La inflación dispara la demanda de ayudas sociales en la Boa Vila

El Banco de Alimentos y entidades como Boa Vida cuantifican una subida del 20% en la petición de apoyos económicos y materiales ► Cruz Roja advierte de que la mayoría de los demandantes tienen ingresos, pero que estos "son insuficientes para cubrir necesidades básicas" ► Las organizaciones prevén que el número de solicitantes aumentará a lo largo del año
Cola de usuarios en el comedor San Francisco. DAVID FREIRE
photo_camera Cola de usuarios en el comedor San Francisco. DAVID FREIRE

La inflación y el inmediato encarecimiento de gastos básicos ha colocado a muchos pontevedreses al borde de un precipicio en el que muchas veces solo queda pedir auxilio a terceros para mantenerse a flote. La familia es uno de los primeros botones que se pulsan para el rescate, pero no siempre es posible hacerlo, por lo que en numerosas ocasiones los salvavidas acaban siendo las asociaciones sin ánimo de lucro. Unas entidades esenciales para proteger a los colectivos más vulnerables y que, según advierten a este periódico, asisten a nueva oleada de peticiones de amparo.

El incremento estratosférico del coste de la vida ha provocado que ni el trabajo ni las retribuciones sean ya garantía de poder cubrir necesidades básicas, como la alimentación o el suministro eléctrico, y los efectos no se han hecho esperar.

Varias ONG señalan que desde el estallido de la invasión rusa a Ucrania, iniciada el pasado 24 de febrero, la solicitud de alimentos y ayudas económicas se ha disparado un 20% y con el agravante de que las previsiones dibujan un futuro poco halagüeño. La mayoría predice que el número de ciudadanos en la cuerda floja aumentará a lo largo de este año.

Banco de Alimentos: "Si sigue así, lo vamos a tener difícil"


El Banco de Alimentos percibe en su sede de la calle Faustino Santalices que la demanda de comida aumenta "día a día", lo que obliga a la asociación "a buscar más recursos para poder cumplir con los solicitantes".

Tras los picos registrados en la pandemia, el presidente de la entidad en Pontevedra, José Luis Doval, asegura que el conflicto bélico surgido al este de Europa y la inflación han marcado un nuevo punto de inflexión que se ha visto traducido en la "cronificación" y el aumento en casi una cuarta parte de la demanda de alimentos.

El abanico de beneficiarios es muy amplio e incluye una parte importante de población extranjera, sobre todo procedente de Latinoamérica y Ucrania, y otra parte de ciudadanos nacionales que "han pasado al paro y lo están pasando mal". Sin embargo, si hay algo que ha sorprendido sobremanera al responsable de la delegación pontevedresa del Banco de Alimentos, es la incorporación de un nuevo perfil, el de trabajadores que tienen un empleo, pero cuyas condiciones laborales son insuficientes para plantar cara a la escalada del IPC. Sobre todo, asalariados "con sueldo bajo y que ven que a la hora de hacer la compra, la cesta se le dispara".

El Banco se nutre de donaciones de empresas y particulares, que posteriormente distribuye a más de 30 asociaciones con picos de casi 30 toneladas mensuales. ¿Previsiones de futuro? Complicadas o, al menos, así las vislumbra Doval, quien considera que, "si esto sigue así lo vamos a tener difícil. De momento -añade-, vamos respondiendo con los alimentos que nos ceden los que nos ayudan habitualmente, pero estamos viendo que esto está subiendo mucho. El saco no tiene fondo".

Boa Vida: "Hay un desfase entre salarios y realidad económica"


La Asociación Boa Vida, centrada en la inserción laboral de personas en riesgo de exclusión social, también percibe "un importante aumento" en la demanda de servicios sociales que, sobre todo, vincula a "un desfase entre los salarios y la realidad económica del día a día. Cada vez el dinero cunde menos", señala Víctor Regueira, trabajador social de la entidad.

Boa Vida atiende a una media de 300 usuarios anuales, a los que ofrece formación y asesoramiento para buscar un puesto de trabajo. Entre los beneficiarios ha observado un repunte de los demandantes nacionales, "que cada vez son más a la hora de pedir ayudas sociales y alimentos". No obstante, la población extranjera sigue representando una parte importante de la población diana en la que, además, suelen concurrir más hándicaps para acceder a un empleo como, por ejemplo, las "dificultades para homologar los estudios cursados en otros países", precisa Regueira.

La asociación canaliza sobre todo peticiones de carácter laboral, pero ha podido ver cómo en los últimos meses la demanda de servicios sociales "ha crecido un 20%". Entre ellos, destaca la demanda de alimentos y aportaciones económicas, pero también las relacionadas con el acceso a la vivienda, "ya que en Galicia en general hay una falta muy grande de recursos habitacionales". Además, advierte sobre el crecimiento de usuarios que acusan "problemas psicológicos derivados de la pandemia".

Cruz Roja: "La subida de precios impide afrontar los gastos"


El servicio de Atención Urgente de Cruz Roja es otro de los que corrobora el aumento de demandantes de ayudas de emergencia. Las fuentes consultadas señalan que el perfil de los demandantes es "heterogéneo" y comprende desde personas que viven solas a unidades familiares con menores a cargo o núcleos integrados por varias familias que viven en una misma vivienda. Según añaden, la mayoría cuentan con ingresos con ingresos económicos, pero estos "son insuficientes para cubrir tanto sus necesidades básicas como la de sus familiares". De hecho, lo que más demandan son aportaciones para costear vivienda, facturas y alimentación, "ya que no pueden hacer frente a los gastos por la subida de los precios de productos básicos".

