Lo que ya sabíamos en Pontevedra

El océano vuelve a separar casi tanto como antes de la popularización de los vuelos comerciales. La pandemia causada por el coronavirus deja en el otro continente a gallegos confinados en sus casas mientras no se detengan los contagios y algunos de los estadounidenses que vivían en Pontevedra reviven en su país la experiencia que ya conocían: la Covid-19 avanza mucho más rápido de lo que todos imaginaban al principio
Vista de Nueva York. CEDIDA
photo_camera Vista de Nueva York. CEDIDA

Hay algo que quienes tienen contacto con España sabían desde antes. La pandemia causada por el coronavirus avanza mucho más rápido de lo que todos se imaginan al principio. Es la lección que ya se sabía en España, en Galicia y también en Pontevedra. Con ella y sus maletas se fueron Caroline Woods-Mejía y Amanda Tolen, que residían en Pontevedra y fueron repatriadas hace tres semanas a Estados Unidos al cerrarse las fronteras. También se lo tenía aprendido Yago Vázquez, músico de jazz gallego afincado en Brooklyn que mantiene el contacto telefónico con su familia en la provincia y que este mismo miércoles debería estar volando a Europa para iniciar una gira musical por el continente.

Con los vuelos entre Estados Unidos y Europa suspendidos y las fronteras cerradas, los gallegos afincados en el país norteamericano mantienen la comunicación con sus familias. No es lo mismo que décadas atrás, cuando las tecnologías no permitían el contacto constante de forma virtual, pero lo cierto es que el otro lado del océano queda estos días un poco más lejos. Además, Donald Trump anunció ya que mantendrá indefinidamente el cierre fronterizo con Europa.

Estados Unidos, y en concreto el estado de Nueva York, es a día de hoy el mayor foco activo de contagios por coronavirus. El país es el que tiene un mayor número de víctimas mortales, con más de 23.000 (por encima de 10.000 solo en Nueva York). Además, en el conjunto de estados hay 582.607 personas que han dado positivo en el test de la Covid-19 y 44.261 pacientes que han pasado por la enfermedad ya se han curado.


Yago Vázquez. Músico gallego residente en Nueva York

Yago Vázquez, en una actuación al piano en un club de Nueva York. CEDIDA

"La gente compara esto con el 11-S, pero es todavía peor"

"Se escuchan ambulancias todo el rato, la gente compara esto con el 11-S. Yo no sé cómo se vivió el atentado porque todavía no estaba aquí, pero creo que es todavía peor. El 11-S cerró algunos establecimientos, pero la normalidad se recuperó antes". Lo explica Yago Vázquez, músico de jazz afincado en la ciudad de Nueva York, que es a día de hoy el principal foco de la pandemia.

Lleva en casa cerca de un mes y reconoce que no todo el mundo se tomó la cuarentena tan en serio como él. "Yo hablaba con mi familia en España y sabía que era grave, pero no todo el mundo fue consciente, aunque ahora sí que están las calles vacías y veo a todo el mundo con mascarilla", explica. Los profesionales del sector del espectáculo fueron los primeros en notar los efectos de las restricciones contra la Covid-19. "Todos los conciertos en salas fueron cancelados, este miércoles tendría que coger un avión a Europa para una gira, pero todo eso ha tenido que anularse", cuenta el artista desde su apartamento en Brooklyn. Allí mantiene las horas de clase que impartía antes del confinamento, los lunes y viernes por las tardes, a través de videollamadas, y practica con el piano.

"Por supuesto que esta crisis tiene una repercusión económica directa, yo tengo ahorros y voy a intentar pedir ayudas que conceden fundaciones privadas a los músicos, las hay incluso para los músicos de jazz de Nueva York en concreto, pero tienes que cumplir una serie de requisitos, yo como tengo ahorros no puedo optar a todas", cuenta.

Sobre la gestión política, valora positivamente medidas como la desarticulación de las redes de los seguros médicos llevada a cabo por el gobernador estatal de Nueva York. "Eso obliga a que, si un hospital tiene una cama libre o un respirador, tenga que acoger a enfermos aunque estos no tengan el seguro que se corresponde con ese hospital en concreto. Esto aquí es un paso muy importante y estaría bien que sirviese para mejorar el sistema sanitario en el futuro", explica el gallego. Apenas menciona a Donald Trump cuando le preguntan por el papel de las autoridades. "Cuomo, que es el gobernador, y el alcalde, son los que realmente están trabajando. Las ruedas de prensa de Trump son increíbles, él ya no es referente de nada, nadie le presta ya atención", aclara Vázquez.

