La hora del té

La Estación Fitopatolóxica do Areeiro, más que un centro de investigación

Trabaja en la implantación de nuevas especies frutales, combate plagas, ayuda a los agricultores, estudia el suelo, reproduce plantas, desarrolla la camelia y sus aplicaciones, entre otras cosas
El jefe de Servicio, Pedro Mansilla, en la plantación de té (Camellia sinensis) de O Areeiro
photo_camera El jefe de Servicio, Pedro Mansilla, en la plantación de té (Camellia sinensis) de O Areeiro

Comienza la mañana y con ella un nuevo día de actividad en la Estación Fitopatolóxica do Areeiro. Aunque, desde fuera, este espacio anexo al impresionante jardín botánico del palacio de Montero Ríos, en un principio, puede parecer un remanso más de quietud rebosante de vegetación, al avanzar en sus entresijos uno se da cuenta al instante de que tras sus muros se lleva a cabo una variada, completa y compleja labor.

El centro fue creado a principios de los años 80 para prestar ayuda a los agricultores en cuestiones de fitopatología: principalmente, para estudiar las enfermedades y plagas de los cultivos y buscar soluciones a las mismas. Tal y como explica el jefe de Servicio, Pedro Mansilla, "las antiguas estaciones fitopatológicas agrarias que había en España se interrumpieron entre 1974 y 1975, aunque en Galicia quedaba una en Mabegondo. La Diputación de Pontevedra tuvo la idea de recuperar este tipo de prestación y puso en marcha este centro".

Desde aquel inicio, O Areeiro ha ido ampliando su actividad y desarrollando nuevas áreas de trabajo hasta convertirse en lo que es hoy: una referencia mundial en diversos ámbitos y un servicio clave para el sector agrario, forestal y botánico.

Actualmente, su labor se divide en cuatro áreas: Fitopatología, Edafología (estudio del suelo), Biología molecular y Fruticultura y ornamentación.

"La biología molecular es una tecnología muy potente con la que estudiamos el ADN de hongos, insectos… y eso nos permite diagnosticar con más fiabilidad", puntualiza Mansilla.

En cada una de sus cuatro unidades, el centro desarrolla una función de ayuda al sector agrícola y forestal y otra de investigación práctica para detectar problemas y buscar soluciones.

De todo ello se encarga un grupo de entre 40 y 50 personas: 34 funcionarios y unos cuantos becarios y colaboradores. Cuenta con casi seis hectáreas de terreno y su financiación es pública y privada, pues, además de los fondos propios de la Deputación, establece cooperaciones con empresas y convenios con otras administraciones, como la Xunta de Galicia y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Con este último colabora para prestarle determinados servicios de los que el CSIC carece.  

FRUTAS. En lo referido a fruticultura, O Areeiro trabaja en la introducción de especies que permitan abrir el abanico de posibilidades a los productores gallegos. Es el caso del kiwiño, la feixoa, la guayaba... Para difundirlas, desde hace unos años lleva a cabo la campaña ‘Froitas de outono’ en centros educativos de la provincia, a fin de que los niños las conozcan. El resto del año, la producción frutal de la estación se distribuye entre los comedores sociales.

La ornamentación es otra de las actividades protagonistas y, en este caso, el centro situado en Lourizán dedica importantes esfuerzos a la reproducción de helechos arborescentes y, sobre todo, a las camelias, en cuyo estudio y aplicaciones se ha convertido en uno de los más destacados a nivel mundial. Tal y como indica su responsable, "en el mundo hay más de 200 especies de camelia y 50.000 variedades y aquí tenemos entre 20 y 30 especies y 1.000 variedades".

Entre ellas, O Areeiro posee una plantación de camelias Higo, cuya rareza convierte este conjunto en el único de España y uno de los pocos existentes en todo el planeta.

"Estas camelias son originarias de Japón y fueron mantenidas durante siglos por las familias samurais, cada una de las cuales poseía solo una variedad distinta, y por el emperador, que era el único que las tenía todas", explica Pedro Mansilla.

La colección que hoy crece en la Estación Fitopatolóxica de la Deputación fue donada por Franco Ghirardi, farmacéutico y floricultor italiano y toda una autoridad en el estudio de estas plantas.

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