La generación que nació en la cuarentena

Elsa, Erea, Gonzalo y Karim llegaron al mundo en plena crisis del coronavirus. Cuatro buenas noticias en mitad de una pandemia. Todavía no conocen a sus abuelos y nunca han salido de paseo en carrito. Algún día les contarán que nacieron en un momento histórico
Imagen de un recién nacido. EFE
photo_camera Imagen de un recién nacido. EFE

Es el rostro más amable de un centro sanitario, también en tiempos de coronavirus. Mientras en Montecelo se cuentan los contagios, altas médicas y fallecimientos por Covid-19, en el sótano del Hospital Provincial la vida se abre camino todos los días. Aquí ni el estado de alarma ni la orden de confinamiento han cesado la actividad. "Tampoco es que hayan cambiado mucho las cosas estos días", cuentan dos matronas antes de iniciar una guardia nocturna durante la cuarentena.

"Tenemos un protocolo específico para casos sospechosos de coronavirus, cuando creemos que una mamá puede tenerlo, pero si no el resto es igual que siempre", añaden desde el anonimato. Por el momento, en el Chup no se ha dado el caso,

Loli, una enfermera que comparte turno con ambas matronas y con una larga experiencia en partos a sus espaldas, explica que desde el inicio del estado de alarma, en general, las madres llegan un poco más nerviosas de lo habitual. "Es normal, hay mucha incertidumbre", dice. Sin embargo, en cuanto el equipo de profesionales de Obstetricia y Ginecología las atienden se tranquilizan.

"Hay menos gente en el hospital de lo habitual, porque no hay visitas, el personal lleva mascarillas todo el rato, pero salvo eso las cosas son parecidas", indican.

Durante la Semana Santa en el Provincial hubo numerosos nacimientos. Solo el martes el equipo de Partos asistía el nacimiento de seis bebés. La víspera de los días santos también se presentaba "movidita", aseguraban entonces las sanitarias. Antes de iniciar el turno, Loli relataba cómo encara esta situación extraordinaria el personal de Obstetricia del Chup. "Aquí estamos más tranquilos, donde están los pacientes de Covid-19 es en Montecelo, ellos son los que están en primera línea y tienen más riesgo, pero eso no quita que tengas cierto miedo".

"Te das cuenta de que las mamás quieren pasar el mínimo tiempo posible en el hospital, pero los bebés deben estar 48 horas ingresados para cumplir con el protocolo", subraya una de las matronas al otro lado del teléfono.

"Es muy importante animarlas y ayudarlas a quitarse los miedos lo antes posible, sacarles los falsos mitos para que estén cómodas y que todo transcurra bien", añade su compañera.

Una de las cosas que más llama la atención a las parejas que estos días llegan al hospital es que todo el personal va con mascarilla, "cuando habitualmente solo se ponía en quirófano o a la hora de poner la epidural", aclaran. También se aprecian los pasillos vacíos. Así lo cuentan en este reportaje varias madres que han dado a luz en el Provincial en mitad de la crisis del coronavirus y que han advertido además una higiene extrema y la reducción de contacto en general.

A falta de unos minutos para las once de la noche, las matronas se despiden. Les quedan muchas horas por delante y unos cuantos bebés por ayudar a nacer. "Esto que está ocurriendo supone una lección para muchos, ojalá podamos sacar algo bueno de lo que está ocurriendo", reflexionan desde el lugar del hospital donde todos los días la vida vuelve a ser noticia.

Elsa, Erea, Karim y Gonzalo son cuatro pontevedreses que pertenecen a una generación nacida durante la cuarentena. Escucharán toda la vida que llegaron al mundo en un momento histórico en el que una alarma sanitaria a causa de la Covid-19 aisló a millones de personas en todo el mundo.


Almudena Rodríguez y Jaime García. Padres de Elsa

Almudena Rodríguez y Jaime García. Padres de Elsa

"Piensas, qué bien que ya está aquí, pero no lo puedes compartir con nadie"

Elsa nació el 24 de marzo de 2020, exactamente diez días después de que se decretase el estado de alarma en España y el confinamiento de los ciudadanos. Eso significa que tampoco conoce a sus abuelos, ni a su bisabuela Elcira, ni a sus primos pequeños Noel y Vera. Ellos sí la han visto a través del móvil, pero están deseando cogerla en brazos y abrazar también a sus padres, Almudena y Jaime.

"El 14 se decretó el estado de alarma y yo salía de cuentas el 18, aunque luego esperó seis días más para nacer", cuenta desde la distancia esta madre primeriza que se recupera de una cesárea y que, aunque asegura que tanto la niña como ella se encuentran bien, "conociéndonos los tres", echan en falta a su familia.

