Antía Pérez celebra un gol contra el gafe

Los últimos dos octubres habían sido pésimos para ella, con sendas lesiones de rodilla. Este mes comenzó con su regreso a las pistas, pero el pasado viernes se quemó su casa familiar. Antía necesitaba el gol para su gente. Y en el penúltimo día del mes, la alegría llegó
Antía Pérez repitiendo el gesto de su primer gol
photo_camera Antía Pérez repitiendo el gesto de su primer gol. GONZALO GARCÍA

Dos lesiones idénticas en cada una de sus rodillas y separadas por un año menos un día. Si a cualquier persona le pasase eso, pensaría en que no puede ser casualidad. Imagínense para cuanto más alguien que se reconoce como muy supersticiosa. Eso fue lo que le pasó a Antía Pérez (Ourense, 2000). En 2018, durante los Juegos Olímpicos de la Juventud, falló su ligamento cruzado izquierdo. Un año después, en un mal giro en un entrenamiento con el Poio Pescamar, la misma articulación de su pierna derecha le obligó a reproducir el calvario. Era octubre, un mes al que Antía le cogió, desde entonces, pánico.

"Sinceramente, yo antes de lesionarme era súper positiva. Siempre le buscaba el lado bueno a las cosas. Después de estos dos años... es que las cosas malas solo me pasan en octubre. En ese mes sí que soy un poco más negativa. Pero claro, es que si piensas que en octubre te va a pasar algo, te acaba pasando", reconoce Antía.

Sin embargo, en este 2020 que todo el mundo recordará, las cosas parecían ir bien en su décimo mes para la ourensana. Había vuelto a competir y cada vez se encontraba a mejor nivel. Pero el pasado viernes 30, todo cambió. "Tuvimos una desgracia familiar. La casa en la que llevábamos ocho años se quemó. Entre lágrimas y sonrisas, mi madre y su pareja Luis me pidieron que celebrase un gol tocándome la cabeza, porque él es calvo (ríe). Él dijo que le haría mucho ilusión y yo le respondí que si marcaba, por supuesto", apunta la pívot. El gafe de octubre seguía.

Finalmente, ese tanto cayó bien pronto. Un día después, en el partido el Cidade das Burgas -uno de los equipos de su ciudad-, Pérez aprovechó un chut en semifallo de Rivera para marcar, en un escorzo desde el suelo en el segundo palo. "Fue muy especial. Y más con esa dedicatoria hacia mi madre y su pareja. Por eso es más especial aún. Es el gol que llevo esperando marcar desde hace mucho. Desde que me lesioné en octubre de 2019", expresa. Era el tanto necesario para acabar con el gafe, para espantar malos augurios.

El gol de Antía fue el tercero oficial con el Poio Pescamar. Marcó en su debut, en la temporada 2018-2019, contra Alicante. Repitió en el primer encuentro de la 2019-2020 contra Burela. Y en el segundo partido de este curso, ha vuelto a mojar.

Ahora, Pérez solo se centra en encontrarse. "Mi mayor reto: volver a ser yo", recalca la pívot, que considera que el Poio va por el buen camino. "Podemos pelear por cualquier cosa. Confío en la plantilla y el cuerpo técnico. Este año va a ser el año rojillo", recalca, con optimismo renovado.

"Pensé en dejar el fútbol sala"

Antía Pérez reconoce que este proceso hasta regresar a la pista de manera oficial y marcar su primer gol después de la segunda lesión fue muy duro. "En la primera lesión te espera algo totalmente nuevo y tienes ganas. Con la segunda también empiezas así. Pero si ves que no va exactamente igual que la otra vez, te vienes abajo. Me costó mucho salir de ese bucle negativo. Pero ninguna recuperación puede ser igual", explica.
En esos malos momentos, Pérez pensó incluso en dejarlo todo y buscarse otra forma de vida, pese a sus escasos 20 años. "Sí me planteé dejarlo. Hay un momento que no puedes sacar cosas positivas de donde no las hay. Entonces te hundes un poco. Ahora mismo digo que si me vuelve a pasar algo así dejaría el fútbol sala. Pero a la hora de la verdad, creo que no. Es mi pasión. Que vengan los baches que tengan que venir, que yo voy a salir de ellos. Ahora lo veo todo como algo que me ayudó a mejorar como persona", dice.
TATUAJES. Las lesiones de rodilla le dejaron cicatrices, pero Antía quiso reafirmar todavía más el aprendizaje que le dejaron. Por ello, en una de sus articulaciones lleva la palabra  Loading (cargando) y en la otra Caution. "Las rodillas van a estar cargando siempre a más de su 100%, pero por otro lado, aunque estén a tope, sé que tengo que tener cuidado porque son mi punto débil", explica Pérez sobre dos de sus muchos tatuajes.
 

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