CAMINO A LA NORMALIDAD

Que jueguen al Candy Crush

Río Gafos. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Paseo del río Gafos. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

SE SUPO este miércoles, mientras en el Parlamento madrileño los dirigentes y sus portavoces se insultaban como siempre para arreglar los problemas de España, que el personal sanitario va a recibir el premio Princesa de Asturias de la Concordia.

Al momento, buena parte de ese personal sanitario puso el grito en el cielo. Muchos y muchas, que sin duda merecen ese premio y todos los que se les den, se quejaban de que menos premios y más medios, más contratos decentes, más salarios, más personal.

Así que me fui a dar una vuelta por Pontevedra, que es algo relajante. Se me quejaba un amigo que tiene un bar de que hay gente que es tonta, algo en lo que todo el mundo está de acuerdo, claro. Me contaba de clientes que llegan y se acodan en la barra y cuando les dice que ahí no puede servirles aún se enfadan y se ponen chulos. Son una minoría, claro está, pero tener que aguantarlos es demasiado pedir a gente que estuvo casi tres meses con un negocio cerrado y ahora está haciendo lo posible por sacarlo adelante.

Por lo que yo vi, en Pontevedra la gente se comporta en general de buena manera. Se guardan distancias de seguridad en la calle y en las terrazas, la mayoría de la gente sale con su mascarilla, se respetan los horarios. Supongo que en todas partes será igual o parecido. Por eso es tan lamentable la actuación de dirigentes que se lanzan a decapitar a sus rivales. No sé a quién creen que representan. Supongo que al energúmeno que entra en un bar, se acoda en la barra y lía una bronca porque ahí le dicen que no le pueden poner una caña. Ésa es la gente que estorba. Yo es que no veo en la calle a gente insultándose ni acusándose de nada malo.

Lo que veo es a gente de diferentes tendencias políticas hablando, a veces hasta discutiendo, pero de manera sana, sin insultarse ni amenazarse. Habría que cambiar las tornas. Los políticos a discutir a la taberna y los ciudadanos a buscar soluciones al Parlamento. Esto es el mundo al revés. Ojalá el civismo de la mayoría de los ciudadanos se mantenga porque sus representantes están caldeando el ambiente mucho más de lo que es aconsejable. Y ya sabemos que aquí mejor que no salte una chispa, porque entonces sí que empiezan a aparecer hooligans debajo de cada piedra.

De hecho, hasta me extraña que no esté sucediendo ya, aparte de algún altercado que puede entrar en el terreno de lo anecdótico. Será, espero, que la gente se desahoga en las redes sociales y luego ya no tiene ganas de gresca. Pero ver a algunos dirigentes en el hemiciclo jugando con cerillas y latas de gasolina no es bueno, ni es útil, ni eficaz, ni nada de nada, salvo un peligro potencial.

La gente lo que está teniendo es mucha paciencia o mucha capacidad de contención, pero cuidado, que siempre hay por ahí un loco suelto dispuesto a lo que sea con tal de liarla y a veces basta con que empiece uno y sigan dos millones. El ejemplo que está dando la clase política es lamentable. De momento no han logrado lo que parece que buscan algunos, que es llevar el conflicto a las calles, algo que sería peligrosísimo en estos momentos en los que puede haber mucha gente que piensa que no tiene nada que perder.

Yo les pediría moderación y diálogo, pero para qué. No creo que Abascal o Casado me lean. De hecho, sospecho seriamente que no, pero de tenerlos delante los mandaba a acodarse a la barra de un bar ante un camarero con muy mala leche y pedir ahí unas cañas. O que se vengan unos días a Pontevedra, que es una ciudad inspiradora que invita a la introspección, a la meditación y la contemplación de la belleza, tres cosas que siempre resultan relajantes. Un paseo por el Gafos o por la Illa do Cobo les bajaría los humos, imagino.

O que lean, yo qué sé. Que jueguen al Candy Crush. A Celia Villalobos le sentaba bien, o que hagan terapia de grupo. Que hagan lo que quieran, pero que se relajen de una condenada vez, más que nada porque además de caldear el ambiente están haciendo el ridículo cada vez que suben al atril o levantan el micro ése que tienen en sus escaños.

Ya es que estos debates simplemente carecen de utilidad. No sale de ahí ninguna conclusión positiva, ningún atisbo de empatía ni de respeto a la pobre gente a la que representan, que lo que busca son soluciones a sus problemas, que no son poca cosa. Podrían eliminar esos debates y esas sesiones de control que no sirven para nada y votar directamente, con lo que nos ahorrarían grandes dosis de vergüenza ajena.

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