La policía destapa dos fraudes en el uso de las plazas para discapacitados

Entre los casos denunciados está el de una joven que corría en la cinta de un gimnasio
Benestar Social tiene registradas 322 tarjetas de aparcamiento para discapacitados
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Las colaboración de los ciudadanos y las medidas de vigilancia puestas en práctica por la Policía local continúan dando sus frutos para combatir el uso fraudulento de las tarjetas de reserva de estacionamiento para personas con movilidad reducida. En esta ocasión los agentes denunciaron a dos mujeres, una de ellas que usó una plaza para aparcar su vehículo e ir a correr al gimnasio, y la otra que utilizaba la tarjeta de un familar que había fallecido en diciembre.

La denuncia de un ciudadano puso en alerta a efectivos de la Policía municipal. El particular informó a los agentes de que una mujer, que estacionaba de forma habitual en la praza reservada para personas con movilidad reducida situada junto a la entrada del Centro Deportivo Rías do Sur, en la urbanización de Pontemuíños (antiguo poblado de Celulosas, en la parroquia de Lourizán), usaba una tarjeta sin que, al parecer, presentase ninguna discapacidad. Para demostrarlo les enseñó un vídeo en el que se veía a la mujer corriendo en una cinta en el gimnasio.


Un dispositivo de la policía siguió a la mujer para comprobar las infracciones de la conductora

Como la denuncia, sin más datos, no constituye una infracción a la normativa de tráfico y accesibilidad, los efectivos policiales corroboraron la veracidad de la denuncia: el coche ocupaba una plaza reservada para personas con movilidad reducida.

Al día siguiente (31 de marzo), los agentes pusieron en marcha un operativo de control con el que comprobaron que la joven conductora volvía a aparcar en la plaza de minusválidos de la calle Matos, frente a la puerta de acceso a las instalaciones deportivas, para entrar en el mismo local.

Los policías municipales esperaron a que la mujer saliera del gimnasio para seguirla y comprobar si en algún momento del recorrido recogía a cualquier persona que pudiera tener movilidad reducida. El vehículo no se detuvo hasta llegar al domicilio de la conductora, por lo que los agentes redactaron el primer parte de denuncia. Por el número del expediente que figuraba en la tarjeta, los funcionarios comprobaron que la misma pertenecía a una mujer de 56 años, que resultó ser la madre de la joven denunciada.

UN ENGAÑO. El operativo de control continuó el 4 de abril. Ese día la joven volvía a usar la tarjeta para aparcar en la plaza para discapacitados, por lo que los agentes efectuaron una nueva denuncia por estacionamiento indebido. Además, la grúa municipal retiró el vehículo. La supuesta infractora trató de convencer a los policías de que su madre (que llegó al lugar tras una llamada telefónica de la hija) estaba en las proximidades y que se iban a ir juntas en el vehículo.

El segundo fraude detectado por la Policía local tuvo como protagonista a una mujer que usaba la tarjeta de su marido, fallecido en diciembre de 2016, para aparcar en una plaza reservada para personas con movilidad reducida. La conductora intentó engañar a los funcionarios diciéndoles que su marido estaba en un centro de día y que luego pasaría a recogerle.

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