Los centros de educación infantil se encuentran sometidos a un estricto protocolo sanitario con el fin de garantizar la seguridad de los niños. No obstante, dadas las características del alumnado de entre 0 y 3 años, resulta imposible garantizar que no haya ningún contagio.
Así lo aseguran las responsables de muchas guarderías pontevedresas, como Anabel Iglesias (Centro Infantil Trastes): "Los niños a esa edad es inevitable que se toquen entre ellos, que compartan juguetes... No podemos controlarlo y si viene un niño contagiado de fuera, el contagio es muy probable".
Esto mismo se lo han transmitido a los padres, que se encuentran a su vez en la incertidumbre de no poder garantizar la seguridad de sus hijos y, al mismo tiempo, no tener otras opciones de conciliación, tal y como reconoce Marina Pena (Centro Infantil Globos): "Si hay un contagio, nosotros tenemos que cerrar la escuela y ellos se quedan sin ningún lugar en el que dejar a sus hijos".
Dificultades económicas
Ayer mismo la Xunta se reunió con representantes de asociaciones de escuelas infantiles privadas con el objetivo de abordar este tipo de cuestiones y detallarles el Plan de reactivación puesto en marcha. Y es que las dificultades económicas se suman a la incertidumbre sanitaria, ya que durante estos meses las guarderías se han visto obligadas a realizar un gasto de mantenimiento y remodelación aún sin obtener ingreso alguno.
En el peor de los casos, incluso han tenido que recurrir a préstamos bancarios. Todo esto ha acabado repercutiendo en la matriculación, que se encuentra a las puertas de septiembre en unos niveles muy distintos a los de años anteriores.
Según María Buiturón (Escuela Infantil Bicos): "La aulas se van llenando, pero hay todavía mucho miedo en los padres a posibles contagios. El año pasado a estas fechas estaríamos ya en una ocupación casi total". Ahora, sin embargo, las matriculaciones rondan el 50% de media.
