Antonio Rial Boubeta: "El impacto negativo de la tecnología en la adolescencia es brutal"

Supervisar el acceso de niños y adolescentes a Internet y retrasar al máximo el uso de móviles en la infancia son dos de las claves para educar en la era digital, sostiene este experto que lamenta los efectos de la "irresponsabilidad social corporativa" en los más jóvenes
Antonio Rial Boubeta. DP
photo_camera Antonio Rial Boubeta. DP

Éramos pocos y llegaron las TRIC. Claves para educar en la era digital es el título de la conferencia que el doctor en Psicología Social Antonio Rial Boubeta (Cangas do Morrazo, 1970) ofrecerá este jueves en la Sede Afundación de Pontevedra (19.00 horas) dentro del ciclo Educación siglo XXI. En ella abordará "con tono constructivo" la importancia de que madres y padres eduquen "con mayúsculas" a sus niños y adolescentes en cuanto a su relación con las nuevas tecnologías, cuyo impacto es "brutal" y que se traduce en mayores tasas de ansiedad y depresión, acoso escolar o incluso violencia filioparental.

Llevamos 25 años hablando de las TIC y llegan las TRIC. ¿Qué son?
Son tecnologías de la relación, la información y la comunicación. La clave es que el cordón umbilical con el mundo que tienen las nuevas generaciones son las redes sociales, el móvil, las consolas, que van mucho más allá de la parte informativa o comunicativa. Cuando decimos que las relaciones son muy líquidas, tóxicas, es porque el canal modula estas relaciones. Es muy complejo vivir hoy la adolescencia.  Las TRIC son un elemento vital, de interacción social e incluso de desarrollo personal. Estamos incorporando en nuestra manera de relacionarnos con el mundo la tecnología. Y ese impacto es determinante.

¿En qué sentido?
Algo tan maravilloso como el desarrollo tecnológico, que reporta beneficios indudables, tiene en su cara B un impacto claramente negativo, brutal, en la adolescencia: a nivel de salud, de convivencia, de seguridad, de cuestiones jurídicas, y sobre todo de desarrollo personal. No es inocuo. Y los chavales que están haciendo un uso intensivo de las TRIC, sin supervisión y desde edades muy tempranas, se está volviendo en su contra. Tenemos que empezar a hacernos cargo, dejarnos de buenismo. Integramos la tecnología en los centros educativos y en los hogares, pero no en el día a día de nuestros hijos. Hay que establecer los mecanismos correctores de este desajuste. Lo primero es darnos cuenta de que eso no es inocuo.

¿Cómo pueden hacer padres y madres para vigilar, supervisar, a niños y adolescentes?
Para nada el objetivo de la charla es demonizar las TRIC y mucho menos a los adolescentes. Tenemos que poner normas, acompañar y limitar en el buen uso de la tecnología. No vigilar. Supervisar es la palabra clave. Y también redoblar los esfuerzos en educar, guiar, marcar el camino. Y lo estamos haciendo mal, justo en un período histórico en el que la tecnología está invadiendo todas las facetas vitales del ser humano. Y en un período especialmente crítico como la adolescencia es muy peligroso. Los padres y madres de la era digital estamos cayendo en una dejación de funciones. No solo la familia, también las administraciones y el sistema educativo se están olvidando peligrosamente de formar personas para formar ‘profesionales’, cegándonos en el rendimiento académico. En Primaria y ESO el objetivo tiene que ser formar individuos sanos y buenas personas, con habilidades y competencias para la vida. Pero estamos adelantando la especialización hasta un grado absurdo.

"Las redes marcan el listón de la felicidad; vivimos en una sociedad muy narcisista y se nos está yendo un poco la olla"

¿Cuál es la consecuencia?
Eso, junto a que la tecnología nos está marcando un modelo aspiracional y unos objetivos de ser felices según el listón que marcan las redes sociales, provoca la vulnerabilidad emocional. Además vivimos en una sociedad muy narcisista y se nos está yendo un poco la olla. Al final en la adolescencia, una etapa vital en la que uno construye su identidad personal, el modelo que le presenta la sociedad es muy perverso. El problema lo tenemos todos.

¿Cuál es el objetivo de la charla?
Es mover a la reflexión crítica desde la psicología social. Vivimos en un periodo de irresponsabilidad social corporativa. Hay un montón de datos que lo corroboran.

¿Por ejemplo?
Más del 40% de chavales en Galicia (también en España) está jugando a videojuegos para mayores de 18 con contenidos de violencia explícita. ¿Cómo puede ser que siendo los videojuegos el principal canal de ocio de un adolescente, el 40% de todos los chavales de España sean esos? Eso coincide con mayores tasas de violencia filioparental y de acoso escolar. ¿Qué porcentaje de menores de edad está apostando, que es una práctica ilegal para ellos, online o presencialmente? Uno de cada cinco. Y la mayoría no es online, es presencialmente en el bar de la esquina, donde no necesita activar un mando a distancia y donde al 80% no le piden el carné. ¿Cuál es la edad requerida para registrarse en una red social? 14 años. Pues con doce, el 98% de los chavales está registrado en alguna y el 85% en tres o más. Y hay una presencia masiva de los niños en las redes, que ya no son Facebook y Twitter, que son Tiktok, Instagram, Yotube, Twitch... En algunos casos incluso son plataformas desconocidas para los padres. Dos de cada tres chavales tienen más de un perfil en la misma red social: un perfil blanco para papá y mamá y otro para relacionarse con los pares. 

