Los gallegos abren otra vía: la Mafia recibe la droga por el Mediterráneo

Clanes familiares sicilianos, genoveses y napolitanos se reparten las zonas de descarga de hachís y de cocaína que reciben en veleros o mercantes tripulados por narcos gallegos ▶Las recientes detenciones de Alonso dos Santos y Otero García están directamente relacionadas con los tratos entre grupos de marroquíes, galaicos e italianos, según la Policía

Fardos incautados por el Greco Galicia en la operación GIga cuyo destino iba a ser la Camorra. EFE
photo_camera Fardos incautados por el Greco Galicia en la operación GIga cuyo destino iba a ser la Camorra. EFE

Los narcos gallegos han recuperado viejas alianzas. La diversificación de las rutas y la gran presión ejercida por las autoridades policiales en las Rías Baixas les ha empujado a desplazarse hacia otras latitudes (en especial Levante y África) y a retomar contactos con antiguos socios que parecían olvidados. Familias de la mafia que controlan la introducción de drogas en el país transalpino llevan varios meses recepcionando alijos que, en muchas ocasiones, transportan hasta el canal de Sicilia narcos gallegos que, tras sellar acuerdos con grupos marroquíes, se encargan del traslado marítimo de las sustancias. Ocho gallegos han sido detenidos entre los meses de septiembre y diciembre en unas circunstancias que, en principio, revelan el establecimiento de una nueva vía de introducción de hachís en Italia. Se sospecha, paralelamente, que algunos de estos cargamentos incluyen una sustancia mucho más lucrativa: la cocaína.

El mercado de la droga en Italia, dominado con puño de hierro por la Camorra y, especialmente, por familias de la Mafia, tiene una estrecha relación con el narcotráfico de las Rías Baixas. Las alianzas fraguadas desde finales de los 80 y principios de los 90 entre unos y otros, desveladas en la obra ‘Narcogallegos. Tras los pasos de Sito Miñanco’ (Catarata, 2018), tenían a Los Charlines y a Os Caneos como protagonistas. Por aquel tiempo trazaron la primera gran ruta de introducción de cocaína en Europa a través de Galicia. Sin embargo, la casi nula presencia de consumidores de polvo blanco en la Península Ibérica les obligó a buscar clientes más allá de los Alpes, y los encontraron. La droga iba a parar a manos de la Mafia.

Estos lazos históricos perdieron presencia con el cambio de siglo y la proliferación del consumo en España. "La cocaína, por donde pasa, acaba quedándose". Esa máxima, acuñada por el comisario central de Estupefacientes, Antonio Duarte, se hizo realidad en aquel tiempo, lo que tuvo dos consecuencias. La primera, el asentamiento de auténticas oficinas dirigidas directamente por Colombia para recibir la mercancía en el extrarradio de Madrid. La segunda, que el gallego ya no tenía que transportar la coca hasta Italia. Una parte se quedaba en las rías y el resto viajaba hasta el centro peninsular.

En ese tiempo, sin embargo, se produjeron dos grandes investigaciones policiales que desvelaron que los grupos criminales de las Rías Baixas no habían perdido el contacto con sus socios mediterráneos. La primera, la operación Giga, acabó con una de las mayores infraestructuras de lanchas rápidas y naves industriales para su pertrecho y ocultamiento. José Manuel Vila, El Presidente, y su hijo Miguel Ángel, afincados en la cara Norte de la ría de Arousa, eran quienes tenían contactos con los italianos. Este último fue, precisamente, quien viajó al país transalpino para cerrar los acuerdos. Todos ellos cayeron en enero de 2009, cuando acudían a recoger un alijo que pretendía acercar a Galicia el pesquero nodriza Doña Fortuna. Entre los condenados se hallaba Juan Carlos Otero García, individuo que acaba de ser detenido hace apenas tres semanas con idénticas intenciones, según la Policía: estaba detrás de un aeródromo ubicado en suelo marroquí mediante el que pensaba introducir cocaína desde Sudamérica para después trasladarla, ya por vía marítima, a sus antiguos socios italianos. Se trata de la principal hipótesis acerca de la presencia del narco de A Barbanza en el país magrebí.

Los golpes policiales no sirvieron para reprimir las ansias por introducir droga por parte de gallegos, colombianos e italianos. Así, en el año 2011 y tras varios años siguiendo su rastro, la Fiscalía AntiMafia y el Greco Galicia lograron desmantelar un grupo que hacía las veces de "supermercado de la droga en altamar", tal y como reconoció el comisario Duarte. Su líder en Galicia era el boirense Elías Piñeiro, que contaba con socios colombianos, venezolanos, franceses e italianos. La organización introducía grandes alijos en embarcaciones mercantes de línea regular. Miembros del grupo criminal lanzaban los fardos, equipados con dispositivos de localización GPS, en coordenadas previamente pactadas para su posterior recogida por parte de buzos provistos de seascooter, propulsores acuáticos para moverse en el agua a gran velocidad. En Italia, el destinatario era el clan Di Lauro, una de las ramas más poderosas de la Camorra. Fue un empleado del sector naval italiano que posteriormente sería confidente quien informó a la Polizia de los viajes de Piñeiro a su país. Posteriormente narraría sus vivencias en su obra Los relojes del diablo, en alusión a los relojes que solía lucir y regalar el narcotraficante gallego, que, tras ser detenido, fue juzgado y condenado a una larga pena de cárcel que cumple en la actualidad en el país transalpino.

En 2014, los especialistas antidroga del Greco Galicia dieron un golpe policial que desvelaría una nueva ruta que permanece completamente vigente. Los agentes aprehendieron 500 kilos de cocaína en el mercante Mungo en el mar de Alborán. Fue la confirmación de que los narcos gallegos habían vuelto a trabajar con los italianos, y de que lo hacían tanto con el tráfico de hachís como con el de cocaína.

Más recientemente, la Guardia di Finanza se sirvió de la información procedente de Pontevedra para detener a dos búlgaros que llevaban once toneladas de hachís en un velero. Ocurrió en noviembre. Un mes antes había caído en Murcia el barco Man Caprichosa con unos 1.000 kilos de hachís. Seis cambadeses fueron detenidos por un cargamento destinado al país trasalpino. También en los últimos meses fue arrestado José Manuel Alonso dos Santos, portugués afincado en Galicia. Patroneaba otro navío rumbo a Italia.

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