La devoción por Jesús Nazareno no tiene límites, ni siquiera en tiempos de pandemia. El tradicional rito de las Tres Gracias le ha ganado el pulso a la covid-19 a pesar de haber tenido que trasladarse desde la capilla de la Tetuán hasta la iglesia de San Bartolomé para cumplir con las medidas de prevención dictadas por las autoridades sanitarias y evitar aglomeraciones que pudieran suponer un riesgo de contagio del nuevo virus.
Cientos de personas devotas desfilaron por el templo de San Bartolomé durante la jornada para participar en las misas que se oficiaron a las 9.30, 11.00 y 18.30 horas y asistir a las oraciones dirigidas que se sucedieron con un intervalo de 20 minutos. En esta ocasión, en tiempos de pandemia, la petición por conservar la salud superó sobradamente a las otras que son tradicionales, como el trabajo y el amor.
La importante afluencia de creyentes hizo que durante la espera se formase una larga cola que comenzaba en la entrada de la iglesia, que discurría por la calle Sarmiento y continuaba por la calle Amoedo Carballo.
La circulación de vehículos por Sarmiento durante la mañana (sobre todo camiones y furgones que abastecen a los establecimientos hosteleros que el lunes podrán atender en el interior con un aforo del 30%) hizo que los devotos tuvieran que prestar especial atención al tráfico y arrimarse todo lo posible al edificio del Museo.
En esta ocasión los actos religiosos de las Tres Gracias finalizaron antes que de costumbre. El templo cerró sus puertas a las 21.30 horas con el objetivo de que todo el mundo pudiera regresar a sus hogares antes del toque de queda (22.00 horas).
El ritual del Día de las Tres Gracias cuenta con más de un siglo de historia en Pontevedra. Se desconoce el momento exacto en el que comenzó, pero hay constancia de que a principios del siglo XX la calle Tetuán (conocida entonces como calle Jesús Nazareno) ya recibía la visita de miles de devotos.
