CAMINO A LA NORMALIDAD

Lo que no se puede

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photo_camera Manifestación contra el racismo, el pasado sábado en Madrid. RODRIGO JIMÉNEZ (Efe)

Entramos este lunes en la fase tres y yo todavía no entendí la fase cero. Me ocurre lo mismo que cuando no estudiaba. Llegaba un señor al aula el primer día de clase y decía: "Buenos días, me llamo Joaquín y voy a ser vuestro profesor de matemáticas", y ya no le entendía nada más durante los siguientes nueve meses.

Lo importante de este proceso, entiendo yo, no es tanto saber lo que se puede hacer como lo que no se puede. No se puede, por ejemplo formar parte de una reunión multitudinaria para protestar por la muerte de George Floyd, el negro asesinado por un policía en Minneapolis. Claro que ese crimen merece todas las condenas, pero si las manifestaciones del pasado sábado en diferentes lugares de España generan un rebrote del virus, alguien tendrá que hacerse responsable, imagino.

La sociedad española actúa como si el bicho fuera y viniese dependiendo del momento, o como si tuviera horarios: "Vamos a manifestarnos ahora aprovechando que el virus está comiendo". Ya sé que los manifestantes no estaban votando en un referéndum sobre la independencia de Catalunya y no era cosa de molerlos a palos, pero esas manifestaciones debieron ser disueltas. Según dicen los expertos, en una concentración multitudinaria como algunas de las que se celebraron, puede surgir un rebrote de consecuencias letales. El virus tampoco entiende de causas, sean nobles o innobles. A él le da lo mismo que se manifieste usted por una razón más o menos justa. Es un virus tan astuto como carente de inteligencia. Se limita a aprovechar el momento oportuno para saltar de uno a otro cuerpo.

El error parte de una certeza innegable: somos más listos que el virus. Él es un bicho microscópico que por tener, no tiene ni cerebro. Es como Santiago Abascal, para entendernos. Pero eso no significa que no sepa lo que hace ni para qué existe. Sabe perfectamente cuál es su papel en esta vida, que es el de contagiar al mayor número de personas posible. Darle facilidades no es buena idea.

Relajarnos ahora, cuando el trabajo está casi hecho, además de una irresponsabilidad es una estupidez, más que nada porque no jugamos con nuestras vidas, sino con las de todos y todas

Ya se nos está llenando Galiza de veraneantes foráneos, muchos de ellos procedentes de territorios que están todavía en fase dos. No sé cómo hacen para llegar, pero llegan sin que nadie se lo impida. Tengo un amigo que se desplaza de vez en cuando a Madrid. Lleva consigo una acreditación en la que se consigna que va y viene por motivos laborales. Suele ir e tren, pero nunca nadie le ha pedido que enseñe la acreditación. Entiendo que estamos tan hartos del virus, de las limitaciones que nos impone, de los encierros y las mascarillas que lo que el cuerpo nos pide es que relajemos las costumbres, que vayamos actuando como si el bicho se hubiese largado de vacaciones. Queremos vivir nuestras vidas gozando de las libertades de las que disfrutábamos hace meses.

Somos todos y todas un poco como Miguel Bosé, que después de enterrar a su madre, muerta del coronavirus, puso un tuit negando la existencia del coronavirus. A ver, si un tío que vio morir a su madre víctima de la pandemia la niega, qué haremos los demás. Pero resulta que no, que el bicho sigue ahí, al acecho, y que puede recuperar posiciones con mucha más rapidez que tardó en perderlas. Lo fuimos venciendo a base de confinamientos y de medidas de seguridad: guardando distancias, utilizando guantes, mascarillas y el gel ése, lavándonos las manos con enorme frecuencia, y de repente asesinan a un negro en USA y nos echamos a las calles, no sé si a condenar el crimen o a provocar al virus.

Yo vi el vídeo entero, los casi nueve minutos en los que el agente Dereck Chauvin asfixia a George Floyd hasta matarlo, mientras el pobre Floyd dice que no puede respirar y varias personas le piden que levante la rodilla, que lo está ahogando. Claro que merece todas las condenas, la social, la judicial y las demás, pero lo que no merece el asesino es que al otro lado del Atlántico muera una sola persona por manifestarse en su contra y que en lugar de matar a una persona acabe matando a miles.

Supongo que si todo va bien, en cosa de semanas habremos vencido al virus, al menos en el primer asalto, pero hará falta un mínimo de prudencia. Esto no va de morir matando, o de matar muriendo. Va de sobrevivir y de no tener que volver al confinamiento y empezar de cero. Ahora sabemos muchas cosas que no sabíamos hace tres o cuatro meses. Lo único que tenemos que entender es lo que nos decía el profe el primer día de clase: "Buenos días, soy un coronavirus y vengo a mataros a todos".

Relajarnos ahora, cuando el trabajo está casi hecho, además de una irresponsabilidad es una estupidez, más que nada porque no jugamos con nuestras vidas, que son nuestras, sino con las de todos y todas las demás. Si ejercemos la paciencia y la sensatez durante unos días, o unas pocas semanas, la victoria está al alcance de la mano. Si no lo hacemos, será que estamos listos para morir.

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