Javier Varela: "Quedan cosas que decir sobre la biografía y la obra de Valle Inclán"

El profesor de la Uned visita Pontevedra para dirigir uno de los cursos de verano de la Uned, que estará dedicado al autor

Javier Varela. RAFA FARIÑA
photo_camera Javier Varela. RAFA FARIÑA

El curso se llama Luces sobre Valle Inclán. ¿Hay también sombras?

La palabra luces engarza con el título Luces de bohemia. Además, la luz, la ilustración, tiene un significado propio, relacionado con las interpretaciones sobre algo, en este caso, sobre Valle Inclán. A mí me da la impresión de que quedan cosas que decir, tanto sobre la biografía, como sobre su obra. Y no es que haya sido un autor maltratado por la crítica o del que se haya hablado poco, todo lo contrario.

¿Qué es lo que queda por decir?

Pienso que hay una tendencia de los biógrafos a convertirse en apologistas, a perdonarle todo al personaje y olvidar determinados aspectos oscuros, que existen en Valle como en todos los demás autores. El curso habla de algunas de esas sombras, como, por ejemplo, su personalidad. Eso no significa que haya que juzgarle por ello. El valor de un escritor lo acredita su obra. Hay muchos escritores que han tenido una vida controvertida y los salva su obra. En el caso de Valle, la calidad de su prosa está por encima de cualquier valoración sobre su carácter o sus preferencias políticas.

No todo el mundo piensa que a un buen escritor haya que juzgarlo solo por su obra.

Este tipo de cosas se dan mucho en España. De repente, entra un nuevo partido político y como el escritor que tiene una calle no coincide con sus ideas se la retiran. La memoria histórica es una memoria politizada. Hay muchos dirigentes políticos que creen que pueden fabricar el pasado y que le quitan calles a una determinada persona por haber tomado una actitud política determinada. Esto es grotesco e imperdonable. Me viene a la cabeza el caso de Rafael Sánchez Mazas, al que le retiraron una calle de Bilbao por haber fundado Falange. El pasado no hay que blanquearlo, pero a los autores hay que juzgarlos por sus obras.

¿Hay falsas creencias sobre Valle Inclán?

La imagen popular de Valle Inclán es relativamente acertada. Un buen escritor de carácter atrabiliario, veleidoso y, a veces, violento. La idea de vida bohemia se ajusta bastante a la idea que tengo yo de él, aunque hay biógrafos recientes que dicen que hay que rescatar a Valle de la bohemia. Yo creo que no. Hay una paradoja en la visión actual de Valle. Con el tiempo acabó convirtiéndose en un icono cultural de la izquierda, y hacen bien en juzgarle por su obra, porque Valle fue un reaccionario toda su vida, de creencias autoritarias.

Pero sus ideas iban cambiando.

Él fue fundamentalmente un tradicionalista. Se mantuvo firme en sus creencias antiliberales y antidemocráticas. En los años 20 elogia, sin mucho conocimiento, a Lenin y la Revolución Rusa, y en los años 30 se entusiasma con Mussolini. Era veleidoso en lo que se refiere a la política. Sí hay una idealización de la sociedad antigua, ese es el fondo de sus creencias. Valle era también antipolítico, decía que cuando un amigo se dedicaba a la política le retiraba el saludo.

Tuvo también muchos enemigos.

Era un hombre de carácter difícil, muy expuesto a las críticas porque participaba en muchas tertulias. Eso le creaba amigos y enemigos en ese toma y daca. Mi ponencia iba a tratar sobre uno de sus adversarios más constante de  Valle, que fue Vicente Blasco Ibáñez, porque probablemente Valle Inclán veía en él la antítesis de su persona como escritor. Incluso después del fallecimiento de Blasco, en 1928, aparecen unas declaraciones en la prensa diciendo que no había leído a Blasco y que seguramente no se habría muerto "porque esto de la propaganda se le da muy bien". Una cosa tremenda.

¿Este curso solo podía ser aquí?

No se me ocurre reunir a un grupo de especialistas para hablar de Valle Inclán en otro lado. Muchos e sus estudiosos y editores están en Galicia.

¿Cómo sería Valle Inclán hoy?

No sabría decirlo, tampoco era un hombre consistente políticamente. Además de esa fase tradicionalista, a partir de los años 20 tenía relación con Manuel Azaña, que lo admiraba en lo literario.