La última parada del trolebús

El 31 de agosto se cumplieron 30 años del último viaje de un trolebús por carreteras españolas. Tachado de antigualla en su momento, ahora se erige como la gran alternativa verde al exceso de contaminación
El trolebús número 102. TONYWALMSLEY
photo_camera El trolebús número 102. TONYWALMSLEY

En 2013 se conmemoraron 70 años de la entrada en funcionamiento del trolebús que unió Marín y Pontevedra a lo largo de ocho kilómetros de catenarias electrificadas. Y el pasado 31 de agosto se cumplieron exactamente 30 años desde que uno de esos vehículos, el número 102, entraba en cocheras y ya no volvía a salir. Fue el último trole que rodó por una carretera española.

A muchos lectores de la generación Z e incluso milenials, las fotos que acompañan este reportaje les sonarán a un episodio de Cuéntame y ni siquiera sepan qué era un trolebús. Según la RAE, se trata de un ómnibus de tracción eléctrica, sin carriles, que toma la corriente de un cable aéreo por medio de un trole doble. La Wikipedia añade que "es también conocido como trolley o trole y no hace uso de vías especiales o rieles en la calzada, como el tranvía, por lo que es un sistema más flexible". Y los defensores de las energías verdes añaden que es "silencioso, cómodo, rentable, limpio y respetuoso con el medio ambiente".

El 15 de diciembre de 1943 se inauguró la primera línea de Galicia y la tercera de España, después de las de Bilbao y Barcelona. El billete costaba 60 céntimos y la flota se componía de seis vehículos de un solo piso color blanco modelo Leyland, apodados chinos, porque su destino inicial era la ciudad oriental de Cantón.

El éxito de aquel sistema de transporte fue tal que una década después, en 1955, se puso en marcha una segunda línea entre el centro urbano y la parroquia de Lérez; dos años después se prolongó hasta A Ferreira y en 1962 Alba se convirtió en fin de trayecto.

Los chinos se vieron reforzados en 1961 con una partida de ocho trolebuses de dos pisos (BUT, Q1), de segunda mano, aquiridos a la London Transport tras una operación no exenta de contratiempos de la que también se benefició la ciudad de Valencia.

Llegaron al puerto de Marín el 25 de febrero a bordo del buque alemán Ana Oldefor y tanto su desembarco como su posterior puesta en funcionamiento se convirtieron en todo un acontecimiento. Eran muy distintos a sus predecesores, más altos, más modernos, más molones... Tenían capacidad para 70 pasajeros sentados y 25 de pie.

Un cambio de tráfico en época de Rivas Fontán fue la excusa para darle la puntilla a "un sistema viejo y caro"

Con el paso del tiempo, los troles acabaron convirtiéndose en un símbolo. No se entendía una visita a Pontevedra o Marín sin viajar en ellos e incluso se organizaban excursiones ex profeso desde ciudades limítrofes para admirarlos y disfrutarlos.

La compañía que explotaba las líneas de trolebuses, Tranvías Eléctricos de Pontevedra (TEP), fue absorbida en 1977 por Transportes La Unión. Ese mismo año fueron comprados a Valencia 17 vehículos para sustituir a los ingleses de dos pisos.

EL ADIÓS. Pero el material fue envejeciendo y el mantenimiento se redujo a la mínima expresión (la apuesta de futuro eran los autocares a gasoil) y en 1988 se suprime la línea plaza de Galicia-Lérez-Alba. Al año siguiente, el 31 de agosto de 1989 el trolebús número 102 entró en las cocheras de Mollavao y nadie volvió a saber de él. Fue el último trolebús de España.

Con él no acabó el servicio (empezaron a funcionar los autobuses) pero sí un recorrido sentimental de 146 años por Marín y Pontevedra, ciudades que hicieron del trole casi una seña de identidad para tres generaciones.

Héctor Poderoso García es un coruñés de 41 años apasionado por los trolebuses, hasta el punto de que a finales de los ochenta se desplazó a propósito hasta Pontevedra para fotografiarlos y viajar en ellos. Sobre su desaparición, explica que "no fue por el tendido eléctrico, no. Fue por dejadez, sobre todo. En Pontevedra a los trolebuses que circularon los últimos años, que eran aquellos de Valencia, no se les pintaba y el tendido eléctrico apenas se reparaba o se reparaba lo mínimo. No se invertía en ellos. Y el trolebús firmó su sentencia en toda España porque salió una Ley de las Cortes, a principios de los setenta, incentivando económicamente la sustitución de los trolebuses por los autobuses".

Y cuenta un episodio que pocos conocen: "Meses antes de la supresión de los troles, la empresa recibió la oferta de unos fabricantes extranjeros que proponían renovar la flota de troles clásicos por trolebuses modernos y articulados con plataforma a nivel del suelo para el acceso de carritos de compra, de bebés, personas con movilidad reducida, etc.". 

Pero "oscuros intereses económicos" empujan a rechazar la generosa propuesta. "Lo que está claro es que los políticos de la época, una Corporación que encabezaba Rivas Fontán, se empeñaron en decir que estaban viejos, que eran muy antiguos, que exigían mucho mantenimiento".

El cambio de tráfico en una calle fue la excusa empleada para dar la puntilla final a los troles.

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