La borrasca Hortense y el covid se alían en la parálisis casi total de la hostelería

El temporal y las nuevas restricciones de aforo de los locales dejan una estampa desoladora en las terrazas al aire libre
La Praza da Verdura, casi vacía. DAVID FREIRE
photo_camera La Praza da Verdura, casi vacía. DAVID FREIRE

La borrasca Hortense, que este jueves dejó fuertes rachas de viento y precipitaciones en la ciudad, llegó en el peor momento para el muy castigado sector hostelero. Las condiciones meteorológicas adversas solo contribuyeron a hurgar en la profunda herida que han causado en la hostelería las restricciones impuestas por la Xunta de Galicia para el control de la pandemia de la covid-19.

El nuevo giro de tuerca en las limitaciones del aforo de los locales (cierre del interior y terrazas al 50%) como medida para la prevención de los contagios ha supuesto en la práctica la parálisis casi absoluta de la actividad. Buena parte de los bares, restaurantes y cafeterías que disponían de mesas exteriores optaron por no utilizarlas debido al mal tiempo, sobre todo porque el vendabal amenazaba con derribar las sombrillas y esparcía la lluvia por todas direcciones. La clientela que consumió en las terrazas (con la limitación del horario fijado en las seis de la tarde) lo hizo protegiéndose como buenamente pudo.

Hortense forma parte de un tren de borrascas que se sucederán al menos hasta el próximo día 26, según las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Con este pronóstico, los establecimientos hosteleros que mantienen el servicio de terraza seguirán viendo muy mermada su actividad, mientras que los locales que no cuentan con esta posibilidad deberán seguir esperando a la que la mejoría de los datos de la evolución de la pandemia permita a las autoridades sanitarias rebajar el nivel de restricción y autorizar la reaperatura del interior. Mientras tanto, algunas cafeterías se están limitando a despachar café para llevar.

Silathe –establecimiento situado en la confluencia de Benito Corbal con Lepanto– ha decidido instalar "un par de mesas" en la calle cuando, en caso de buen tiempo, podría colocar algunas más (eso sí, respetando la limitación del 50% de las que tiene autorizadas). "Nos han obligado a cerrar por segunda vez y aún no hemos recibido ninguna ayuda económica que nos permita afrontar esta parálisis", explica Javier Fernández Castiñeira, propietario de la cafetería. Además, subraya que la prohibición de utilizar el interior del local reduce los ingresos a su mínima expresión. "Apenas hacemos una caja de 100 euros al cabo del día, casi todo por el despacho de cafés para llevar".

Las restricciones impuestas por el Gobierno gallego a la hostelería para la contención de los contagios por covid-19 está provocando que muchos locales estén en números rojos, sin recursos para hacer frente al alquiler, sueldos y tasas municipales de basura y agua. "Tener una cafetería supone en estos momentos estar al borde del abismo económico. Para poder seguir abriendo tengo que poner fondos de otra empresa de mi propiedad", subraya el gerente, convencido de que esta situación "no la podremos soportar durante mucho tiempo más porque son muchos los gastos y muy pocos los ingresos. De hecho, muchas veces nos hemos planteado cerrar de forma definitiva, pero al final no lo hemos hecho porque tenemos que seguir trabajando para hacer frente a las facturas".

Además, Javier Fernández considera "una incongruencia que la Xunta haya fijado el cierre de la hostelería a las seis de la tarde cuando los centros comerciales están a tope hasta las nueve y media de la noche. Es muy injusto que a los locales hosteleros que respetamos las normas de prevención y aplicamos las medidas que nos indican las autoridades sanitarias nos paguen siempre con la misma moneda: el cierre del establecimiento".

La resolución de la Xunta por la que se prohíbe la actividad en el interior de los locales hosteleros y se limita el aforo de las terrazas al 50% fue acogida "con resignación" por el propietario de la taberna El Baúl, situada en la Praza da Verdura, José Manuel Doval, si bien advierte de que estas limitaciones están "haciendo mucho daño" al sector. "Son unas medidas chafalleiras", subraya al mismo tiempo que dice no entender cómo no se aplica el mismo rasero para los comercios y las grandes superficies.

Además, Doval considera que no debería haber restricción alguna de aforo para instalar mesas en las terrazas porque están al aire libre, sin carga vírica y con una distancia entre mesas de entre 2,5 y 3 metros. "¿Por qué tengo que limitarme a poner siete mesas cuando puedo colocar 14 respetando la distancia".

"Aunque estoy perdiendo dinero me veo obligado a abrir y a sacar del Erte (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) a uno de mis cuatro empleados con el objetivo de intentar tirar para adelante. No me dan las cuentas ni hay horas suficientes para poder trabajar, ya que hay que cerrar a las seis de la tarde".

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