La generación del 'baby boom' se resiste a envejecer

Los bailes de salón, los viajes y la informática arrasan entre los mayores pontevedreses ▶ Más de la mitad de los jubilados tiene entre 65 y 75 años y reconoce sus ansias por ocupar el tiempo libre: "Todavía somos muy útiles" ▶ "Es fácil que se olviden antes de un familiar que de una canción especial", explica una terapeuta

Algunos de los usuarios del taller de nuevas tecnologías que imparte Cruz Vermella dos veces a la semana. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Algunos de los usuarios del taller de nuevas tecnologías que imparte Cruz Vermella dos veces a la semana. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Cada generación es especial, cada una aporta algo nuevo y único y todas tienen algo que enseñar y aprender, sin importar la edad. De las siete grandes generaciones humanas catalogadas desde 1900 hasta la fecha, la más numerosa y revolucionaria fue la denominada Baby boom, que en algunos países anglosajones estalló en el período contemporáneo y posterior a la Segunda Guerra Mundial, y que llegó a España a finales de los 40. Trajo consigo un vuelco demográfico, con una notable reducción en la mortalidad infantil y, por tanto, un repunte espectacular de la población juvenil.

Aquellos jóvenes de entonces son los jubilados de ahora y, como ya habían hecho en su época -promoviendo revolucionarios cambios sociales, culturales y económicos-, se rebelan contra los tópicos y se resisten a que se les encasille en el perfil de ‘viejo pasivo y sedentario’, mostrando un apetito voraz por seguir aprendiendo y disfrutando de lo que algunos no dudan en calificar como "una tercera juventud".

Así lo demuestra el medio millar de jubilados que cada semana acude a alguno de los diferentes talleres ocupacionales que componen la oferta local. Cruz Vermella y la Residencia de Campolongo acaparan la mayoría de los participantes. "Los hombres demandan nuevas tecnologías y gimnasia, las mujeres memoria, baile y yoga", explica María Durán, portavoz de la ONG en la ciudad.

Las instalaciones situadas frente al CGTD acogen actividades todos los días, dando atención a unos 160 usuarios. Y aunque todas tienen gran demanda, las de baile e informática son las que presentan mayor lista de espera.

En esta última "trabajan con programas muy básicos, que les sean prácticos y no les bloqueen, para ganar soltura", detalla Durán. A su lado, un grupo de abuelos maneja con sorprendente soltura un iPad para realizar sencillas operaciones matemáticas mientras, a su lado, tres amigas programan un coche de juguete para que siga la ruta deseada sobre unas letras.

El perfil de estos nuevos hackers es muy variopinto: desde gente muy mayor y con dificultades de autonomía hasta personas con total autonomía y una fascinante agilidad mental. "Tenemos los que acuden por voluntad propia, para ponerse al día en el uso del móvil, el WhatsApp o el ordenador, y los que acuden por prescripción médica para ejercitar la memoria", puntualiza la portavoz de Cruz Vermella.

BAILE EN CAMPOLONGO. Una situación similar se da en la residencia de Campolongo, donde la gran atracción son las actividades musicales. "Crecieron disfrutando de los guateques, de las verbenas... y eso lo llevan muy dentro. Incluso los dependientes, a su manera, participan de una forma muy intensa y emotiva", comenta Nuria Barreiro, terapeuta ocupacional del centro.

Destaca, además, una curiosidad: "Los recuerdos musicales es lo último que pierden. Es más fácil que se olviden de la cara o el nombre de un familiar que de Algunos de los usuarios del taller de nuevas tecnologías que imparte Cruz Vermella dos veces a la semana. javier cervera una canción que les haya marcado en su vida". A las sesiones de bailes de salón que se realizan dos veces a la semana se suman las que, periódicamente, organiza el Centro Sociocomunitario. "Pero donde de verdad lo pasan de miedo es en los cumpleaños, que celebramos una vez al mes con chocolate, bizcocho y tarta para los ‘cumpleañeros’", indica.

Censo: Un millar de pensionistas más en el último lustro
Los últimos datos del Instituto Galego de Estatística reflejan que la población disminuye y está cada vez más envejecida. En Pontevedra el dato es significativo: en el último lustro (entre 2014 y 2018, inclusive) se han producido 500 nacimientos menos, mientras que el aumento de los mayores de 65 años fue justo del doble: más de 1.000 personas, especialmente las comprendidas entre los 70 y los 74 años, lo que provoca un crecimiento vegetativo negativo.
Afapo: Más de 100 usuarios a lo largo de la semana
Las cifras son contundentes. Entre un 5% y un 15% de los mayores de 65 años en España padece alzhéimer. Un porcentaje que se dispara entre los diagnosticados de algún tipo de demencia: entre el 60% y el 70 % de los pacientes.

Afapo es la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer y otras demencias de la provincia de Pontevedra, que desde el 19 de febrero del año 2004 viene prestando servicio a este importante sector de la población senil.

José Manuel Fontenla, su presidente, apunta que cada semana atienden a unos 100 usuarios: "40 en el centro de día privado, que son personas recién diagnosticadas que aún pueden valerse por sí mismas; 35 en el centro de día público, pacientes ya dependientes y que necesitan supervisión las 24 horas, y también tenemos 15 usuarios en Silleda y otros diez en Vila de Cruces".

Paralelamente, el colectivo desarrolla un programa de envejecimiento activo, centrado en la prevención de quienes no presentan ningún tipo de demencia, del que se benefician 30 personas en Pontevedra, 25 en Marín y 15 en Poio.

"Les ofrecemos ejercicios mentales, talleres cognitivos, horticultura, viajes... se trata de ejercitar el cerebro y socializar. Y tienen una enorme demanda", subraya Fontenla.

Caos burocrático: "Coñecín casos de chegar a Axuda no Fogar dez anos despois de mortos"

La lenta maquinaria administrativa suele viajar una marcha por debajo de la demanda social. Esta descoordinación entre necesidades y atención provoca sinsentidos como el que pone de manifiesto la concelleira Pilar Comesaña: "Visitando as parroquias, coñecín casos de xente que lle solicitara á Xunta a Axuda no Fogar e á que lle chegou dez anos despois de morrer. Pasoulle a unha muller de Santa María de Xeve e tamén a un señor de Cerponzóns".

La responsable de siete parroquias del municipio planteó, en la última edición de Conversas na Uvi, la necesidad de dotar a la ciudad de una nueva residencia pública, "porque as pensións son as que son e non chegan. Dunha media de 600 ou 700 euros ó mes ata chegar ós 1.800/2.000 que custa unha residencia privada, xa me dirás".

Comesaña pone el acento en la necesidad de que se agilice la engorrosa burocracia, especialmente en los casos más acuciantes. "O máis dramático é que pasan os anos e a xente segue sen axuda a domicilio. Que mellor que ter unha persoa que che axude un par de horas coas cousas da casa, non?", explica.

Su compañera de Corporación Anxos Riveiro suscribe estas palabras y destaca la necesidad de ampliar, cuanto antes, la oferta de plazas públicas en la ciudad, tarea que compete a la Xunta. "Nós colaboramos no que podemos, co servizo de Axuda no Fogar para persoas con limitación de autonomía que non teñan recoñecida situación de dependencia", aclara en referencia a una prestación que puede gestionarse, tanto desde el Chalé de Fontoira como desde la Casa Azul. "Alí ofrécese información sobre as prestacións, axudas, actividades, recursos e servizos que o Concello pon a disposición dos veciños e veciñas", indica, para reconocer que "o envellecemento da poboación é un problema ó que lle temos que facer fronte dun xeito urxente".

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