La recta final de su embarazo estuvo marcada por el miedo a la Covid-19. "Tienes miedo porque tienes que ir a hacer alguna prueba en el hospital, aunque allí nos tranquilizaron mucho", relata. "La situación es extraña, ves a muy poquita gente en el hospital y todo el mundo va con mucho cuidado. Entre que estás alerta porque no sabes a qué te enfrentas y toda esta tensión por el coronavirus pasas muchos nervios", confiesa.

El parto fue largo, recuerda su madre, y pese a ser por cesárea a los dos días les dieron el alta.

La pequeña Elsa, que debe su nombre a su abuela materna ("¡todo el mundo me pregunta si es por Frozen!") por el momento solo conoce a sus padres, Jaime, que es propietario del centro de educación para la salud Educa tu espalda, y Almudena, técnica del Consello Regulador Rías Baixas. "Supongo que cuando conozca al resto de la familia extrañará un montón", dice.

Tampoco ha salido a la calle más que para las revisiones con el pediatra. "Ya me acostumbré a no salir. La sacamos un poquito al balcón para que le dé el sol, que es bueno por la vitamina D", relata Almudena, que confiesa echar especialmente de menos a su hermana en estos momentos. "Es una situación extraña. Piensas qué bien que ya está Elsa aquí, pero no puedes compartirlo con nadie. Aunque lo importante es que estamos todos bien y que todo esto pasará y lo celebraremos todos juntos".


Alesia de Luis y Ramón Álvarez. Padres de Gonzalo y Orlando

Gonzalo y Orlando

"Habíamos decidido controlar las visitas, pero así la sensación de vacío es tremenda"

Gonzalo nació en el Hospital Provincial de Pontevedra el pasado 17 de marzo. El día antes su madre, Alesia, había ido al súper para hacer la compra y se agobió tanto con el ambiente tenso que percibió por todas partes que decidió que no volvería a pisar la calle "hasta que pasase todo". "Incluso cambié la cita que tenía para hacer una analítica al día siguiente. Todo". Pero Gonzalo había decidido adelantarse a la fecha programada para la cesárea y el día 18 se desencadenó el parto.

"Hacía poquitos días que se había iniciado el estado de alarma pero ya notabas que aquello no era lo normal", recuerda esta mamá de Pontevedra. "En el hospital no tenían las cosas muy claras, se notaba que todavía estaba todo en el aire". Alesia dio a luz el martes, e iba tomando conciencia de lo que estaba sucediendo fuera por los comentarios que escuchaba al personal médico. "A mí no me hablaban del tema, pero notabas una especial atención hacia ti, se preocupaban mucho de que estuvieras tranquila", añade. "La atención hacia mí fue inmejorable".

Cuando el pequeño nació, no hubo visitas, solo se permitía un acompañante por paciente. "Yo era de las típicas que no quería a nadie conmigo después de dar a luz. Habíamos decidido que tendríamos controladas las visitas. Pero si antes lo digo antes me pasa y ahora la sensación de vacío que tenemos es tremenda".

Lo que más le apetece a Alesia es que su hijo conozca a la familia. A las abuelas que están deseando conocerle y abrazarle y darle unos cuantos colos. "Y luego poder ir a pasear al parque, mira que siempre odié los parques y ahora hasta los echo de menos", dice.

Esta joven es dependienta de una joyería de Pontevedra y su marido, autónomo. Ambos están disfrutando de los permisos de maternidad y paternidad pero no ocultan su preocupación por el futuro. "Mi empresa está con un Erte ahora", cuenta ella, "y yo ahora estoy de baja maternal, pero no sabes qué nos deparará el futuro, habrá que esperar".

En casa de Gonzalo también está Orlando, todo un hermano mayor a quien sus vecinos dieron una sorpresa hace solo unos días durante el aplauso , ya que le cantaron cumpleaños feliz todos a una, lo que al pequeño le hizo mucha ilusión. Aunque cuando se levante el estado de alarma lo celebrará con su familia y amigos.

"Por ahora nos dedicamos a jugar con él, a veces le bajamos al garaje. Necesita socializarse, estar con sus amigos. Tal como ha ido pasando todo esto no sabemos si a la vuelta seguirá habiendo parques de bolas siquiera, pero celebraremos su cumpleaños como se merece", dice su madre..


Rosana Freijeiro y Javi Coya. Padres de Erea y Breogán

Erea

"No hospital só había personal sanitario e todo o mundo levaba mascarilla"

Dice Rosana que la pequeña Erea tenía tanta prisa por nacer que no solo se adelantó tres semanas a su fecha prevista de parto, en abril, sino que además casi no llega a tiempo al hospital. "Empecei a atoparme mal ás sete da mañá, non estaba moi segura porque aínda faltaba tempo, pero contra as oito fixemos varias chamadas para que viñesen a quedar co noso fillo maior", cuenta al otro lado del teléfono. "Ninguén me daba collido, ó fin contestaron os meus sogros, pero tiñan que vir desde Cangas, pensei que non chegaba, tivemos que chamar a un amigo para que viñese quedar con Breogán e a outro para que nos levase ó hospital". A las nueve menos veinte entraron por la puerta del Provincial y cuarenta minutos más tarde la pequeña había nacido.

