"Dejé el trabajo en la conservera 15 días porque ganaba más en la vendimia"

Los rostros del empleo estacional en Pontevedra

El sector primario y la hostelería son los que más eventualidad generan en Pontevedra ► Los períodos de trabajo cíclicos dejan una realidad de salarios al límite y contratos semanales
Hace 15 años que Carmela Ocampo trabaja en la hostelería, sin embargo su cotización no supera los cinco años. En la actualidad regenta su propio negocio, el bar Coreongos
photo_camera Hace 15 años que Carmela Ocampo trabaja en la hostelería, sin embargo su cotización no supera los cinco años. En la actualidad regenta su propio negocio, el bar Coreongos

No cabe duda a la hora de señalar al sector servicios como el pilar fundamental sobre el que se sostiene la economía local. En él, la hostelería juega un papel fundamental y, pasado el verano, la finalización de los contratos temporales deja entrever la verdadera realidad a la que se enfrenta una parte importante de los pontevedreses. Los datos registrados a principacios de mes cifraban el desempleo en 156 personas más en el concello de Pontevedra, otros 117 en el municipio vecino de Poio, 40 nuevos demandantes de empleo en A Lama, 35 en Ponte Caldelas, 29 en Cotobade y 20 en el concello de Vilaboa. Con todo, la comarca de Pontevedra volvía a situarse a la cabeza de las listas del paro en la comunidad gallega.

Durante muchos años, Carmela Ocampo fue protagonista de ese empleo estacional que una y otra vez la dejaba a la deriva cuando las épocas fuertes de trabajo tocaban a su fin. Concretamente, hace 15 años que trabaja en el sector de la hostelería, aunque la Seguridad Social solo son cinco los que tiene cotizados. "Empecé con 17 años, de aquella aún había algo de trabajo. Acababa de terminar mis estudios de peluquería, pero como era aprendiz, si te cogían era para estar en lo más bajo de todo. Un día me enteré de que en un bar pedían a una chica y empecé a trabajar allí", cuenta Carmela. En los primeros años de su vida laboral la historia se repetía de local en local. Períodos de prueba sin opción a firmar un contrato, demasiadas horas sirviendo y recogiendo mesas en bares y cafeterías, contratos de prácticas,... "En muchos sitios, cuando había inspección de trabajo de mañana, me cambiaban el turno para que fuera por la tarde. Y esto en cafeterías y también en restaurantes. Te echan para no hacerte fija, luego te vuelven a llamar y empiezas de cero", comenta Ocampo.

Casi siempre fue en la zona de Pontevedra. Carmela explica que "la hostelería en verano trabaja muy bien, es la época fuerte porque viene mucha gente de fuera y gracias a eso sobrevive. El siguiente ciclo es el de Navidad, ahí puedes conseguir ir de extra a algún restaurante, pero poco más".

El pasado mes de mayo, Carmela se cansó de esta situación, habló con su jefe y le dijo que dejaba la bandeja al margen. "Pensé que para estar así también me podía montar yo un bar. Eso fue lo que hice", apunta. En la actualidad, Carmela regenta su propio negocio en Arcade. Nadie la salva de echar bastantes horas al frente del bar Coreongos, pero por lo menos las condiciones las marca ella, y sí, bajo su mando tiene empleados, "pero no en las condiciones en las que llegué a estar yo. Me niego a que pasen por eso", asegura.

"A la gente mayor no le dan oportunidad para que aprenda, prefieren gente joven, siempre y cuando tenga experiencia"

Paula Sobral

POR EDAD. Lleva menos tiempo que Carmela en el sector, pero lo cierto es que ya recorrió taperías, pubs, restaurantes y cafeterías de Pontevedra. Paula Sobral tenía claro que no iba a depender siempre de sus padres, así que con 18 años recién cumplidos empezó a trabajar en un pequeño pub de Ponte Caldelas. Al poco tiempo, ya servía cafés en Pontevedra y meses más tarde tuvo la oportunidad de optar a un contrato en prácticas en un restaurante de Arcade. Fue precisamente en esta misma localidad en la que estuvo trabajando los meses del pasado verano, en una modesta tapería. También hizo horas extra en una de Pontevedra. Tal y como dice, "bueno, me van llamando de vez en cuando".

Esta joven de 20 años recuerda que los contratos que solía firmar en los locales en los que trabajó hasta ahora tenían una duración de tres meses, casi siempre con opción a ser renovada como ayudante de camarera por otro período de tiempo similar. "También tienen la opción de mandarte al paro directamente", indica.

Paula Sobral afirma que "la hostelería siempre fue así, muy sacrificada, y normalmente a la gente no le queda otra de adaptarse a lo que hay. En mi caso, me acabé marchando de una tapería porque en verano llegaba a hacer 15 o 16 horas diarias, y aquello era agotador, así que lo dejé".

Después del verano, la incertidumbre se instala en muchos hogares y el de Paula es uno de ellos. Relata que "ahora mismo hay mucha gente que se agarra a los contratos temporales y después del verano se ve sin nada. Sin ir más lejos, eso es lo que le está pasando a mi padre. Ya lleva más de un año en paro y es un gran profesional de la hostelería. Se encuentra con que su edad es una barrera para encontrar trabajo. A la gente mayor no le dan oportunidad para que aprenda, prefieren gente joven, siempre y cuando tenga experiencia, porque yo al principio tampoco encontraba nada".

A día de hoy, Paula está muy contenta con su situación laboral. En la actualidad está trabajando en la cafetería del conservatorio de Pontevedra y "por suerte para mí, por fin tengo un contrato estable", comenta.

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