Una joya forjada como un pabellón

La presentación de los trabajos de reforma del Pabellón Municipal tiene entre sus objetivos la recuperación de la fisonomía original propuesta por su arquitecto, el pontevedrés Alejandro de la Sota, en un edificio referencial en el ámbito de las instalaciones deportivas y todo un tesoro para la ciudad.

El 13 de julio de 1968 se inauguraba el Pabellón de Deportes Municipal de Pontevedra con la presencia del Delegado Nacional de Educación Física y Deportes, Juan Antonio Samaranch, a quien el paso de los años llevaría a ser presidente del Comité Olímpico Internacional.

Cinco años antes el arquitecto Alejandro de la Sota, pontevedrés de nacimiento, y toda una referencia en la arquitectura mundial, presentaba un proyecto para el Concurso de Ideas para Instalaciones Deportivas, promovido por la Delegación Nacional, obteniendo el primer premio por el proyecto de pista deportiva y convirtiendo sus propuestas en un modelo a seguir en este tipo de edificios, al que podríamos sumarle el Pabellón del Gimnasio Maravillas de Madrid, creado en 1962 y todavía hoy en pie. 

En 1969, tras la reunión del Consejo de Administración del Pabellón y el nombramiento de un gerente y la elaboración de un presupuesto de actividades, entra en funcionamiento. Allí se celebraría, como primera competición de importancia, la Copa latina de balonmano en marzo de ese año, y días después de la visita realizada por el propio arquitecto, acompañando al alcalde, García Borregón, y diferentes autoridades. Desde ese momento Pontevedra además de disponer de un pabellón de deportes poseía toda una joya arquitectónica

El tiempo no fue demasiado generoso con estas instalaciones, que además de eventos deportivos durante muchos años también acogieron conciertos y diferentes espectáculos, y cuyos valores arquitectónicos fueron anulándose tras diferentes reformas, de ahí que el anuncio de respetar en lo posible su fisonomía original bajo la batuta de la propia Fundación Alejandro de la Sota es motivo de esperanza. 

Una exposición realizada en el Pazo da Cultura en 2009 sobre la obra del arquitecto y, en especial, sobre este edificio, evidenció sus bondades y nuevas propuestas en base a pontenciar un material económico como el hormigón y diferentes forjados, la creación de cuatro torres laterales que facilitaban la circulación de las personas, al ubicar en ellas las escaleras para acceder a la parte superior, y la cubierta traslúcida que inundaba de luz la pista deportiva. Una arquitectura que se venía a sumar a otras edificaciones en nuestra ciudad de quien fuera Premio Nacional de Arquitectura en 1974, como el edificio de viviendas en la calle que lleva el nombre del arquitecto, la Misión Biológica o la vivienda unifamiliar de la familia Domínguez en A Caeira

En 1996 aquella original pista oscura deja paso a la instalación de una superficie de parquet que mejoraría la práctica de todos los deportes que ella se desenvuelven a lo largo de semana, en un recinto que forma parte de la memoria sentimiental de muchas generaciones de pontevedreses que acompañaron a sus diferentes equipos a cumplir sus sueños deportivos, especialmente en deportes como el balonmano o el fútbol sala, con citas tan relevantes como la Copa del Rey de balonmano en 2005, el Campeonato Mundial Junior de este mismo deporte en 1987 o, hace unos pocos días, siendo el centro mundial de la Lucha celebrándose en él hasta nueve citas mundialistas. 

En definitiva, un patrimonio que es mucho más que un edificio y cuya mejora es obligada.

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