peligros. Navegando entre dos aguas, fueron aproximándose al primer punto de encuentro fijado para recibir a las planeadoras que se encargarían del final del viaje.

Sin embargo, no tardaron en saber que esas planeadoras nunca llegarían. Les habían dejado tirados. Agustín sabía del valor de la droga que transportaba y, mediante sus teléfonos satélite, comenzó a explorar alternativas.

La primera opción (del plan B) estaba en Huelva. Una red de lancheros valoró la opción de salir a altamar en busca de la mercancía pero la noticia de que el semisumergible estaba marcado también llegó a oídos de los onubenses. Entre la cárcel y la cautela se quedaron con la segunda.

La última alternativa llegó de Asturias. Ante el caramelo de una carga valorada en 150 millones de euros, otro grupo pensó en acudir al encuentro del narcosubmarino. Al compás de la intervención de estos individuos entraron en la investigación los especialistas del Equipo Contra el Crimen Organizado de Galicia (ECO Galicia) de la Guardia Civil y la Udyco de la Policía Nacional de Pontevedra. Comenzó a hablarse de que llegaría "una embarcación inusual". El Instituto Armado tomó la batuta, si bien la vigilancia en costas gallegas entre el 22 y el 24 de noviembre fue cosa de Policía, Aduanas y Guardia Civil de forma conjunta.

La fase final ya es conocida. El semisumergible que debía trasvasar la cocaína en altamar se acercó a la costa, bordeó Portugal y llegó a Galicia. Agustín avisó a sus amigos de que iba a aproximarse a la zona de O Foxo, en Aldán, "donde veraneaba". Pedía auxilio para escapar. Mantuvo esperanzas hasta el último instante de salvar la carga, y eso puede acabar salpicando a los cuatro vigueses que le acompañaron en el banquillo estos días. El narcosubmarino cayó, y Diario de Pontevedra lo contó en primicia para todo el mundo.

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