En lo que va de año Cruz Roja Pontevedra ha atendido a 185 personas o unidades familiares desde sus diferentes proyectos de atención social a las personas en situación vulnerabilidad social, aunque su previsión es que a final de año el montante será muy superior. La organización cree que las demandas se multiplicarán en los próximos meses, "ya que la situación actual no acompaña a una mejoría de las familias".

El Concello duplica las ayudas de emergencia
El encarecimiento de servicios básicos llevó a la Concellería de Benestar Social del Concello de Pontevedra a ampliar en 75.000 euros la partida reservada para ayudas de emergencia social, cuya demanda media anual ronda las 150 peticiones. El edil responsable del departamento, Marcos Rey, señala que la medida pretende servir de respuesta a "la inflación y la subida de gastos como la luz" y que, como resultado el Concello, dispondrá este año de una partida de 150.000 euros que, de ser necesario, "podría ser aumentada". La concesión está condicionada al cumplimientos de ciertos requisitos.

160 tápers en San Francisco, el comedor social "sin vacaciones"

El comedor de San Francisco es uno de los mejores termómetros para pulsar el hambre y, según cuenta su coordinador, el padre Gonzalo Diéguez, desde la pandemia la cola de usuarios que se forma en la puerta lateral del convento oscila entre los 160 y los 170 diarios.

Entre los demandantes hay muchos cabezas de familia, un buen puñado de "asistentes habituales desde hace años" y una minoría de transeúntes que viven en la calle. Casi todos ellos movidos por "una necesidad real" de llevar alimentos a sus casas, por eso no es de extrañar que el párroco almuerce a menudo agradecimientos del tipo "qué haríamos nosotros sin vosotros". 

SI LLEGA Gonzalo Dieguez en el comedor de san francisco y fotos del dia del comedor fuera  (_G4A6181.JPG)
Gonzalo Diéguez. GONZALO GARCÍA

Las medidas anticovid cerraron al público el tradicional comedor e implantaron un sistema de reparto por ventanilla que se mantiene a día de hoy. "Ahora se llevan el táper a casa con comida caliente, un bocadillo y otros productos como yogures, fruta, pasteles o leche". El menú varía en función de la programación que hace el personal de cocina y de los alimentos que donan empresas y ONG.

El comedor cumplió el pasado día 13, Día de San Antonio, 34 años funcionando de forma intensiva, trabajando "sin vacaciones" y todos los días de la semana salvo los domingos y los días festivos religiosos. "Si es un festivo local, nosotros damos la comida igual", subraya Diéguez.

El comedor da empleo a una cocinera, un ayudante de cocina y una trabajadora social, cuyos salarios son sufragados en gran parte por los donativos que se realizan en el templo. De hecho, el párroco asegura que "si no es por las limosnas que da la gente de Pontevedra, esto sería imposible, porque tenemos unos gastos importantes en Seguridad Social, salarios y otros gastos fijos" que hacen que al final de año la cuenta sea de "más de 100.000 euros".  

La idea, en todo caso, es que el comedor siga activo "siempre que se pueda y no nos pongan pegas". Eso sí, Diéguez presume que estos 15 últimos años que ha ejercido como coordinador serán "los últimos" en los que permanecerá al pie del cañón. 

Trayectoria. A sus 88 años "y a puntito de cumplir los 89" el padre de San Francisco cree que "va llegando la hora de jubilarse", aunque tampoco tiene fecha concreta en mente e incluso trata de justificarse cuando se plantea la posibilidad de apartarse a un lado. Quizás por esa máxima de que "los frailes y los sacerdotes no nos jubilamos hasta que la muerte nos lleve" y por su compromiso con la orden franciscana, que le hizo recorrer mundo desde muy joven.

Natural de Ventosa (Agolada) ingresó a los doce años en el convento franciscano San Antonio de Herbón (Padrón) para luego continuar su formación en filosofía y teología en Santiago y Ponteareas. A finales de los 80 se trasladó a Roma, donde continuó sus estudios y donde se inició como profesor, profesión que luego desarrollaría a su vuelta a España, en Santiago, Lugo y Salamanca.

Su último destino fue Pontevedra, donde cogió las riendas del comedor y donde piensa poner fin a su papel como coordinador tras 15 años presentándose puntual a la cita, sin hábito y con la duda eterna de si la comida será suficiente para la cola que se forma cada jornada.

¿Tras su salida habrá relevo? Diéguez apuesta por el sí. "Ahora somos seis frailes y uno de ellos tiene poco más de 50 y otros unos 60. Yo cuando vine para aquí tenía más de 70".

En Pontevedra hay un 20% en riesgo de pobreza o exclusión social
Un 20,74% de la población de la provincia de Pontevedra se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social, según las últimas estadísticas publicadas por el IGE (correspondientes al año 2020). El porcentaje comprende unidades familiares que subsisten únicamente de prestaciones (la mayoría no contributivas), cuyo nivel de ingresos no garantizan los mínimos de bienestar social.

4.527

Es el número de beneficiarios de la Renda de Integración Social de Galicia (RISGA) que se contabilizaron en la provincia al acabar el primer año de pandemia. A esos se suman otros 1.101 perceptores de las Axudas de Inclusión Social (AIS).