Sobre las facturas médicas que tendrán que afrontar muchas personas que caigan enfermas, puntualiza que "eso siempre es una preocupación aquí, con o sin coronavirus". Así, indica que muchas personas, aunque tengan seguro médico, tienen franquicias que implican que hasta los 3.000 o 4.000 euros de costes tienen que hacerse ellas cargo de los mismos. "La gente se piensa mucho si ir al médico, puedes entrar por urgencias y salir con una factura de más de 5.000 dólares, y ya no digo nada si tienen que ingresarte en la UCI", explica mientras reconoce que cambiar el modelo sanitario del país "es muy complicado".


Caroline Woods-Mejía y Amanda Tolen. Estadounidenses repatriadas residentes en Pontevedra cuando estalló la pandemia

Imágenes de Caroline Woods-Mejía y Amanda Tolen durante su estancia en Pontevedra. CEDIDA

"Pasamos 14 días aisladas de la familia"

Jamás imaginaron que una pandemia las obligaría a suspender su estancia en Pontevedra, regresar a casa o guardar cuarentena durante dos semanas sin tener contacto con sus familias. Como al resto del mundo, a Caroline Woods-Mejía y a Amanda Tolen el coronavirus las pilló de imprevisto. Participaban en el programa Fulbright Teaching Assistant, como auxiliares de conversación en inglés en colegios de la zona, pero el cierre de fronteras impuesto por Donald Trump ante la expansión de la Covid-19 en Europa las obligó a volver a casa.

"Al llegar pasamos 14 días aisladas de nuestras familias, algunos estuvieron en sótanos, otros en casas de amigos, yo pasé dos semanas en una caravana que tienen mis padres en casa, me dejaban la comida en la puerta y no teníamos contacto", explica Amanda Tolen, de un pequeño pueblo del estado de Indiana, sobre su experiencia y la de otros compañeros en su misma situación repatriados a EEUU. Caroline Woods-Mejía, por ejemplo, pasó el período de cuarentena en el piso de un amigo sola, para no contagiar a su familia en caso de estar infectada. "Mis padres fueron al aeropuerto en dos coches para recogerme y a la vuelta yo volví a casa sola en uno de ellos", cuenta Tolen.

Tolen y Woods-Mejía pasaron la primera semana de confinamiento en Pontevedra. "Pasé el tiempo en mi piso pero con la opinión de que en una semana o así podríamos regresar al trabajo, a la escuela, y salir", cuenta Caroline, ahora desde California. Sin embargo, mientras en España se decretaba el estado de alarma, Donald Trump cerraba sus fronteras a Europa y cortaba todos los vuelos.

Para Woods-Mejías el trayecto y las escalas en diferentes aeropuertos "no tenían sentido". Además, "pensé que si enfermaba en España el precio de ir al doctor y el hospital es más barato que los Estados Unidos", aclara. Sin embargo, el programa por el cual estaba en Pontevedra se suspendió y el visado de trabajo que tenía en vigor pasó a ser de turista, al igual que el de su compañera Amanda Tolen, lo que las dejaba sin trabajo ni posibilidades de optar a otra fuente de ingresos.

"Nos dijeron que después de esa semana no nos iban a ayudar", cuenta la californiana. También a Tolen le hubiese gustado poder quedarse en España y planea volver en verano, aunque no confía en que la pandemia vaya a aplacarse con tanta rapidez. "Me gustaría poder ir en junio o julio, en agosto ya no puedo porque empiezo mi doctorado, así que no sé si podré", cuenta.

El virus no tardó en extenderse también en su país. Más en algunas zonas que en otras. Por ejemplo, en el pueblo de Indiana en el que vive Tolen, en Warren, todavía no se notan demasiado los efectos de la Covid-19. "Hay algunas medidas, pero no es lo mismo que en España, no te multan ni hay controles. La gente no sale mucho de casa porque todo está cerrado, pero no se ve a la polícía por la calle como en España", explica la joven, que aclara que la situación es diferente en ciudades como Indianápolis, la capital de Indiana, donde hay más casos. En su familia son prudentes prudentes. "Mi abuela lleva tres semanas sin salir de casa", explica, aunque indica que la gente tardó en respetar las recomendaciones. "Al principio cancelaron las clases en los colegios y los parques se llenaron de niños, como si estuviesen de vacaciones", lamenta.

En cuanto a la gestión política de la crisis, Woods-Mejías, desde California, se muestra crítica con las medidas del Gobierno, al que acusa de priorizar el dinero sobre las personas. "Por eso quieren abrir cuanto antes la economía, aunque sea peligroso para la gente. Pienso que en España se lo están tomando más en serio", termina.

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