Las enfermeras se recetan más dosis de autonomía, más plantilla y reconocimiento

Tres generaciones distintas evalúan las debilidades y fortalezas de la profesión con motivo del Día Internacional de la Enfermería. Si antaño formarse en la especialidad era garantía de trabajo, hoy da lugar a contratos eventuales y rotaciones por todo el país
Emma Rodríguez, Sandra Fernández y Maite Joaquín
photo_camera Emma Rodríguez, Sandra Fernández y Maite Joaquín

Este jueves, 12 de mayo, es el Día Internacional de la Enfemería. Para conmemorarlo Diario de Pontevedra ha querido reunir a tres generaciones de enfermeras para realizar un diagnóstico de una profesión estigmatizada dentro y fuera del gremio. Los usuarios solo las valoran "cuando nos necesitan", la Administración sanitaria les impide ejercer "las competencias para las que nos hemos formado" y las propias compañeras de profesión pecan de "falta de empoderamiento".

Las condiciones laborales que rigen ahora mismo tampoco juegan a favor, ni el tamaño de las plantillas, "que se han visto mermadas". Lo que salva la situación son las grandes dosis de empatía con las que actúan estas profesionales, ese saber ponerse al otro lado de la barrera que muchas veces hace que no sepan "discernir hasta dónde llega la línea del trabajo y la personal".

Con 59 años, Maite Joaquín es la más veterana de las tres que se presentan a la cita. Lleva 39 años dedicada a la enfermería y no solo como profesional de la sanidad, sino como sindicalista de SATSE, el Sindicato de Enfermería. Acabó la titulación en Ourense en el año 1977 y en septiembre de ese año ya obtuvo un puesto de trabajo. "Entonces había más demanda y prácticamente cada una de las enfermeras sacaban plaza donde quería".

"Antes había más demanda y prácticamente cada una de las enfermeras sacaban plaza donde querían"
Maite Joaquín. 59 años. Centro de Marín

Por cuestiones "personales y amorosas" se marchó un año a Bilbao y luego se afincó en Pontevedra. Estuvo hasta 1990 en la UCI de Montecelo, después se dedicó varios años al sindicato "a tiempo completo" y más recientemente, desde 2015, se incorporó al centro de salud de Marín.

Emma Rodríguez le sucede en la escala de edad con 38 años. Acabó Enfermería en la escuela de Pontevedra en 1998 y, aunque en aquel momento España se estaba despidiendo de una etapa de recesión, su currículum ya deja ver la metamorfosis que sufrió la profesión. Su primer contrato también llegó pronto, "ese mismo verano en el que terminé la carrera", pero nada que ver con las condiciones que se topaban las generaciones anteriores. Emma empezó haciendo "un traslado en ambulancia de hora y media" y continuó casi tres años con jornadas laborales "de días e incluso horas" hasta que empezó a "encadenar contratos".

Aprobó las oposiciones cinco veces, pero no obtuvo plaza hasta la OPE (Oferta Pública de Empleo) de 2012. Desde entonces trabaja en Urxencias de Montecelo, el último eslabón de un auténtico viacrucis que incluyó paradas en los centros sanitarios de media provincia y ocupaciones de lo más dispar, desde asistir a enfermos en el área de Oncoloxía, a actuar en Traumatoloxía, Cirurxía o Medicina Interna.

Sandra Fernández, con 26 años, es la más joven de la terna de enfermeras. Terminó de formarse en la facultad de Santiago en 2010 y, seis años después, todavía no tiene bata propia. Trabaja cuando la llaman y cuando está libre vive presa del móvil, pendiente de que el Sergas la llame para suplir a alguna enfermera.

Hasta ahora ha tenido acceso a contratos por días, en distintos lugares de la provincia y en horarios reducidos, "de nueve de la mañana a una de la tarde". En este tiempo ha interactuado en multitud de servicios, desde Xinecoloxía en el Hospital Provincial a Medicina de Familia en el centro de salud de Baltar.

Evidentemente, son condiciones que le gustaría mejorar, pero no puede permitirse el lujo de decir que no. Si renuncia a este tipo de ofertas "la penalizan", pasando a último lugar de la lista o incluso fuera de la misma, algo que prácticamente sentenciaría el acceso a un puesto estable. En Pontevedra, como en el resto del territorio estatal, sobra oferta. Ayer mismo Sandra consultaba las listas de personal eventual y comprobaba que hay "605 enfermeras" esperando a recibir esa llamada de la Administración. Muchas incluso saben que van a "tener la oportunidad de trabajar, sobre todo las que están más abajo en las listas".

"Si damos un medicamento estamos en situación de alegalidad, con las consecuencias jurídicas"
Emma Rodríguez. 38 años. Urxencias Montecelo

Más efectivos y en mejores condiciones laborales

Precisamente algunas de las grande reivindicaciones que lanzan las enfermeras en su Día Internacional abogan por mejorar las condiciones de contratación y por aumentar la plantilla.