"El 98% de los chavales está registrado en alguna red social y el 85% en tres o más; dos de cada tres tienen más de un perfil en la misma red: uno blanco para papá y mamá y otro para relacionarse con los pares"

¿En qué se traducen estos datos?
El Día de la Salud Mental se dedicó a los adolescentes porque hay unas carencias enormes y un sufrimiento desde el punto de vista emocional de estas nuevas generaciones. Las tasas de depresión e ideas suicidas son muy grandes ¿Eso es por las redes sociales? Seguramente no, pero ayuda. Si queremos hacer prevención en salud mental tenemos que incluir el uso de las TRIC. La aceptación de la imagen corporal por parte de los chicos, y sobre todo de las chicas, porque ahí hay una gran diferencia de género, es mucho más compleja. Las dificultades para aceptarse tiene mucho que ver con el patrón de uso de las redes. Casi la mitad tienen el perfil abierto, si suben fotos, si practican sexting, si hay contacto con desconocidos... Hacer una radiografía precisa de como se relacionan los chavales a través de la tecnología da mucha información para ver realmente el tipo de persona que se está construyendo. Por eso es importante que esto lo escuchen también docentes, concejales, personas que tengan margen de maniobra. Hay una parte que tiene que ver con los objetivos del sistema educativo y otra con las familias y con el modelo de sociedad. Uno de cada cinco chavales en España cree que podría convertirse en gamer, youtuber o influencer profesional. Igual tenemos un problema.

¿De qué forma llegó a toda esta información?
Lidero un grupo de investigación con el que llevamos veinte años trabajando en el ámbito de la adolescencia y desde 2010 específicamente con el uso de Internet y redes sociales. En 2021 pude dirigir un estudio con Unicef [Estudio sobre el impacto de la tecnología en la adolescencia] con el que se accedió a una muestra de 50.000 estudiantes de Secundaria de toda España y los datos son absolutamente contundentes: tenemos un problema. En uno de cada cinco hogares hay discusiones todas las semanas por el uso de Internet, consolas, móviles, redes... Da lugar a nuevas formas de delito: sexting, grooming, ciberacoso... El elemento educador es Internet.

¿Qué propone para darle una vuelta a esta situación?
Hay que depurar responsabilidades o sugerir que cada palo aguante su vela. Qué debemos hacer los padres, qué debe hacer el colegio, las instituciones, a nivel legal... Por ejemplo, la regulación de apuestas deportivas. Entre los chavales que hacen deporte, incluso federado, la tasa de apuestas y de ludopatía es el doble.

"Entre los chavales que hacen deporte la tasa de apuestas y ludopatía es el doble; la regulación es fundamental"

Es decir, ¿pensamos que el deporte en la adolescencia ayuda a apartar estos peligros y no es así?
Es magnífico, pero en este caso no. El deporte, que es un factor de protección, lo estamos convirtiendo perversamente en un factor de riesgo. Por eso la mejor solución es ser valiente y regular. Desde hace año y pico está prohibida la publicidad de apuestas en medios de comunicación -salvo de madrugada- y se han restringido los patrocinios en el deporte. Eso debería dar frutos, según los expertos. 

Propone una reflexión colectiva.
Reflexionar en tono constructivo acerca de qué es lo que está pasando con la tecnología y que debemos retomar la ilusión, el esfuerzo y la valentía por educar, en general, y en particular en el uso de las TRIC. Para que esto funcione tenemos que trabajar las competencias digitales, pero más aún las humanas. Me consta que en la Sociedad Española de Pediatría están muy sensibilizados con estos temas. Lo ven en la consulta, que llegan cada vez más niños de nueve o diez años enganchados a Internet y los videojuegos. Hay que detectarlo de manera precoz e intervenir. Los padres son fundamentales para ello. 

"Si retrasamos el primer teléfono móvil hasta los 13 años las tasas de adicciones y acoso se reducen a la mitad, pero la media está en 10,8 años"

¿A qué edad sería aceptable que los niños o adolescentes recibieran su primer teléfono móvil?
La media de edad a la que lo reciben ahora está en 10,8 años. Algunos mucho más jóvenes. Es el regalo estrella de la Primera Comunión. Y no es un dato irrelevante. La evidencia científica dice que si conseguimos retardarlo hasta los 13 mejoraremos mucho. Las tasas de problemas de adicciones y acoso se reducen a la mitad. ¿A qué edad? Podemos resistir la presión social. No antes de los 13, pero tampoco es dárselo y ya. Hay que establecer límites, higiene digital en el hogar y un acompañamiento. El móvil no se lleva a clase a diario, ni en Primaria ni en Secundaria, ni se duerme con él, porque la inmensa mayoría se conectará de madrugada y las conductas de riesgo se multiplican a esas horas. Tenemos que conseguir que no invada su vida ni entorpezca la comunicación familiar. Y, además, dar ejemplo.

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