No será la única anécdota que sus padres le contarán cuando Erea crezca. Y es que esta pequeña nació el 25 de marzo, durante el confinamiento a causa de la alarma sanitaria. Rosana, madre también de un niño de tres años, Breogán, asegura que apenas notó diferencia al primer parto en el hospital, salvo por los "nervios extra" de la situación.

"Xa vas un pouco nerviosa, porque non sabes se todo irá ben ou haberá complicacións, pero nesta situación levas algúns máis engadidos", señala. "Logo no hospital o único que notas é que non hai ninguén agás os sanitarios, e todos levan mascarilla, aínda que non teñen para os acompañantes. Despois, unha vez dei a luz xa non saín da habitación", cuenta sobre su estancia en el hospital tras nacer su hija.

Los familiares y amigos de Juan Coya y Rosana Freijeiro tienen muchas ganas de conocer a la niña y abrazar a los felices papás, pero por ahora tendrán que conformarse con verla a través del teléfono. "Teñen moitas ganas de darlle un colo", asegura Rosana.

Ahora pasan los días los cuatro en su piso de Pontevedra, disfrutando de la familia y tratando de adaptarse a la nueva situación. "Disfrutamos máis que co primeiro porque non tes tantos medos, estás máis tranquilo e estamos os dous na casa", indica Rosana en relación a la maternidad, otra cosa diferente es el hecho de tener que estar encerrados en la vivienda.

"Pensei que Breogán sería quen o levase peor, porque non pode ir ó parque, nin saír, pero creo que non, somos nós os que o levamos peor", añade entre risas. Para esta familia también el mejor momento del día es el aplauso de las ocho de la tarde, "é o momento social", dice la madre de Erea. Para Rosana y Jaime, ambos trabajadores del sector de la hostelería, el futuro también se ve con incertidumbre. "Supoño que o sector hosteleiro será o último en recuperar a normalidade. Haberá que ir vendo que pasa", concluye.


Macarena Crespo e Iván González. Padres de Karim

Iván González y su hijo Karim

"De lo que más ganas tengo es de salir a la calle con el carrito y ver a mi familia"

A Karim la cuarentena le pilló por muy poco. Cuando su madre, Macarena, dio a luz el pasado 9 de marzo, todavía no se había decretado el estado de alarma pero el rumor de la amenaza saltaba de móvil en móvil y en los centros sanitarios se empezaba a tomar algunas medidas. Así, el primer día, los felices padres pudieron recibir durante unos minutos a sus familiares. Al día siguiente llegaba al Hospital Provincial de Pontevedra la primera de las restricciones: un solo familiar por paciente. Los abuelos tendrán que esperar.

Tras un par de días sin visitas, confinados en su habitación y con mucha incertidumbre, recuerda, madre e hijo recibieron el alta y se fueron a su casa, un piso de sesenta metros cuadrados sin balcón, del que Macarena y sus hijos no han vuelto a salir.

"Es lo que más se echa de menos cuando todas las habitaciones dan a un patio interior y te gustaría ver la luz del sol aunque fuese a través de una ventana", cuenta, la misma ventana desde la que poder hacer un poco de vida social con los vecinos cada tarde, tras el homenaje a los sanitarios que se repite desde el inicio del confinamiento.

"Salí el miércoles 11 del hospital y ya me encerré en casa", dice. La falta de información que sobre todo había al principio de la pandemia hizo que "pasase bastante miedo", relata. "Temía cogerlo yo y contagiar a mis hijos. Desde que salí del hospital no he vuelto a pisar la calle", continúa.

Karim no es el único niño en casa. También está Yoel, su hermanito mayor que ha cumplido cinco años y que, cuenta su madre, tiene muchas ganas de poder salir al parque a jugar de nuevo. "Se hace complicado para él estar siempre encerrado en casa ya que es muy inquieto", describe su madre, "se agobia mucho, imagínate, sin salir y con un bebé". La situación, tal y como explica Macarena, se vuelve más complicada en un espacio reducido. Con el mayor tratan de jugar y hacer las actividades que la profe de Infantil propone desde el cole, aunque con un recién nacido no siempre es sencillo. se nota la falta del apoyo familiar.

"Mi madre vive abajo,pero no podemos vernos porque ella sí sale a la calle. Mi familia ve a los niños por fotos o videollamadas".

A la hora de hablar de futuro, Macarena no oculta su preocupación. Su marido Iván es autónomo y ella se quedó sin trabajo de dependienta cuando se enteraron de que estaba embarazada. Pero por ahora solo piensa en pasar esta etapa de confinamiento.

"De lo que más ganas tengo es de poder salir a la calle con el carrito y de ver a la familia. Mira que siempre fui casera pero todo eso se echa de menos".


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