En el área sanitaria de Pontevedra trabajan cerca de 600 enfermeras, "el colectivo más numeroso", pero aseveran que es un número que se ha quedado corto. ¿Por qué? Porque los contratos por horas han derivado en una "sobrecarga" del personal fijo, porque la asistencia al paciente requiere cada vez de más cuidados y porque "las jubilaciones" y otro tipo de vacantes "no se están cubriendo", lo que también repercute "en una mayor carga de trabajo".

Ninguna llega a cuantificar el número de personal extra que sería preciso para equilibrar la balanza, pero sí acuden a las estadísticas que dicen que la media europea está en 5,3 enfermeras por cada 1.000 habitantes, frente a las 3,5 de España y las 3,2 de Galicia. Por ello, insisten en la necesidad de ampliar el cuadro de personal y de terminar con los contratos fugaces que se han puesto de moda en el sistema sanitario. "Estamos formando enfermeras para luego exportarlas a Europa", recrimina Maite. "Es imposible controlar una planta en un día y resulta contraproducente para el paciente, sobre todo para el paciente crónico de Atención Primaria, porque no le puedes dar una continuidad en el tratamiento", advierte Emma. "Trabajar así, con contratos tan cortos, es un estrés y te hace sentir inútil. Espero que esto cambie y pueda tener un trabajo o, por lo menos, cubrir una baja larga", manifiesta Sandra.

El sindicato SATSE incluso se ha postulado varias veces a favor de limitar el número de alumnos que se forma cada año en enfermería o, al menos, mientras se mantenga la ratio actual de enfermera por habitante y médico. Solo en Pontevedra hay tres escuelas que cada año dan salida a cientos de profesionales. "Ya en mi escuela había 150 por curso", detalla la más joven.

"Trabajar así, con contratos tan cortos, es un estrés y te hace sentir inútil. Espero que esto cambie"
Sandra Fernández. 26 años. Eventual

Más campos de trabajo e independencia profesional

Otra de las grandes demandas del gremio es que la Administración amplíe los campos de trabajo e introduzca el perfil de enfermera en más ámbitos como, por ejemplo, en las residencias de tercera edad o en los colegios. "Cumpliríamos un papel muy importante, porque podríamos incidir en la educación para la salud, además de asistir a niños con diabetes, con cáncer...", advierte Maite.

Vinculado a esto, urgen autorización legal para usar material sanitario y dispensar fármacos generalistas cuando la asistencia al paciente lo requiera, en definitiva, permiso "para ser más independientes, más autónomas". El Real Decreto que entró en vigor en diciembre de 2015 otorga al médico todas las funciones de prescripción, dejando al grupo de enfermeras maniatado. "Antes estábamos en el limbo, pero si ahora damos un medicamento para bajar la fiebre, por ejemplo, ya estamos en situación de alegalidad y con todas las consecuencias jurídicas que ello supone. Si pasa algo, a quienes les van a reclamar es a nosotras", señala Emma.

Reconocimiento público dentro y fuera del gremio

Hacer que la profesión sea más visible y reconocida entre la sociedad es otro de los objetivos de futuro del gremio, además de una de las razones de ser del Día Internacional de Enfermería.

El sindicato circuló el año pasado unas encuestas y estas revelaron que el 50% de los pacientes no conocía las funciones de las enfermeras. Por este motivo, consideran necesaria más información e incluso alguna medida estética, como el uso de uniformes específicos para el personal de enfermería, algo que ya ocurre en las áreas sanitarias de Santiago de Compostela y Ferrol.

En paralelo, Maite, Emma y Sandra consideran que sería conveniente reforzar el empoderamiento de las enfermeras, recordando cuáles son sus funciones y la trascendencia de las mismas. "Muchas veces hacemos como los burros, bajamos la cabeza y arreamos, pero esto no debería ser así. Deberíamos defendernos mucho más como colectivo", subraya Emma.

Reanudar la carrera profesional y cambiar el foco

Otra reclamación exige la reanudación de la carrera profesional del personal sanitario. Esta especie de sistema de complementos está paralizada desde el año 2010, lo que implica que todos los méritos de formación, docencia o investigación que podrían subir el salario están congelados. Entre la terna de enfermeras las diferencias son palpables.

Maite tiene reconocido un grado cuatro porque sus merecimientos son anteriores a ese año. Sin embargo, a Emma le correspondería tener un grado dos que no tiene reconocido por ser posterior al cambio, lo que hace que cobre "300 euros menos al mes que algunas compañeras".

Otra petición tiene que ver con Atención Primaria. Para el gremio el sistema sanitario está "demasiado centrado en la hospitalización" y deja de lado esta importante ‘puerta de entrada’ que representan los centros de salud y los médicos de familia. "Si la pretensión es ahorrar, el Gobierno central debería reforzar la prevención en Atención Primaria, porque es donde podemos evitar complicaciones, enfermedades y, en definitiva, gastos", alerta Maite.


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