La incertidumbre encoge el consumo en Pontevedra

El ascenso de los precios de la energía, el encarecimiento de la cesta de la compra y los tambores de guerra que suenan al Este de Europa desploman el gasto de las familias pontevedresas  ▶ La vida es un 7% más cara que hace un año y la mayoría opta por abrigar la cartera
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photo_camera Clientes en un supermercado. JAVIER CERVERA

La espiral inflacionista que azota el país, sumada a la inquietud despertada por la invasión rusa de Ucrania, ha pospuesto todos los planes que se tenían guardados para la despedida de la pandemia del covid.

Las previsiones de recuperación que suscitó la vacunación se han desmoronado ante una escalada desorbitada del coste de la vida, que ha cambiado las predicciones de mejoría por una contracción de la economía que amenaza con pasar la mayor de las facturas. Si todo sube de precio y no hay consumo, es (muy) probable que los números salgan pintados de rojo.

La subida de la energía elevó los costes de producción de grandes, medianas y pequeñas empresas, y a renglón seguido las tarifas de las materias primas. El efecto dominó fue inmediato y los hechos recientes no han hecho más que acelerarlo. El conflicto bélico ha dado alas al tarifazo eléctrico y tensionado los precios de productos básicos, comenzando por los carburantes y continuando por el aceite, el cereal o el acero. Y la huelga del transporte ha servido de guinda del pastel, agudizando una corriente inflacionista que siguen sin tocar techo.

En la calle suena el runrún de que el dinero nunca ha rendido tan poco y quienes trabajan en un negocio a pie de calle escuchan todos los días esa música de fondo. Pese a la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), los clientes se quejan de que el grueso de las nóminas no dan abasto para encarar esta tormenta y su primera reacción es la misma que se adopta en un escenario de crisis: abrigar la cartera.

Las estadísticas van a rebufo y todavía no ha tenido tiempo de pulsar los efectos de la guerra o de la huelga de transportistas en la economía doméstica. Sin embargo, el IPC (Índice de Precios de Consumo) ya registró en febrero un crecimiento interanual del 7,1%, un récord histórico desde los años 80 que incluso rebasa la media nacional (6%) y que ya está dejando huella en la empresa pontevedresa.

En el pequeño comercio se atisba retracción del consumo, en las inmobiliarias se percibe un parón en varias operaciones de compraventa que estaban sobre la mesa y en la hostelería esta nueva bofetada de realidad abre las cicatrices estampadas por el  covid.

Inmobiliarias: "El número de visitas ha descendido"

En el sector inmobiliario los profesionales consultados perciben que "el mercado está más parado" y que, al igual que sucedió en crisis anteriores, el cliente potencial pospone la búsqueda de vivienda salvo que sea urgente.

Una pareja de jóvenes contempla la oferta de una inmobiliaria. JAVIER CERVERA-MERCADILLO (ADP)
Una pareja de jóvenes contempla la oferta de una inmobiliaria. JAVIER CERVERA-MERCADILLO (ADP)

"El número de visitas a propiedades ha descendido", apunta una trabajadora, que advierte de que, en todo caso, ahora mismo en Pontevedra "tampoco hay mucha vivienda en oferta". Precisamente esta falta de stock hace augurar que, pese a la contracción, "probablemente el precio de venta no baje mucho".

Comercio: "Menos movimiento y menos ilusión"

En algunas tiendas de ropa las sombras de la incertidumbre han comenzado a lastrar las compras. "Hay menos movimiento" y además hay comerciantes que perciben "menos ilusión" a la hora de engalanarse para asistir a las grandes citas.

RAFA NUEVOS TIEMPOS NUEVAS TIENDAS DE LA CARCASA DE LA CASA DE LAS CARCASAS A LAMCASA DE LAS MASCARILLAS
Clientes en una tienda. RAFA FARIÑA 

"Estamos entrando en la época de comuniones y bodas, pero vemos que la gente no está animada (...). Hay miedo e incertidumbre. Y la ropa no es un producto de primera necesidad como la alimentación, así que es una de las cosas a las que puedes renunciar", señala Carmina Mora, copropietaria de la tienda Bess Two.

Hostelería: "El consumo está bajo y los gastos se han triplicado"

En el área de la hostelería también hay locales en los que percibe que "el consumo está bajo". Cándido Calvo, propietario del Bar Atrevido que puso a rodar hace 20 años en la calle Ferreiros, advierte de que la afluencia de clientes fue a menos tras el revulsivo del verano y que tras la invasión rusa la caída de clientes se ha acentuado. De hecho, afirma que si sigue con el local abierto es por "mantener el trabajo" de sus tres empleadas, que llevan en el negocio entre cinco y 20 años.

Clientes en la barra de un local de hostelería de Pontevedra, este fin de semana. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
Clientes en un local de hostelería de Pontevedra. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

De lo contrario, el empresario afirma que se cumplirían todas las condiciones "para cerrar las puertas", ya que además de la contención del consumo, "los gastos se han triplicado".

"La factura de la luz ya supera los 2.000 euros y las botellas de aceite que antes costaban menos de cinco euros ahora cuestan más de 15. Estamos reformulando la carta, pero es difícil, porque cada día suben más las cosas. Además, el problema de los hosteleros gallegos es que no podemos hacer que la gente tire más de lo que puede, porque tenemos los salarios que tenemos"

Sin margen de beneficio Javi Fernández, uno de los responsables del Bar Pitillo, asegura que la afluencia de clientes se mantiene, pero advierte de que "mucha gente que antes salía dos veces a la semana, ahora lo hace una".

Además, como el resto del compañeros del gremio, incide en que "va a llegar un momento en el que los precios (de la carta) no se puedan aguantar". Los gastos de producción mordisquean cada vez más los márgenes de beneficio y las comparaciones con los precios de hace unos meses siempre salen a perder. "Todo ha subido de precio".

Peluquerías: "Vienen menos por miedo o por economía"

Ana Barros, propietaria de la peluquería que lleva su nombre, señala que "la gente se anima bastante menos" a arreglar sus cabelleras. "Unos por miedo a lo que pasará y otros porque económicamente no pueden. Los gastos del día a día han subido mucho y cuando uno tiene un sueldo para repartir entre varias cosas una de las que reduce es la peluquería. No es que dejen de venir, pero distancian los servicios".

Ana Barros, en su peluquería con un secador. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
Ana Barros, en su peluquería con un secador. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

La empresaria, que hoy paga hasta un 80% más por algunos productos, confía en que "la situación mejore" con las citas del verano.

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