Lulú Vázquez cumple este jueves 108 primaveras

A lo largo de la vida de esta pontevedresa se han producido los hechos más trascendentes de la historia reciente de la humanidad

ESTE JUEVES es un día especial en el que homenajeamos a la pontevedresa Luisa Vázquez de Silva, más conocida por todos como Lulú Vázquez, y lo hacemos porque cumple nada más y nada menos que 108 años.

Muchas felicidades Lulú, y que sigas siendo tan feliz como dices que eres.


Lulú Vázquez cumple 108 años. JAVIER CERVERA- MERCADILLO

A esta mujer extraordinaria, simpática, elocuente, de gran carácter y muy divertida, hace años que la conozco. He de confesar que nunca deja de sorprenderme por su alegría, su vitalidad, su bondad y el cariño que reparte; son "cosas normales", dice.

Quizá en esa normalidad que Lulú destila estribe su excepcionalidad como persona, su entrega a la familia –casi 300 entre sobrinos, sobrinos nietos, sobrinos bisnietos y sobrinos tataranietos– y a los amigos, además del afecto y la simpatía con los que premia a todo aquel que se dirige a saludarla. Aunque ella no lo considere, yo les aseguro que la hace especialmente única y maravillosa, aunque en la entrevista puntualizaba, y puntualiza "yo soy una persona muy normal".

Yo soy una persona muy normal

Tras haber contactado con su sobrino José Luis Rial, nos recibe en el salón de su casa, esta vez acompañada por sus sobrinos Beatriz Pascual, Pura Montenegro y Pacho, el cual está escribiendo una preciosidad de libro sobre el centenario del Colegio Sagrado Corazón de Placeres, del que Lulú es la única que sobrevive de todo aquel grupo de alumnas que lo inauguró. "Yo estaba interna, como muchas amigas, y mis sobrinas después (...), solo volvíamos a casa los días de fiesta, y no todos, (...). Recuerdo aquella época como muy bonita, y cuando había temporal poníamos los colchones en los cristales, era terrible". Además, las niñas llegaban al colegio en coches de caballos.

Tras posar para unas fotos con una coquetería deliciosa, nos sentamos alrededor de una confortable camilla y comenzamos a hablar.

Esperamos haber recogido la esencia de la charla en esta entrevista, que les aseguro que no dejará indiferente a nadie, porque Lulú es extraordinaria en sí misma, y sus sobrinos absolutamente encantadores.

Recuerda la Guerra Civil: Se fueron muchos de los que conocíamos, en concreto dos hermanos míos, Tito y Quique, que se fueron al frente de Teruel

Les cuento. Un día como este jueves, 29 de marzo de 1910, año en el que el cometa Halley visitaba la tierra, reinaba Alfonso XIII, gobernaba José Canalejas y llegaba al mundo Santa Teresa de Calcuta, en Pontevedra y en la casa familiar a orillas del río Lérez –ese que tantas veces subía en piragua con su hermano Quique–, nacía Lulú, la cuarta de ocho hermanos. Uno de ellos había fallecido unos meses antes de que ella naciera y, además, la familia esperaba un niño, "pero les llegó otra niña –entre risas–".

A lo largo de su vida se han producido los hechos más trascendentes de la historia reciente de la humanidad, dos guerras mundiales, la República en España, la Guerra Civil española, la dictadura de Franco, el nacimiento de la democracia en España, la entrada del país en Europa, la caída del Muro de Berlín, etc. Pero, según dice, sin duda el peor de todos los acontecimientos fue la Guerra Civil española: "Se fueron muchos de los que conocíamos, en concreto dos hermanos míos, Tito y Quique, que se fueron al frente de Teruel. Tenía otro hermano más pequeño, pero no tenía edad (...). Pero la guerra fue terrible, muy triste".

Pero como lo que pretendíamos con la charla era que lo pasase bien, cambiamos de temas y pasamos a hablar de muchas otras cosas más amenas con las que, la verdad, disfrutamos mucho.

Recuerda con emoción cuando acompañó a la Virgen Peregrina en la carroza de niña

Lulú estuvo casada con Juan José Harguindey y, aunque no tuvieron hijos, su familia es numerosa. Suman más de 300 entre primos, sobrinos, sobrinos nietos, sobrinos bisnietos y sobrinos tataranietos ("tengo dos", aclara).

