El Karar, el Titán y el Benirrás, tráfico de cocaína al más puro estilo de Galicia

Los tres barcos, que transportaban unos 11.000 kilos de cocaína hacia costas gallegas, tenían por objetivo entregar la droga a lanchas rápidas para introducirla en las Rías Baixas, pero solo el velero consiguió su cometido puesto que la carga fue incautada en la Ría de Arousa sin tocar tierra 

 

Chegada do barco Karar, con un cargamento de droga. Porto de Vigo
photo_camera El Karar, uno de los narcobuques empleados por los narcos gallegos para introducir los alijos. DP

Los 21 acusados (todos los investigados menos el presunto jefe, el Mayor Carvalho) por el intento de introducir en las costas gallegas 1.700 kilos de cocaína incautados en el Titán Tercero no son más que la avanzadilla.

La Audiencia de Pontevedra acogerá toda una sucesión de macroprocesos por narcotráfico internacional que en los meses venideros. Además del más famoso de ellos, el del narcosubmarino de Aldán (de cuyos detalles dio cumplida cuenta este periódico en su edición del jueves), el Pazo de Xustiza de la Boa Vila recibe a partir del 20 de julio -en una vista que continuará en septiembre- a los presuntos miembros de la organización que tenía por objetivo acudir al encuentro del Titán, bien empleando un pesquero, bien en lanchas rápidas, para llevar a tierra el alijo.

DAVID RUEDA DE PRENSA EN EL PUERTO DE ALDAN POR ALIJO DE DROGA DEL NARCOSUBMARINO, miércoles, 27 nov · 13:00–14:00

Para otoño se espera el citado juicio por el semisumergible, con siete acusados que se expondrán a penas de hasta 14 años de cárcel. Y para 2022 quedarán, entre otros, el juicio por los más de 3.800 kilos de coca decomisados en el remolcador Karar y el proceso por los 4.000 que transportó, supuestamente, el velero fantasma Benirrás, cuya carga fue recuperada en la ría de Arousa tras una gran persecución.

63 acusados miembros de distintos clanes gallegos de la droga (y algunos sudamericanos) desfilarán por las dos grandes salas penales de la provincia en una batería de juicios que pondrán a prueba la operatividad del Poder Judicial en la ciudad del Lérez.

Titán, Karar y Benirrás son los nombres de las tres embarcaciones empleadas por las alianzas entre gallegos y sudamericanos para abastecer el mercado europeo de la cocaína. Las dos primeras, un pesquero y un remolcador, fueron abordadas en altamar por operativos conjuntos de las fuerzas de seguridad españolas. La tercera, un velero de recreo, ha desaparecido. Hundido, según algunas fuentes, tras entregar los 4.000 kilos que acabarían en manos de las autoridades.

Los tres barcos tienen como denominador común el modus operandi: un grupo gallego y otro de más allá del Atlántico (colombiano y, últimamente, también brasileño) comparten gastos para la financiación del cargamento, y también infraestructura.

El objetivo final es establecer contacto en aguas internacionales, lejos de la vigilancia, con lanchas rápidas de más de 1.000 cv de potencia para la entrada de la droga en las costas. O, si es posible, esconder la valiosa carga en un barco pesquero que transita por zonas calientes y llega a puerto con el género lícito y con la mercancía ilícita.

Este sistema, que lleva acumulando éxitos (y fracasos) entre los clanes arraigados en la comarca de O Salnés desde hace 40 años, sigue plenamente vigente. Así se ha constatado en los últimos meses, y así se sigue manifestando en el inicio del verano de 2021, cuando varias organizaciones ya han fletado veleros que acuden al Caribe en busca del preciado polvo blanco para revender en Europa.

Las salas de vistas de Pontevedra serán, una vez más, un escenario privilegiado para conocer todos los detalles acerca del funcionamiento de estas redes criminales transnacionales.