Pero hablando de su familia, recuerda con especial emoción a su hermana María Teresa, "una muy buena hermana, y muy religiosa", aunque ella no se queda atrás y recuerda con emoción cuando acompañó a la Virgen Peregrina en la carroza de niña y una curiosa anécdota, que el vestido que llevaba fue utilizado por todas las generaciones de la familia. Aún lo tiene.

Siempre ha sido una mujer combativa. Así, participó activamente en la República y formó parte de las Margaritas Carlistas en Frentes y Hospitales, llegando a ser la secretaria en Pontevedra. "Hacíamos una labor muy buena", comenta.

Un día cualquiera en la vida de esta mujer fuerte y adorable parece de lo más normal, si normal es tener 108 años.

Entre los cientos de libros que ha devorado recuerda con especial apego los de Croque en la India y las novelas rosas de Rafael Pérez y Pérez

Se levanta no muy temprano, porque "me quedo a leer hasta tarde", dice; se arregla; "rezo mis oraciones", puntualiza, "y si hace buen día salgo con la chica que tengo por la mañana en casa y me voy a la 'Herrería'. Si están mis amigas me siento un rato, paseo, voy a hacer unas compras...".

Cocina poco, pero les aseguro que me dio una receta extraordinaria para la bechamel, aunque sus platos favoritos son el congrí y los frijoles colorados, platos cubanos que hacía su abuela, ya que siendo la esposa de un médico militar fueron destinados a la isla. "Allí nació mi padre y sus hermanos mayores. El pequeño ya es español, porque Cuba dejó de ser colonia y se vinieron".

Sus sobrinas comentan que hasta hace un año calcetaba, y cosía, y ella añade que ahora ya no porque ve un poco mal de un ojo, aunque asegura que le sigue encantando leer novelas de historia, de misterio y las románticas, y de entre los cientos de libros que ha devorado recuerda con especial apego los de Croque en la India y las novelas rosas de Rafael Pérez y Pérez.

Al preguntarle cuál fue el día más feliz de su vida no se decide. "Tengo que decir que yo tuve una vida muy feliz (...). Fíjate, hasta tengo dos sobrinos tataranietos", pero seguro que huele a nardos (su flor favorita), estaría lleno de verde (su color) y tendría un sabor salado ("no soy muy dulcera", dice).

Sus recuerdos más bonitos son de cuando era joven, cuando se puso de largo en el Liceo Casino, en el año 1928. Había sido en Carnavales, "cuando los bailes eran por la tarde. Lo pasábamos pipa, hacíamos nosotras los disfraces en casa y se llamaban Fiestas de Primavera".

Le encanta el vals, pero sobre todo los tangos. "Tenía un cuñado que había estado en la Argentina, y aunque tenía un oído espantoso, porque cantaba fatal, bailaba que era una maravilla, y bailé mucho con él".

Si se encontrara con un genio de la lámpara le pediría: Comprensión entre la gente, que no la tenemos, y sobre todo paz

Cuando se le pregunta sobre su película favorita no titubea (Lo que el Viento se llevó), como tampoco lo hace al decir que su animal favorito es el perro. "Con los gatos nunca me llevé bien. Mi abuela tenía una que le había regalado Chola Muruais y la odiábamos. Un día hasta salió por la ventana (risas)".

La Pontevedra de ahora no le gusta demasiado. "No veo nada en su sitio. Los bancos de la Alameda y las piedras del suelo las quitaron. Las farolas son horrorosas, y los jardines de las Palmeras y de la Alameda son una tristeza; me da mucha pena cuando paso por allí, llenos de charcos". Aún recuerda una gran fiesta que se organizó por la inauguración de las instalaciones de la Escuela Naval Militar hace 75 años. Pusieron una tarima en el paseo principal de las Palmeras, "con muchas luces de colores y una orquesta", rememora.

Si se encontrara con un genio de la lámpara y pudiese pedir tres deseos, no tienen claro cuáles serían: "La verdad, no sé muy bien, quizá comprensión entre la gente, que no la tenemos, y sobre todo paz".

Nos hubiéramos quedado horas y horas con ella, porque es toda una experiencia poder escuchar todo lo que ha vivido, pero antes de marcharnos le pedimos que nos diese un consejo para vivir mejor, o que nos contase qué le diría a un niño que acaba de nacer, a lo que respondió muy contundente: "Que sea leal y que siempre diga la verdad".

Darte las gracias es poco, Lulú Vázquez. Ha sido todo un honor poder entrevistarte, y nuestro mejor regalo por ese 108 aniversario es desearte toda la felicidad del mundo. Te la mereces.

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