Chegada do barco Karar, con un cargamento de droga. Porto de Vigo

Por orden cronológico, el primer macrojuicio, ya a la vuelta de la esquina, es el del Titán Tercero. Nombres muy célebres como el de Jacinto Santos Viñas comparecerán para responder por el intento de recepción de la droga que, según los especialistas, era propiedad del Mayor Carvalho, entonces conocido como Paul Wouter, que no acudirá, salvo sorpresa, a Pontevedra, pues sigue huido de las autoridades. El fiscal Antidroga pide para los 21 acusados penas de entre diez y trece años y medio de prisión.

Ya para 2022, una vez que haya sido juzgado el caso del narcosubmarino (con siete acusados, incluidos sus tres tripulantes) se espera el juicio por los 3.800 kilos del Karar, que se prevé muy interesante, con la presencia del presunto capo Juan Carlos Santórum y otros 29 acusados, entre ellos el topo que supuestamente tenía en el seno de Vigilancia Aduanera.

Ese mismo año, si nada se tuerce, será juzgada otra docena de supuestos narcos por intentar colar en las Rías Baixas los 4.000 kilos que, se dice, transportó el Benirrás. Cuando nadie se lo esperaba, las planeadoras volvieron a cabalgar la ría, pero la Policía, Vigilancia Aduanera y la Guardia Civil impidieron a los traficantes "coronar", que es como califican en su jerga a una operación exitosa.

Carlos Silla y el Mayor Carvalho, se hallan huidos; Juan Carlos Santórum espera el juicio en casa
La experiencia, la capacidad de maniobra y el dinero que manejan los grandes capos de la droga que dirigen las principales operaciones de narcotráfico a gran escala y en dirección a Europa hace que tengan capacidad para sortear la represión una vez que han caído en manos de las autoridades.

Ese es el caso de los tres presuntos responsables de los cargamentos de cocaína del Titán Tercero, el Karar y el Benirrás, de los cuales ninguno se halla en estos momentos donde desearía la Policía, en prisión y a la espera de ser juzgado.

El asunto más sorprendente es el que implica a Sergio Roberto de Carvalho, alias Mayor Carvalho en alusión al cargo que ocupó en la Policía Militar de Brasil hasta que se descubrió que era un narco. Para el Greco Galicia, unidad policial que le detuvo, comenzó siendo Paul Wouter, pues empleaba un pasaporte surinamés con ese nombre totalmente legal.

Los especialistas sabían que habían cazado al organizador del alijo. Vivía a todo tren en una lujosa urbanización de Marbella y realizaba constantes viajes a Lisboa y a Pontevedra para mantener sus negocios plenamente activos. Aún siendo oficialmente Wouter, el juez instructor le puso en libertad previo pago de una fianza irrisoria para un capo de su poder, en la cúspide europea en la actualidad.

En meses posteriores, Brasil informó de que Wouter era Carvalho. Éste, sin embargo, ya había aprovechado para fingir su muerte como Wouter y, maletines en mano, refugiarse en Ucrania. Se dice que sobornó a autoridades en el país de la antigua URSS y también en Portugal, desde donde partió en un jet de su propia flota dejándose atrás doce millones de euros en efectivo, en maletas, dentro de una furgoneta. Actualmente sigue plenamente activo, enviando cocaína en contenedores desde Sudamérica hacia Europa.

El caso de Juan Carlos Santórum, que negó toda implicación en una entrevista concedida a este periódico cuando estaba fugado, es bien conocido: la Audiencia decidió ponerle en libertad (a él y a sus presuntos colaboradores) a pesar de las pruebas que la Policía puso sobre la mesa. El vilanovés apostará por defenderse en la Audiencia, a diferencia del capo brasileño.

El tercer investigado que maniobra para eludir la acción de la Justicia es Carlos Silla, patrón del Benirrás. Su velero fue registrado en Portonovo meses antes del alijo de 4.000 kilos incautado en la ría de Arousa. La Udyco no encontró nada, y aquel día fue el último que tuvo noticias tanto del barco como de Silla. El primero se da por hundido y el segundo, por prófugo.

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